
El buque más reciente en la mira de Estados Unidos en su campaña de presión sobre Venezuela enviaba señales de socorro mientras se dirigía al noreste desde el Caribe hacia el Atlántico.
La Guardia Costera estadounidense intentó interceptar el sábado un petrolero vinculado a Venezuela que huye del mar Caribe, según tres funcionarios estadounidenses que hablaron bajo condición de anonimato sobre una operación delicada, días después de que el presidente Donald Trump dijera que tomaría medidas enérgicas contra los buques sancionados implicados en el comercio de petróleo del país.
El petrolero, llamado Bella 1, se dirigía a recoger petróleo en Venezuela y no llevaba carga, según uno de los funcionarios y los datos de seguimiento de buques. Tras el incidente, huyó hacia el noreste, adentrándose en el océano Atlántico. El petrolero está sometido a sanciones estadounidenses desde el año pasado por transportar petróleo iraní que, según las autoridades federales, se vende para financiar el terrorismo.
Cuando las fuerzas estadounidenses se acercaron al Bella 1 el sábado por la noche, este no enarbolaba una bandera nacional válida, dijeron los funcionarios, lo que lo convertía en un buque apátrida susceptible de ser abordado en alta mar según el derecho internacional.
Las autoridades estadounidenses habían obtenido una orden de incautación de un juez federal que les permitiría tomar posesión del barco, dijeron dos de los funcionarios. La orden se había solicitado por la implicación previa del Bella 1 en el comercio de petróleo iraní, no por sus vínculos con Venezuela.
Pero el barco no se sometió al abordaje y siguió navegando, dijo uno de los funcionarios. Un segundo funcionario se refirió a la situación como "una persecución activa".
El domingo por la mañana, el barco empezó a emitir señales de socorro a los barcos cercanos, según mensajes de radio revisados por el Times y publicados por primera vez en internet por un bloguero marítimo. Los mensajes muestran al barco navegando hacia el noreste en el océano Atlántico, a más de 480 kilómetros de Antigua y Barbuda. El domingo por la noche, Bella 1 había enviado más de 75 alertas.
La Guardia Costera había abordado con éxito otro petrolero a primera hora del sábado, y Estados Unidos había tomado posesión de un tercer petrolero el 10 de diciembre, que se encuentra ahora en un puerto de Texas.
Las acciones estadounidenses representaron una escalada significativa en la campaña de presión de Trump contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Se producen cuando Maduro ha ordenado a buques de la Armada venezolana que acompañen a algunos petroleros que salen de su país, lo que aumenta la probabilidad de un enfrentamiento armado en el mar. El Bella 1 aún no había llegado a aguas venezolanas y no contaba con tal escolta, según uno de los funcionarios y los datos de seguimiento de buques.
Trump ha acusado a Maduro de inundar Estados Unidos de fentanilo y de robar petróleo a empresas estadounidenses, sin aportar pruebas. La economía de Venezuela depende de la exportación de petróleo, y las confiscaciones son un intento de estrangular este comercio vital.
A primera hora de la mañana del sábado, la Guardia Costera había detenido y abordado un segundo barco, el Centuries, que había recogido petróleo recientemente en Venezuela y se dirigía hacia el este. Dos personas de la industria petrolera venezolana dijeron que el cargamento pertenecía a un comerciante de petróleo con sede en China.
A diferencia del caso del Bella 1, las fuerzas estadounidenses no disponían de una orden judicial para apresar el Centuries. No estaba claro cuánto tiempo pensaba Estados Unidos retener el barco, que enarbolaba bandera panameña. Un funcionario estadounidense dijo que la Guardia Costera estaba intentando determinar si la matrícula panameña del barco era válida.
Trump dio a entender el martes que se avecinaban más incautaciones, anunciando un "bloqueo total" de los petroleros que viajaban hacia y desde Venezuela y que estaban sometidos a sanciones estadounidenses. Pero el Centuries no aparece en una lista pública de entidades sometidas a sanciones estadounidenses que mantiene el Departamento del Tesoro.
Los acontecimientos han aumentado la incertidumbre sobre las intenciones finales del gobierno de Trump. Si Estados Unidos sigue permitiendo que la mayoría de los barcos entren y salgan libremente de los puertos venezolanos, no se tratará de un verdadero bloqueo, que constituiría un acto de guerra. En cambio, la operación se asemejaría más a una acción de aplicación de la ley.
Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, publicó en las redes sociales el sábado por la tarde que la Guardia Costera había "apresado" a un petrolero que había atracado en Venezuela, refiriéndose, aparentemente, al Centuries.
"Estados Unidos seguirá persiguiendo el movimiento ilícito de petróleo sancionado que se utiliza para financiar el narcoterrorismo en la región", escribió. "Los vamos a encontrar y los vamos a detener".
Noem también publicó un video que parecía mostrar a fuerzas estadounidenses descendiendo en rápel desde un helicóptero a la cubierta del barco.
La Casa Blanca declinó hacer comentarios sobre el abordaje del Centuries y no respondió de inmediato a las preguntas sobre la interceptación del Bella 1.
En respuesta al abordaje del Centuries, el gobierno venezolano dijo que el país "denuncia y rechaza categóricamente el robo y secuestro de otro buque privado que transporta petróleo venezolano, así como la desaparición forzada de su tripulación".
Los barcos atacados forman parte de una flota fantasma de petroleros que transportan petróleo de Irán, Venezuela y Rusia, en violación a las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros países. Los expertos en transporte marítimo y energía calculan que estos petroleros fantasma representan hasta el 20 por ciento de la flota mundial de petroleros.
Los buques suelen disimular por dónde viajan y presentan documentación falsa.
