
¿Quién es Gertrudis Chale? Empecemos por el principio: nació en la Viena de 1920, en el período de entreguerras,. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de esa ciudad y más tarde en Munich y Ginebra. Pero además de pintar, le gustaba viajar. Conocer otras latitudes, otras geografías, otras culturas. Recorrió Europa disfrazada de varón y se instaló en París para trabajar como diseñadora publicitaria.
La primera revelación pictórica la tuvo en España, adonde se mudó 1930. Allí concibió el paisaje como “cosa pintable” y desde entonces esos tonos pardos y ocres fueron parte de su estilo. Pero luego viajó a América del Sur y la fascinación volvió con más fuerza. A la Argentina llegó en 1934 y se instaló en Quilmes. Lo suburbano, su nueva experiencia pictórica.
Es fácil imaginar el conurbano de entonces: barriadas pobres, calles de barro, viviendas muy humildes, llanuras eternas y una tímida urbanización contrastando con la desolación poblacional. Fue entonces cuando pintó Bocacalle de Sarandí, una obra hecha con témpera sobre cartón en 1940, con medidas de 62 x 74,5 cm. El Museo Nacional de Bellas Artes la adquirió de la Galería Rubbers en 1980.
¿Qué es lo que se ve en este cuadro? Casas viejas, árboles podados, un caballo mordisqueando ramas secas, un grupo de mujeres sobre la calle y el confín abrupto del asfalto a la tierra. Allí hay un animal muerto en primer plano que, como escribió la historiadora del arte Julia Ariza, “introduce una nota sórdida en el tono despojado aunque apacible del conjunto, invocando una amenaza incierta”.
La obra de Gertrudis Chale fue muy celebrada por Romualdo Brughetti y fue premiada en el Salón de Acuarelistas de 1943. Sin embargo, no se quedó en Argentina, siguió viajando, como tanto le gustaba. Estuvo en Bolivia, Ecuador y Perú entre 1945 y 1946 y el resultado de esas travesías fueron, por supuesto, pinturas con paisajes andinos y mujeres aborígenes.
Hay una potencia en sus obras que ella misma intentó explicar. “En vez de llenar mis cuadros, los vacío", escribió en una carta fechada alrededor de 1947. ¿Vaciar un cuadro? Efectivamente. En su obras no se percibe la típica intensidad por completar cada recoveco con una figura. Hay zonas, en general cielos y tierras, que generan una sensación de vacío que provocan un efecto de sentido existencial.
Gertrudis Chale murió en 1954, de forma intempestiva, a los 44 años. Un viaje en avión que no llegó a destino. Un accidente aéreo en la sierra de Vilgo. La obra de la pintora austríaca se vio interrumpida drásticamente en el cielo de La Rioja.
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