
En el callejón de los centros de datos del norte de Virginia, edificios sin ventanas del tamaño de hangares de aviones alimentan la industria de la inteligencia artificial estadounidense, que está inmersa en una carrera contra China.
Sin embargo, estos centros de datos dependen cada vez más de China, el rival geopolítico de Estados Unidos, para una tecnología vital: las baterías.
Estas instalaciones pueden consumir tanta electricidad como una ciudad pequeña, y sobrecargar las redes eléctricas locales. Incluso los parpadeos pueden tener efectos en cadena y corromper la sensible codificación informática de la IA.
Para hacer frente a esta situación, los gigantes tecnológicos pretenden comprar miles de millones de dólares en grandes baterías de iones de litio, un campo en el que "China es líder en casi todos los componentes industriales", dijo Dan Wang, experto en el sector tecnológico chino de la Institución Hoover de Stanford. "Van por delante, tanto tecnológicamente como en términos de escala".
A poca distancia de los centros de datos, en el Pentágono, los militares lanzan advertencias similares, aunque por motivos diferentes. Los estrategas militares, que observan cómo se reinventa la guerra moderna en Ucrania, afirman que las fuerzas armadas necesitarán millones de baterías para alimentar drones, láseres y otras innumerables armas del futuro.
Muchas de esas baterías también proceden de China.
El dominio chino de las baterías ha sido durante mucho tiempo un problema para industrias como la fabricación de automóviles, pero ahora se considera cada vez más una amenaza para la seguridad nacional. En la actualidad, las fuerzas militares estadounidenses dependen de las cadenas de suministro chinas para unos 6000 componentes individuales de baterías en distintos programas de armamento, según Govini, una empresa de análisis de defensa.
"La realidad es muy cruda", dijo Tara Murphy Dougherty, directora ejecutiva de Govini, en una reciente reunión de altos funcionarios de defensa e industria en California. "Hay piezas extranjeras en el 100 por ciento de nuestros sistemas de armas y plataformas militares".
China comprende la importancia de estas baterías. El 9 de octubre, en medio de crecientes disputas comerciales, China amenazó con limitar las exportaciones de algunas de sus tecnologías de iones de litio más avanzadas, incluidos componentes fundamentales como ánodos y cátodos de grafito.
El gobierno de Donald Trump se enfrenta a un dilema.
Cuando el presidente Trump llegó al poder, su gobierno inicialmente congeló miles de millones de dólares en subvenciones federales de la era de Joe Biden para la fabricación de baterías, agrupándolas con los vehículos eléctricos, las granjas solares, los aerogeneradores y otras tecnologías de energía limpia a las que Trump había querido restar importancia. Trump ha despreciado los coches eléctricos y los ha calificado de "estafa".
Sin embargo, más recientemente, el gobierno ha llegado a considerar que la tecnología de las baterías es fundamental para muchas de las cosas que más le importan, como la inteligencia artificial y la defensa. En entrevistas, más de una decena de ejecutivos de la industria de las baterías, grupos de cabildeo, expertos militares y otras personas cercanas al gobierno dijeron que la Casa Blanca había mostrado un creciente interés en fomentar una industria nacional de baterías desvinculada de China.
En las últimas semanas, la Casa Blanca ha realizado reuniones de alto nivel sobre la cadena de suministro de baterías, según tres personas familiarizadas con el asunto. El Consejo Nacional para el Dominio Energético, creado por Trump para coordinar la política energética, se ha reunido con empresas de baterías. El Departamento de Energía discretamente ha permitido que sigan adelante muchas subvenciones de la era Biden para fabricantes de baterías. También ha anunciado recientemente hasta 500 millones de dólares para materiales de baterías y proyectos de reciclaje.
El gobierno ha empezado a invertir en empresas que desarrollan componentes de baterías o minerales críticos, como Eos, una empresa de baterías de nueva generación. Como parte de un acuerdo comercial, los funcionarios presionaron a Japón para que prometiera invertir miles de millones de dólares en la fabricación de baterías en Estados Unidos. Y la Ley de Autorización de Defensa Nacional, aprobada este mes, incluye restricciones del Pentágono a la compra de baterías a "entidades extranjeras preocupantes", principalmente China.
El gobierno dice que "no nos gustan los vehículos eléctricos, pero necesitamos baterías para los drones y los centros de datos y la IA", dijo Samm Gillard, director ejecutivo y cofundador de la Coalición de Defensa de las Baterías para la Transformación Tecnológica, un grupo comercial. "Están reconociendo que el dominio de China sobre la cadena de suministro de baterías socava nuestra seguridad nacional".
Taylor Rogers, vocera de la Casa Blanca, dijo que el presidente Trump estaba "desplegando todos los aspectos del gobierno para colaborar estrechamente" a fin de "garantizar que Estados Unidos sea el líder mundial en la producción de minerales críticos y baterías".