En su viaje anterior, el Bella 1 falseó su señal de localización, un método conocido como spoofing, que puede realizarse mediante la emisión de datos falsificados a través de transpondedores de localización, según un análisis de The New York Times de imágenes de satélite y datos de seguimiento de buques. El Bella 1 cargó petróleo de la isla de Kharg, la principal terminal de exportación de petróleo de Irán, en agosto, según el análisis. El petrolero transfirió luego su carga a otro petrolero frente a la costa de Omán antes de dirigirse al Caribe, donde fue interceptado.
El Bella 1 tenía previsto cargar crudo venezolano por última vez en noviembre, cuando recibió un contrato por un millón de barriles, según datos internos de la compañía petrolera estatal del país. El petróleo fue comprado por una empresa vinculada a Ramón Carretero, un empresario panameño que este mes fue sometido a sanciones estadounidenses por sus tratos financieros con la familia Maduro, según muestran los datos.
Funcionarios del gobierno de Trump han dicho que las operaciones de embarque forman parte de un esfuerzo para debilitar las finanzas del gobierno de Maduro. Gran parte del petróleo venezolano va a China; una fracción a través de una complicada red de reventa con Cuba. Pero una parte tiene licencia especial para llegar a Estados Unidos.
Desde hace tiempo, Estados Unidos se opone a Maduro; tanto los gobiernos demócratas como los republicanos lo han calificado de dictador y lo han acusado de corrupción y de abusos contra los derechos humanos.
Trump afirmó en una publicación en redes sociales que el gobierno de Maduro utilizaba el petróleo para financiar "el narcoterrorismo, el tráfico de personas, los asesinatos y los secuestros". Pero no ha ofrecido pruebas públicamente.
Durante meses, Estados Unidos ha aumentado su fuerte presencia militar en el Caribe. Desde septiembre, las fuerzas estadounidenses han matado al menos a 104 personas en ataques contra embarcaciones que, según el gobierno, traficaban con drogas. Pero la cocaína que transita por Venezuela suele ser enviada a Europa, y muchos expertos jurídicos afirman que los ataques a embarcaciones son ilegales.
El gobierno venezolano ha dicho que Estados Unidos pretende apoderarse de sus reservas de petróleo, que están entre las mayores del mundo. Trump y sus principales asesores han expresado públicamente su interés por controlar ese suministro.
El 10 de diciembre, el conflicto entre ambos países recrudeció cuando agentes estadounidenses armados abordaron e incautaron un petrolero llamado Skipper que transportaba petróleo venezolano. El barco enarbolaba una bandera falsa y estaba sometido a sanciones estadounidenses por haber transportado anteriormente crudo iraní. Al igual que con el Bella 1, las autoridades estadounidenses habían obtenido una orden de incautación del buque por sus conexiones con Irán. La tripulación del Skipper lo llevó hasta el puerto de Galveston, Texas, bajo la supervisión de la Guardia Costera.
Sin embargo, Estados Unidos aún no ha procedido a confiscar el petróleo a bordo del Skipper, dijo un funcionario estadounidense. Hacerlo requeriría un proceso legal separado, y los fiscales probablemente tendrían que ofrecer pruebas de la afirmación de Trump de que el petróleo venezolano se estaba utilizando para apoyar el terrorismo.
Tras el episodio del Skipper, Maduro ordenó a su armada que escoltara a los petroleros que salieran de los puertos venezolanos.
Las imágenes por satélite revisadas por The New York Times mostraban el jueves al Centuries dirigiéndose hacia el este, flanqueado por tres buques que podrían pertenecer a la Armada venezolana. La flotilla parecía escoltar al superpetrolero, así como a otros dos buques mercantes, hasta el límite de la zona económica exclusiva de Venezuela. Pero esos buques no parecían haber estado presentes durante el abordaje del sábado.
El Centuries transportaba entre 1,8 millones y dos millones de barriles de petróleo venezolano, y también se ha dedicado a la falsificación. Pero no tiene conexiones conocidas con Irán, y sus últimos seis viajes consistieron en transportar crudo y fuel venezolano a Asia.
Las autoridades estadounidenses han identificado otros petroleros que transportan petróleo venezolano que también tienen vínculos con Irán y que podrían intentar incautar, según personas con conocimiento de las conversaciones. La amenaza de más incautaciones podría disuadir a los petroleros de viajar a Venezuela. Algunos barcos que parecían dirigirse allí han dado la vuelta recientemente, según TankerTrackers.com, que vigila el transporte marítimo mundial.
Edward Wong y John Ismay colaboraron con reportería desde Washington; Zolan Kanno-Youngs desde West Palm Beach, Florida; Riley Mellen desde Nueva York, y Simon Romero desde Bogotá.
Nicholas Nehamas es corresponsal en Washington para el Times, y se centra en el gobierno de Trump y sus esfuerzos para transformar el gobierno federal.
Christiaan Triebert es periodista en el equipo de Investigaciones Visuales del Times, un grupo que combina reportería tradicional con análisis de evidencia visual para verificar y obtener datos de todo el mundo.
Tyler Pager es corresponsal del Times en la Casa Blanca, donde cubre al presidente Trump y su gobierno.
Anatoly Kurmanaev cubre Rusia y su transformación tras la invasión de Ucrania.
Eric Schmitt es corresponsal de seguridad nacional para el Times. Lleva más de tres décadas informando sobre asuntos militares y antiterrorismo en Estados Unidos.
Edward Wong y John Ismay colaboraron con reportería desde Washington; Zolan Kanno-Youngs desde West Palm Beach, Florida; Riley Mellen desde Nueva York, y Simon Romero desde Bogotá.
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