El sector lácteo colombiano busca estabilidad en medio de sanciones y alzas de precios

El mercado lácteo en Colombia atraviesa un momento crucial, con un panorama que refleja tanto desafíos como oportunidades para la industria. Tras un 2024 marcado por la incertidumbre, los productores enfrentan una etapa de reajustes en precios, producción y regulaciones, buscando consolidar una recuperación sostenida a lo largo del 2025.

Uno de los factores clave para el sector será el comportamiento del acopio de leche, que podría aumentar un 5% en el primer trimestre de 2025 con respecto al último trimestre del año anterior. Según un informe de Bancolombia, esta alza en la recolecta podría influir directamente en los precios, con un incremento estimado del 18%. Sin embargo, en la segunda mitad del año, se prevé una reducción del precio base entre el 8% y el 9%, lo que impactará la rentabilidad de los productores.

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Los expertos indican que para mantener la estabilidad en los precios y asegurar la competitividad en el mercado internacional, los productores deben enfocarse en mejorar la calidad de la leche. Factores como el contenido de proteína, grasa y sólidos totales determinan los incentivos económicos otorgados por la industria. Además, la sostenibilidad en la producción y la reducción de emisiones de CO₂ se convirtieron en elementos clave para acceder a bonificaciones adicionales.

En el frente comercial, las exportaciones de productos lácteos experimentaron un crecimiento significativo del 142% en 2024, alcanzando las 12.328 toneladas. La leche en polvo lideró las ventas internacionales con 8.663 toneladas, seguida por los lactosueros y el yogur. La reapertura comercial con Venezuela resultó fundamental en este repunte, absorbiendo el 97,4% de la leche en polvo colombiana. Estados Unidos, por su parte, se consolidó como el principal destino del yogur, beneficiándose del Tratado de Libre Comercio (TLC).

Mientras tanto, las importaciones de productos lácteos registraron una caída del 12,4%, con una disminución del 22,6% en la compra de leche en polvo. Esta reducción responde a la menor demanda interna y al incremento del 10% en los precios de la leche en polvo en EE.UU., uno de los principales proveedores. Adicionalmente, los aranceles impuestos desde septiembre de 2024 hasta enero de 2025 contribuyeron a frenar la compra de productos extranjeros.

El mercado también se vio sacudido por un escándalo que involucra a varias compañías lácteas. La Superintendencia de Industria y Comercio sancionó a Gloria, Lactalis, Hacienda San Mateo y Sabanalac con multas que suman 21.000 millones de pesos, tras descubrir que estas empresas vendieron leche adulterada con lactosuero, una sustancia prohibida. La incorporación de este compuesto en la producción permitió a estas empresas reducir costos y aumentar sus ganancias de manera fraudulenta, afectando la confianza del consumidor y la transparencia del mercado.

A pesar de la reducción del 24% en el inventario de leche en polvo, el incremento en la capacidad de pulverización en el país facilitó la gestión de excedentes y dinamizó las exportaciones. Sin embargo, los pequeños y medianos productores continúan enfrentando dificultades para acceder a esta infraestructura, lo que limita su competitividad en el mercado.

Por otro lado, la calidad composicional e higiénica de la leche sigue siendo un reto importante para la industria. Mientras que en el trópico alto se lograron mejoras en el contenido de grasa y sólidos totales, con bonificaciones de hasta 113 y 84 pesos por litro en regiones como Antioquia y Quindío, el trópico bajo sigue presentando dificultades para cumplir con los estándares sanitarios. En particular, se evidenció un rezago en la reducción de unidades formadoras de colonias (UFC), un indicador clave para garantizar la calidad del producto final.

El consumo de productos lácteos, que había caído desde diciembre de 2022, comenzó a mostrar signos de recuperación en 2024, impulsado por una desaceleración en los precios al consumidor. Sin embargo, la reducción del 12% en las bonificaciones voluntarias que la industria paga a los productores significó menores ingresos para los ganaderos, lo que podría afectar la inversión en el sector a largo plazo.