Imitador de Jim Morrison en ‘Yo me llamo’ pensó en quitarse la vida tras decepción amorosa: “La tenía en un pedestal”

Santiago Naranjo, imitador de Jim Morrison en la décima temporada de Yo me llamo, abrió su corazón y compartió un oscuro episodio de su vida del que salió gracias a la filosofía y la música, pues un desamor que se sumó a una crisis existencial que padeció a los 25 años lo llevó a desear su muerte. “Para mí despertarme en ese periodo era una tortura”.

No obstante, darse cuenta de que podía expresar esos sentimientos a través del canto le ayudó a encontrar un sentido en su vida. Ahora con la ayuda de terapia psicológica, una de sus mayores prioridades es cuidar de su salud mental.

“Me terminó la mi pareja de ese entonces y eso me devastó porque yo a ella la tenía en un pedestal allá arriba y para mí ella era lo era todo. Y pasar del todo a la nada es. Es horrible”.

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Después de abandonar el templo de la imitación a un paso de la final de la décima temporada, el aspirante a ser el doble perfecto con su interpretación del rockero estadounidense compartió a La Red de Caracol Televisión que tuvo pensamientos suicidas e incluso, llegó a tener una soga en su cuello, pues el fin de una relación amorosa le causó gran depresión, pues él estaba completamente enamorado y tenía todas las expectativas puestas en su pareja.

“Tras de que me habían roto el corazón, llegó esta crisis de los 25. Salí de la universidad y darme cuenta que estaba en una burbuja, que el mundo laboral no es como uno espera, que uno le toca comer. Que uno le toca es sudar la gota fría. Como que se juntaron muchas cosas y yo dije no. Entonces claro, me sumí en una depresión muy fuerte. Yo iba con una cara así como de de que yo no estaba, no quería estar acá, en este planeta, en esta vida”, relató.

A su vez, el artista declaró que, para esa época se encontraba recién graduado de la universidad y darse cuenta de que el mundo laboral no era algo fácil influyó en un estado de tristeza que se apoderó de él, al punto que cada noche se acostaba con la esperanza de no tener que despertarse al día siguiente.

“Sí, lo pensé muchas veces. Hubo un momento que creo que fue el momento como más disruptivo en ese proceso, que sí vi un lazo de fique que estaba colgado. Estábamos construyendo un segundo piso ahí en la casa y vi el lazo colgado y eran las 18:00 de la tarde así, esa oscuridad terrible y me lo alcancé a amarrar y dije. Sentí un pánico, una vaina horrible, y dije no, me lo quité y lo boté. Y desde entonces decidí que no, no era la opción que quería para mi vida”, añadió.

El músico oriundo de Fusagasugá, Cundinamarca, que se hizo popular por su personificación de Jim Morrison en Yo me llamo, ha estado acompañado no solo por los reflectores del éxito artístico, sino también por una relación que se ha movido al margen de la exposición mediática. Laura Martínez, comunicadora social y periodista bogotana, se ha convertido en un apoyo constante en la vida del cantante, fortaleciendo un vínculo que comenzó en 2022.

El encuentro entre ambos surgió en el contexto de un evento cultural en Bogotá. Rodeados de contactos relacionados con el mundo del entretenimiento, una conexión fue evidente desde el principio. A pesar de la naturaleza pública del trabajo de Santiago, la pareja optó por construir una relación alejada de la atención constante de los medios, un contraste con la fama que acompaña al imitador de la leyenda del rock.

Más de dos años después, esa química inicial ha evolucionado en una relación sólida basada en la complicidad. Aunque se han mostrado juntos en ocasiones a través de redes sociales, su enfoque hacia la privacidad ha definido una narrativa distinta a la que suelen construir muchas figuras públicas. Durante la participación de Santiago en el reconocido concurso de Caracol Televisión, Laura ha estado presente en los momentos más importantes, desde los ensayos hasta la celebración de cada logro, siempre en un segundo plano.

La relación de Santiago y Laura trasciende las dinámicas típicas del medio artístico. En lugar de buscar protagonismo, el enfoque ha sido la construcción de un espacio compartido que equilibre las demandas del espectáculo con la vida personal. Este aspecto dota de humanidad la carrera del imitador de Morrison, recordando que detrás del escenario y la aclamación hay personas que valoran las conexiones auténticas y el apoyo mutuo.

Con esta historia, la pareja ha demostrado que es posible mantener un vínculo significativo sin sucumbir al espectáculo público, eligiendo construir su vida lejos de las luces del escenario, pero bajo un ritmo propio que refleja sinceridad y estabilidad.