Los expertos afirman que construir una industria que no dependa de China será sumamente difícil. China es dominante en baterías de litio hierro fosfato, o LFP, por su sigla en inglés, preferidas tanto para los vehículos eléctricos como para el almacenamiento estacionario.
[El gráfico muestra el porcentaje controlado por China de minería y refinación de los diversos elementos usados en las baterías, así como la proporción de componentes y celdas que produce.]
En 2024, China fabricaba el 99 por ciento de las celdas de LFP del mundo y más del 90 por ciento de los componentes principales, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Ese dominio se extiende al refinado de materias primas como el litio y el grafito, así como a componentes cruciales como los cátodos y ánodos que impulsan el movimiento de los electrones dentro de las baterías.
Estados Unidos tiene sus propios yacimientos de litio y sus propias empresas de baterías. Pero los expertos dicen que puede hacer falta un esfuerzo coordinado y el apoyo del gobierno para hacer frente a los competidores chinos, fuertemente subvencionados. El refinado de minerales críticos también puede ser un proceso peligroso y las normas medioambientales estadounidenses podrían encarecer el proceso mucho más que en China.
Los analistas estiman que los fabricantes estadounidenses tardarían al menos media década en producir suficientes celdas LFP para satisfacer la demanda interna, y mucho más en crear cadenas de suministro para los componentes subyacentes.
Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE, comparó la dependencia mundial de China con la dependencia europea del gas natural ruso. Después de que Rusia atacara Ucrania, se temió que Moscú cortara el suministro.
"Depender para una mercancía estratégica o una tecnología de un solo país, de una sola ruta comercial", dijo Birol, "siempre es arriesgado".
El dilema representa un cambio en la carrera de la IA, que depende cada vez más de la infraestructura eléctrica de una nación --su capacidad para suministrar de forma fiable grandes cantidades de electricidad a centros de datos hambrientos de energía-- tanto como de los chips informáticos.
"La electricidad no es simplemente un servicio público", dijo el gigante de la IA OpenAI en una carta de octubre. "Es un activo estratégico que asegurará nuestro liderazgo en la tecnología más trascendental desde la electricidad misma".
El dominio de las baterías es una parte importante del creciente liderazgo de China en la generación de energía en general, incluidas las energías renovables. China considera desde hace tiempo que las baterías son una prioridad industrial y militar, según Wang, el experto de la Institución Hoover.
Los expertos en IA afirman que las empresas estadounidenses siguen liderando la capacidad informática. Sin embargo, cada vez preocupa más que la ventaja de China en infraestructuras energéticas pueda ayudar al país a adelantar a Estados Unidos.
"He llamado a la IA 'Proyecto Manhattan 2'", dijo en septiembre Chris Wright, secretario de Energía, en referencia al esfuerzo hecho por Estados Unidos en la década de 1940 para fabricar armas nucleares. Si "China nos adelantara significativamente en IA, nos convertiríamos en la nación secundaria del planeta", añadió.
Por qué los centros de datos quieren baterías
Los ingenieros que mantienen en funcionamiento los centros de datos se refieren a los "cinco nueves" de la fiabilidad. Es decir, se esfuerzan por mantener las instalaciones en línea el 99,999 por ciento del tiempo.
Para ello requieren una energía fiable. Los gigantes tecnológicos han estado luchando por obtener energía del gas natural o de las centrales nucleares existentes, que pueden funcionar a todas horas, y apuestan por tecnologías incipientes como reactores más pequeños o centrales geotérmicas avanzadas.
"Se trata de conseguir lo que se pueda", dijo Justin Gruetzner, ejecutivo de Burns & McDonnell, una empresa de ingeniería de centros de datos.
Las baterías son cada vez más críticas: la mayoría de los centros de datos dependen de ellas como respaldo. Las baterías pueden proporcionar energía instantánea en caso de un apagón mientras se encienden los generadores alimentados por gas natural o gasóleo, lo que ayuda a garantizar que no se pierdan datos.
La IA tiene necesidades energéticas especialmente inmensas. Una consulta de IA puede requerir unas 10 veces más electricidad que las búsquedas tradicionales en internet, según estimaciones del Instituto de Investigación de la Energía Eléctrica. Y la enorme potencia de cálculo puede provocar importantes fluctuaciones en la demanda de energía.
La energía "puede fluctuar drásticamente varias veces por minuto", dijo Chris Brown, director técnico del Uptime Institute, un organismo asesor de centros de datos. A escala, estas oscilaciones pueden ascender a decenas o cientos de megavatios e incluso dañar la infraestructura de la red eléctrica, han advertido investigadores de Microsoft.
Incluso las interrupciones menores pueden provocar lo que se conoce como "corrupción silenciosa de datos", una preocupación emergente en la que el hardware de IA produce errores de cálculo. Durante un experimento, "un error de corrupción silenciosa de datos rompió el modelo", dijo Jeffrey J. Ma, autor principal de un artículo sobre el fenómeno.
