
Era el héroe de la Cruz Roja Australiana. Salvó con su sangre la vida de más de 2,4 millones de bebés según esa entidad, y su última donación la hizo a los 81 años. James Harrison cumplió una promesa que se hizo cuando tenía 18 años y que se extendió durante más de 60.
El legado de Harrison se basa en una característica única de su sangre: un anticuerpo raro conocido como Anti-D, que permitió desarrollar un tratamiento para prevenir la enfermedad hemolítica del recién nacido (EHRN).
Esta condición, que puede ser mortal, ocurre cuando la sangre de una madre con factor Rh negativo es incompatible con la de su bebé, lo que provoca que el sistema inmunológico de la madre ataque los glóbulos rojos del feto. Según detalló el Sydney Morning Herald, el plasma de Harrison fue clave para la creación de la inyección Anti-D, utilizada desde 1967 para proteger a los recién nacidos en riesgo.
Harrison ha muerto a los 88 años mientras dormía en un asilo de ancianos al norte de Sydney, según un comunicado de la Cruz Roja. Su hija, Tracey Mellowship, dijo que su padre “era un humanitario de corazón”.
“Como receptora de Anti-D, ha dejado atrás una familia que tal vez no hubiera existido sin sus valiosas donaciones”, dijo en la declaración.
Una vida marcada por la solidaridad
La historia de Harrison comenzó a los 14 años, cuando fue sometido a una cirugía de tórax que requirió la extirpación de un pulmón. Durante el procedimiento, recibió 13 unidades de sangre, lo que le salvó la vida.
Según recordó a CNN, fue su padre quien le explicó que esas transfusiones fueron posibles gracias a donantes anónimos. Este gesto marcó profundamente al joven, quien prometió que, al alcanzar la mayoría de edad, devolvería el favor convirtiéndose en donante de sangre.

A los 18 años, Harrison cumplió su promesa y comenzó a donar sangre regularmente a través del Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana. Sin embargo, lo que inicialmente era un acto de gratitud se transformó en algo mucho más significativo cuando los médicos descubrieron que su sangre contenía el anticuerpo Anti-D.
Según explicó Jemma Falkenmire, del Servicio de Donación de Sangre de la Cruz Roja Australiana, este hallazgo fue crucial para combatir la EHRN, una condición que hasta 1967 causaba la muerte de miles de bebés cada año en Australia.
El descubrimiento del anticuerpo en la sangre de Harrison permitió a los investigadores desarrollar la inyección Anti-D, que se administra a mujeres embarazadas con riesgo de incompatibilidad sanguínea.
Según informó Robyn Barlow, coordinadora del programa Rh que identificó a Harrison como donante, la primera dosis de Anti-D se aplicó en 1967 en el Royal Prince Alfred Hospital. Desde entonces, el plasma de Harrison se utilizó para producir millones de dosis de este tratamiento, beneficiando a aproximadamente el 17% de las mujeres embarazadas en Australia.
En total, según la Cruz Roja Australiana, más de 2 millones de bebés nacieron de manera sana gracias a las más de 1.000 donaciones de plasma de Harrison.

A lo largo de su vida, Harrison realizó un total de 1.173 donaciones de sangre, un récord que lo llevó a recibir múltiples reconocimientos, incluida la Medalla de la Orden de Australia en 1999 y un lugar en el Libro Guinness de los Récords en 2003. Según destacó Barlow al Sydney Morning Herald, “cada ampolla de Anti-D hecha en Australia tiene a James en ella”.
Un legado que trasciende generaciones
El impacto de Harrison no solo se limitó a los millones de bebés que ayudó a salvar, sino que también alcanzó a su propia familia. En su última donación, Harrison recordó que su hija recibió una inyección Anti-D en 1992, lo que permitió que su nieto naciera sano.
“Esto me ha hecho muy feliz, porque yo pude tener un nieto sano y también muchas otras personas”, expresó emocionado.
Para conmemorar su última donación, el centro médico donde Harrison acudió durante décadas organizó un homenaje en el que participaron varias madres con sus hijos, quienes agradecieron personalmente al “hombre del brazo de oro”.
Según consignó CNN, Harrison forma parte de un grupo muy reducido de aproximadamente 200 donantes en Australia que poseen esta “supersangre”.
El fin de una era
El retiro de Harrison marcó el fin de una era para el programa Anti-D en Australia. Según explicó Falkenmire, será difícil encontrar un reemplazo para alguien con su nivel de compromiso y una condición tan excepcional.
“Nunca volveremos a ver a los de su clase”, afirmó Barlow, destacando la fortaleza física y la dedicación de Harrison a lo largo de seis décadas.
A pesar de su retiro, Harrison expresó su esperanza de que su récord de 1.173 donaciones sea superado algún día. “Espero que sea un récord que alguien rompa, porque significará que están dedicados a la causa”, señaló a la Cruz Roja.
El legado de James Harrison no solo se mide en números, sino en las vidas que transformó. Su historia es un recordatorio del impacto que un solo individuo puede tener cuando decide actuar en beneficio de los demás.
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