Los desconcertantes argumentos sobre las mujeres y el poder en “Game of Thrones”

Por Alyssa Rosenberg

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Las mujeres en Game of Thrones no son damiselas y, a menudo, están en situaciones muy angustiantes que luchan por salvar sus propias vidas. Sus historias, hasta ahora, no han incidido en el relato de la serie.

Las guerras que han desestabilizado a los Westeros, el continente del centro de la serie, fueron provocadas por la violencia sexual, el honor y el poder de la féminas. Games of Thrones ha inspirado intensos debates sobre la diferencia entre la representación de la violencia sexual y su sexualización, cuyas perspectivas se basan en la violación, el consentimiento y el papel que juegan estos personajes en la trama.

Los personajes femeninos ahora se han movido de los lados y ellas se han convertido en las principales aspirantes al Iron Throne (Trono de hierro). Por eso, los productores de la serie han comenzado a explorar un nuevo y relevante aspecto feminista del relato de ficción. Después de poner de manifiesto que la violación es un cáncer que puede destruir una sociedad desde dentro, Game of Thrones quiere que los espectadores consideremos lo que se necesita para cambiar eso y qué significa el empoderamiento de las mujeres para el mundo que esperan gobernar.

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Game of Thrones gira entorno a la venganza de las mujeres que han sido brutalizadas y violadas y que, a medida que pasa el tiempo, ganan poder. Esa transición es lo que hemos visto en la séptima temporada de la serie.

Este cambio empezó a gestarse en la sexta temporada. En el norte, Sansa Stark (Sophie Turner) escapó de Ramsay Bolton (Iwan Rheon) derrotándolo en la batalla de los bastardos con una maniobra militar y con la ayuda de unos galgos. Con esta acción, la mujer quiere asegurarse que el maltratador jamás regresará a buscarla de nuevo. Tras la llegada del rey, Cersei Lannister (Lena Headey) perpetró un acto de terrorismo doméstico quemando y matando a Margaery Tyrell (Natalie Dormer), su rival para el trono, y High Sparrow (Jonathan Pryce), un líder populista que la encarceló y la humilló. Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) fue encarcelada antes de quemar a sus enemigos en Vaes Dothrak, tomando el mando del Dothraki y poniendo rumbo a Westeros.

Ahí lo tienes: viola, esclaviza o humilla a una mujer en Game of Thrones y ella tramará tu asesinato, maldecirá al hijo que llevas en el vientre, quemará tu ciudad, bombardeará tu lugar de culto, hará que unos perros te ataquen o dejará que unos zombies te torturen hasta dejarte ciego. Todo ello como una especie de pantomima grotesca de tu victimización.

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La violencia más íntima ha sido siempre un catalizador para muchos de los acontecimientos que alteran el relato de Game of Thrones, como la acusación de que Rhaeger Targaryen había secuestrado y violado a Lyanna Stark. Pero ahora, muchos de los personajes femeninos que sufrieron tanto se han levantado para dirigir ejércitos y movimientos.

La pregunta que plantea la serie es cómo el género y la gobernabilidad ha cambiado. Games of Thrones nos obliga a enfrentarnos a algo mas incómodo: la posibilidad de que la liberación personal de los personajes femeninos no se traduzca en un cambio social más amplio.

La implicación en Game of Thrones ha sido durante mucho tiempo el costo de la libertad, que podría marcar la vida de personajes como Cersei, Sansa y Dany, lo que hace difícil para ellos introducir nuevos estilos o sistemas de gobierno. En la séptima temporada de la serie se ha reforzado este mensaje repetidamente.

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Cersei pudo haber ofrecido la promesa de casarse con Euron Greyjoy (Pilou Asbaek) para conseguir su ayuda y así hostigar a sus enemigos en el mar. Pero exigió una venganza altamente personal contra Ellaria Sand (Indira Varma) por matar a la hija de Cersei. En todo caso, Cersei ha gobernado teniendo en cuenta la tradición de su padre Tywin Lannister (Charles Dance) en lugar de forjar una administración propia. Ella ha ejecutado brillantes ataques militares, uno de los cuales le permitirá estar a la altura de la idea de que "un Lannister siempre paga sus deudas" a gran escala.

Una mujer renegada puede ser una válvula de presión para un sistema que sigue siendo, en gran parte, desigual. Disfrutar del espectáculo que se presenta es una cosa. Doblar la rodilla hacia ella, y aceptar todos los cambios que van a acontecer, es otra.