Así es ‘Nina’, la película de venganza femenina que supera al ‘Kill Bill’ de Tarantino

Andrea Jaurrieta dirige una auténtica ‘rara avis’ en nuestro cine que apuesta por el género puro al mismo tiempo que habla sobre el abuso de poder masculino en la era del Me Too

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Andrea Jaurrieta, directora de 'Nina'.

Andrea Jaurrieta es una mujer cineasta que apuesta por un tipo de películas que no encajan en los cánones convencionales. ¿Por qué? Porque tiene una visión auroral auténtica, una mirada que escapa a los estereotipos y un mundo en el que parece que todo se nos tenga que dar masticado.

Eso no quiere decir que su cine sea complicado. Solo significa que es diferente a la hora de narrar y de formular ideas a través de la estética y la forma cinematográfica. Así lo demostró en Ana de día, su ópera prima, protagonizada por Ingrid García Jonsson, una apuesta de lo más inusual de estirpe pop que hablaba de la identidad dentro de un sistema tan voraz como demoledor dispuesto a anular nuestra esencia.

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Un thriller a contracorriente

Ahora regresa con Nina, en la que vuelve a reivindicar su carácter de cineasta férrea para hablar de temas que, hasta hace muy poco, habían sido tabú para las mujeres (el abuso de los hombres y del sistema patriarcal) a través de una formulación que remite a los thrillers masculinos para precisamente darles la vuelta y contar la historia desde una perspectiva diferente y tradicionalmente silenciada.

Tráiler 'Nina'

La protagonista de esta historia es Nina (Patricia López Arnáiz) que regresa a su pueblo en la costa vasca después de haber huido para emprender una carrera como actriz. Ahora tiene una misión: cerrar una herida que se produjo muchos años atrás cuando era adolescente y un adulto, un hombre (Darío Grandinetti), se aprovechó de su inocencia y su fragilidad para seducirla y tener relaciones sexuales con ella.

“Cuando empecé a elaborar el proyecto me di cuenta de que no se entendía. ¿Un thriller protagonizado por una mujer que busca venganza? Quizás Tarantino lo pueda hacer, pero, en España y dirigido por una mujer que tiene una idea conceptual muy precisa de lo que quiere, parecía una ‘rara avis’. Levamos 120 años viendo a tíos con una escopeta, así que no es preciso plantear la moralidad de ese personaje, porque creo que estamos jugando con una serie de códigos cinematográficos que están muy prefijados”, cuenta Andrea Jaurrieta a Infobae España.

John Wayne es una mujer

Patricia López Arnáiz en 'Nina', de Andrea Jaurrieta (BTeam)
Patricia López Arnáiz en 'Nina', de Andrea Jaurrieta (BTeam)

Dice la directora que siempre se imaginó a su Nina como una especie de mezcla entre John Wayne y Joan Crawford porque, evidentemente, los referentes eran esos, los del cine de la edad dorada de Hollywood, que hacía referencia a la mítica del Oeste Americano solo que, en esta ocasión, adaptado a nuestro tiempo y las costas del Cantábrico.

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Desde las primeras escenas, hay un elemento que lo inunda todo, el color rojo. Es el color de la pasión, de la sangre, de la regla, de la venganza. Y todo eso, se encuentra presente en Nina. “Mi mayor referencia era el cine en Technicolor de los años cincuenta, así que todo el vestuario, la fotografía y el etalonaje lo adaptamos a esa circunstancia. Queríamos mirar a esa época del 35 mm. en el plano formal para, en el narrativo, hablar de ese simbolismo que tiene el rojo a través de las heridas físicas y psicológicas de la protagonista”.

Abusos en la infancia

'Nina', de Andrea Jaurrieta
'Nina', de Andrea Jaurrieta

Nos encontramos en un momento en el que las mujeres, a través de sus relatos, comienzan a hablar de los abusos que ha ejercido el género masculino sobre ellas y de cómo el silencio se ha perpetuado en el ambiente social. Hace poco se estrenaba El consentimiento, basada en la novela de Vanessa Springora en la que la autora ponía de manifiesto las agresiones sexuales que la marcaron cuando era una adolescente por parte de un escritor famoso que le triplicaba la edad.

Nina, de alguna manera, habla de lo mismo, pero lo hace a través de una propuesta de lo más potente y radical. “Creo que tanto en cine como en literatura estamos asistiendo a un ‘boom’ de estas ficciones porque era ya el momento de contarlas, de hablar de eso. Si estamos coincidiendo tantas mujeres a la hora de hablar de estas historias desde otra perspectiva, es por algo”.

Por eso, precisamente, el personaje de Nina adolescente (interpretado por Aina Picarolo), tiene 15 años, antes de esos 16 que suponen el fin de la edad del consentimiento en nuestro país. “Está en el límite en todos los sentidos, y precisamente por eso es tan vulnerable”.

¿Cómo cree que Nina dialoga con Ana de día? “Yo siempre digo que es un díptico, porque de nuevo hay un desdoblamiento. En Ana de día era personal y psicológico y en Nina se afronta entre el pasado y el presente. Pero vuelvo a hablar de una mujer que, en el fondo, está buscándose a sí misma. Las dos películas empiezan con una cita de T.S. Elliot que hablan de ese proceso de descubrimiento, puede que lo lleves dentro o no. Creo que en Nina se trata de curar las heridas”.