Las baterías de iones de litio que China domina son cada vez más prevalentes. En febrero, Google dijo que había instalado más de 100 millones de celdas en sus centros de datos y que había empezado a sustituir los generadores diésel por baterías. Microsoft dijo que pretendía que sus centros de datos eliminaran el gasóleo como combustible de reserva para 2030, con el fin de cumplir los objetivos medioambientales.
Las baterías y la realidad de la guerra
Entre las lecciones extraídas de los horrores de Ucrania se encuentra una realidad desalentadora: el futuro del poder militar reside en las baterías.
Muchos drones del campo de batalla funcionan con baterías de litio que dependen de materiales y tecnología de China. En Ucrania, los controles chinos a la exportación han ralentizado la producción y triplicado los precios de algunos componentes, según los analistas de defensa.
"Cada restricción de las exportaciones chinas desde 2022 ha repercutido directamente en el campo de batalla", dijo Catarina Buchatskiy, experta en defensa del Instituto Snake Island, que se enfoca en la tecnología militar. Estados Unidos podría enfrentarse pronto a este problema, dijo, y añadió que el tipo de componentes que Ucrania ha luchado por conseguir "están integrados en todos los programas de defensa occidentales".
[El gráfico muestra la cifra que Rusia y Ucrania compran a China en baterías, comparada con sus compras a otros países.]
Láseres, radios portátiles, gafas de visión nocturna, satélites y drones utilizan baterías avanzadas. El soldado promedio lleva hasta 11 kilos de baterías para una patrulla estándar de 72 horas.
Y el cambio hacia vehículos más sigilosos, sistemas no tripulados, guerra electrónica y constelaciones de pequeños satélites han disparado la demanda, dijo Jeffrey Nadaner, quien fue subsecretario adjunto de Defensa para Política Industrial durante el primer gobierno de Trump. Apuntalar la industria estadounidense de baterías, dijo, merece un esfuerzo a la altura del "programa espacial Apolo".
El Pentágono está prestando atención. La Ley de Autorización de la Defensa Nacional de 2025 ordenaba una nueva estrategia para las baterías, y en un libro blanco publicado este año, la Agencia Logística de Defensa dijo que el departamento debería tratar la tecnología de las baterías como una misión crítica.
Elaine K. Dezenski, experta en riesgos geopolíticos y seguridad de la cadena de suministro de la Fundación para la Defensa de las Democracias, dijo: "Cuando pensamos en el futuro de la fabricación y la defensa, y en cómo deberíamos proteger las cadenas de suministro críticas, los chips son el cerebro, y las baterías son el corazón".
Las empresas de baterías van a Washington
En 2024, la empresa emergente Group14 Technologies obtuvo un subsidio de 200 millones de dólares del gobierno de Biden para construir una fábrica en Moses Lake, Washington, con el fin de producir un sustituto del grafito, un material clave que hoy en día procede mayoritariamente de China. Pero tras la toma de posesión de Trump, la subvención de Group14 se vio envuelta en un esfuerzo más amplio del gobierno por congelar la financiación de las energías limpias.
Tras una revisión exhaustiva, el Departamento de Energía permitió que muchos subsidios para baterías siguieran adelante "porque el gobierno reconoció que no se trata de izquierda contra derecha o verde contra no verde", dijo Rick Luebbe, director ejecutivo de Group14.
Aun así, dijo, las fábricas que está construyendo Group14 solo podrán sustituir una fracción de los materiales chinos. Para competir con las subvenciones industriales chinas, Washington tendría que hacer más. "Veo más tolerancia hacia los proyectos de baterías. Lo que no veo es inversión", dijo.
Otras empresas de baterías han notado la nueva receptividad del gobierno. "A la gestión de Biden le gustó nuestra estrategia de sostenibilidad", dijo Judy Brown, responsable de asuntos externos de South32, una empresa que ha recibido ayudas federales para desarrollar una mina de manganeso en Arizona, un material clave para las baterías. "Al gobierno de Trump le gusta la historia de la seguridad nacional".
Una cuestión, dicen los expertos, es si Estados Unidos puede mantener una industria nacional, incluso cuando las ventas de vehículos eléctricos disminuyan, socavadas por las políticas de Trump.
Los funcionarios de Trump han "suavizado su tono sobre las baterías", dijo Noah Gordon, experto en sostenibilidad y geopolítica de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. "Pero la política sigue siendo incoherente" por su hostilidad hacia los vehículos eléctricos, dijo. "Intentan impulsar la fabricación de baterías al tiempo que socavan las mayores fuentes de demanda".
Hiroko Tabuchi cubre la contaminación y el medioambiente para el Times. Ha sido periodista desde hace más de 20 años en Tokio y Nueva York.
Brad Plumer es un reportero del Times que cubre las iniciativas tecnológicas y políticas para abordar el calentamiento global.
Harry Stevens es un reportero y editor gráfico del Times que cubre el cambio climático, la energía y el mundo natural.
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