
El fútbol argentino despidió a una de sus grandes leyendas: Daniel Willington falleció a los 83 años en Córdoba, ciudad donde construyó su identidad como ídolo deportivo. El exjugador se destacó en Talleres y Vélez Sarsfield, y forjó una trayectoria que marcó a varias generaciones de hinchas.
La vida de Daniel Alberto Willington ha estado marcada por episodios de gloria, adversidad y una personalidad inconfundible que lo convirtió en una figura emblemática del fútbol argentino. Aunque Pelé llegó a definirlo como “el mejor jugador del mundo” tras un amistoso en 1969 entre Santos y Vélez, y clubes como River Plate, Boca Juniors y la Juventus intentaron ficharlo, su historia personal y profesional revela una complejidad que trasciende los logros deportivos.
El recorrido de Willington en el fútbol comenzó a los 16 años con su debut en Talleres. Posteriormente, defendió los colores de Vélez Sarsfield, Tiburones Rojos de Veracruz en México, Huracán, Instituto y Minnesota en Estados Unidos, además de disputar 11 partidos con la selección argentina, en los que marcó un gol. Se retiró en el Fortín en 1979. Su estilo de juego, siempre asociado a la posición de enganche, le valió apodos como “El Exorcista”, otorgado por Roberto Fontanarrosa, y “El Daniel de los Estadios”.

La vida de Willington estuvo atravesada por dificultades económicas desde la infancia. “A los ocho hacía cola para ir a buscar comida a un comedor comunitario, como pasa ahora con los que no tienen para comer y se cagan de frío en las calles. Iba descalzo y sin un peso. Por lo menos, tenía un plato de comida y un durazno o una naranja de postre”, recordó hace un tiempo a Infobae.
“Si tuviera que volver a nacer, me gustaría tener la misma vida con todos los problemas que tuve. Vengo de una familia muy humilde. No me quejo porque la vida me dio muchas cosas, a lo mejor podía haber sido un poco más, pero soy un agradecido a Dios”, había expresado.
A lo largo de su carrera, Willington recibió ofertas de clubes grandes. La Juventus intentó ficharlo cuando tenía 18 años, pero priorizó a su familia: “Estaba primero mi mamá y tenía que llevar el sobre del dinero a mi casa para que puedan comer mis hermanos y mis padres. Además, debía comprarme ropa. Igualmente, no sé cuánto hubiera durado en Milán, porque si Buenos Aires no me gusta, imagínate vivir allá”, explicó a Infobae. River Plate también lo buscó en 1964, pero decidió quedarse en Vélez tras una conversación con José Amalfitani, quien le ofreció igualar las condiciones económicas.
Su carrera estuvo marcada por una personalidad extrovertida y una vida social intensa. “Fui un loco. Siempre me gustó tomarme un whisky, estar con amigos, ir a las milongas y un día caí preso por pelearme por una mujer”, confesó. Esta fama de “salidor” no le impidió alcanzar la élite del fútbol argentino, aunque reconoció que, de haberse sabido en su época, clubes como Boca, River o la Juventus no se habrían interesado en él.
El paso de Willington por Vélez Sarsfield fue decisivo. Llegó en 1962, tras dejar Talleres, y permaneció una década en el club, donde fue campeón en 1968 junto a Carlos Bianchi. Al principio, la adaptación resultó difícil, pero el respaldo de “Pepe” Amalfitani, presidente de Vélez, fue fundamental. “A mí me gustaba gastar mucho dinero. Entonces, él me daba sólo para comer y vivir con mi familia, nada más. Y me cuidó el resto. Hasta que pasó un tiempo y José me dice: ‘Búscate una casa así te la compras’”, relató Willington. Durante tres años, vivió con su familia bajo una de las tribunas del estadio del Fortín, en departamentos destinados a los juveniles.
“Ese hombre era mi segundo padre. Para sacarle plata era peor que Ringo Bonavena”, afirmó. Amalfitani también lo ayudó a superar una anemia severa y una depresión tras ser acusado de “criminal del fútbol” por una jugada contra José Ricardo Vázquez, ex defensor de Chacarita. “Eso me llevó a padecer una depresión, ya que no comía, estaba angustiado, y me agarró una anemia muy fuerte. Cuando empecé en Vélez pesaba 69 kilos y era muy flaquito. Amalfitani me mandó 15 días a Mar del Plata a hacer una mini pretemporada, donde consumí vitaminas y subí de peso. De esta manera, salí adelante”, había agregado.
Su amistad con Ringo Bonavena fue otro de los vínculos destacados de su vida. Se conocieron en el boliche La bola loca, propiedad del padre del cantante Piero, y compartieron numerosas anécdotas. “Éramos como hermanos. Yo tenía la misma locura de Ringo. Hablan de códigos, yo hablo de lealtad y de respeto. Y él los tenía. Cuando viajaba a Córdoba se quedaba en mi casa. Cuando le tocó pelear con Cassius Clay en Nueva York, yo estaba en México y me vino a buscar en su auto”, relató Willington a Infobae.
El reconocimiento de Pelé permanece como uno de los hitos de su carrera. “En 1969, jugando un amistoso con el Santos erré un penal pero después marqué el gol del empate. Pelé dijo aquella vez: ‘Es el mejor jugador del mundo’. ¡Y lo dijo O Rey!”, había recordado con orgullo. Hoy, el mundo del fútbol llora su pérdida.
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