
El cambio climático está amplificando las desigualdades sociales y económicas a niveles alarmantes. Es una de las grandes problemáticas de nuestro tiempo, que afecta a todos y cada uno de los aspectos de la vida en el planeta. A medida que la temperatura global aumenta, también lo hacen los fenómenos meteorológicos adversos, como huracanes, olas de calor e inundaciones, que cada vez son más fuertes y frecuentes. Estos hechos no solo amenazan nuestros ecosistemas, sino que también impactan en la economía, la salud pública y el bienestar social a nivel mundial.
Esto es lo que señala el informe de la UNESCO y la Fundación la Caixa ¿Quién paga los costes?, presentado en el Palau Macaya de Barcelona. Según el análisis, se calcula que más de 239 millones de personas que viven en pobreza extrema, principalmente en Asia y África, estarán expuestas a olas de calor extremo prolongadas. Estas condiciones, con temperaturas diarias superiores a 35 grados de media durante más de tres meses, representan una amenaza para su salud y su supervivencia.
En estas zonas, que se caracterizan por sus escasos recursos y su limitado acceso a infraestructuras de adaptación, aumentarán los riesgos climáticos. Esto lo que va a provocar es que aumente la pobreza y se limiten todavía más las oportunidades de desarrollo y crecimiento, tanto económico como social.
El 10% más rico es responsable de la mitad de las emisiones globales, pero la clase trabajadora será la más perjudicada
Pero estas olas de calor no solo va a afectar a Asia y a África. Para 2050, aproximadamente 2.500 millones de personas estarán expuestas a condiciones climáticas extremas. Estas condiciones pondrán en grave riesgo la salud de las personas y, en consecuencia, afectará en gran medida a su productividad laboral, provocando pérdidas económicas millonarias. El principal autor de este estudio, el ingeniero Rodolfo Lacy, ha subrayado a Infobae España la necesidad de centrar los esfuerzos en las comunidades más vulnerables.
“Hay una urgencia inmediata para aumentar los presupuestos para adaptar esas zonas y asegurar que quienes viven ahí no estén en riesgo de pobreza extrema, porque les podría llevar generaciones poder superarlo”, afirma Lacy.
El informe alerta sobre los impactos económicos en el mercado laboral: 2.410 millones de trabajadores, lo que sería el 71% de la mano de obra a nivel mundial, estarán expuestos a olas de calor extremas de manera constante. Esto podría llevarnos a tener pérdidas económicas globales de hasta 2,4 billones de dólares anuales para 2030. Y los más perjudicados serían los países con una capacidad limitada para proteger a sus trabajadores.
Pero, aunque la clase trabajadora vaya a ser la más afectada por el cambio climático, no es la que lo ha causado, ya que el 10% más rico del mundo es responsable de casi la mitad de las emisiones globales. Sin embargo, son los hogares más pobres, que casi no contribuyen al problema, los que sufren la mayor parte de las consecuencias.
Por todo esto, Lacy enfatiza en la necesidad de “invertir en sistemas de alerta temprana, ya que el primer derecho climático no escrito es saber si nuestra vida está en riesgo inminente”. “La Seguridad Social debe extenderse para incluir fenómenos climáticos, puesto que en los países pobres no existen sistemas de aseguramiento que protejan a quienes lo pierden todo”, matiza.
“El financiamiento climático se destina a reducir gases de efecto invernadero, pero hay una urgencia mucho mayor: los vulnerables”
El estudio también destaca que el calentamiento global provoca desplazamientos forzados, con cerca de 80 millones de personas en zonas de alto riesgo climático. “Se necesita una definición legal para los migrantes climáticos que permita distinguirlos de refugiados económicos y recibir la atención adecuada”, destaca el autor del informe.
En cuanto a la perspectiva de género, son las mujeres quienes más sufren las consecuencias: 1.400 millones de mujeres se verán afectadas por el cambio climático entre 2040 y 2060, debido a su rol de cuidados y a las desigualdades estructurales, lo que también las hará tener más pérdidas económicas.
Además, más de 505 millones de pueblos indígenas estarán en riesgo, con solo el 10% de sus tierras legalmente reconocidas. Esto les hace más vulnerables frente a pérdidas culturales, territoriales y económicas. “Estimamos que habrá 1.200 millones de personas viviendo en condiciones inhabitables para 2050, debido a la incapacidad de detener la emisión de gases de efecto invernadero”, calcula Lacy, basándose en el estudio.
Ante esto, el ingeniero recalca que “es crucial priorizar la atención a las comunidades vulnerables porque el financiamiento climático se destina en su mayoría a reducir gases de efecto invernadero, pero hay una urgencia mucho mayor”. Asimismo, Lacy reitera que “la falta de indicadores universales para la adaptación climática es un problema pendiente; lo que no se mide no se puede solucionar”.
Las políticas sin perspectiva de clase pueden aumentar la desigualdad
Por último, el análisis advierte que las políticas mal diseñadas, como los impuestos a las emisiones de CO₂, pueden tener el efecto contrario si no se incorporan los mecanismos redistributivos adecuados. Estas medidas, sin los ajustes apropiados, podrían aumentar la desigualdad.
Así, desde UNESCO y la Fundación la Caixa enfatizan en que es necesario una transición justa, que no solo contemple reducciones de carbono, sino que incluya sistemas de protección social y programas de recualificación laboral.
Rodolfo Lacy concluye explicando que es importante que se coloque a las personas vulnerables “al principio de la lista de las inversiones climáticas, para evitar tragedias humanitarias masivas”. El informe pide de manera urgente una colaboración a nivel mundial que priorice a quienes se van a ver más afectados, pero son menos responsables, y que se impulsen políticas equitativas hacia un futuro sostenible.
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