‘Luché contra la ley, y la ley ganó’

Por Roger Cohen

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Cuando no existe una amenaza externa, hay menos incentivos para estar unidos. Cuanto más grande es la amenaza, mayor es la cohesión entre el pueblo. La consecuencia directa del 11 de septiembre fue la máxima manifestación de la unidad estadounidense. Ahora, acabamos de llegar al momento más álgido de la fragmentación en el país.

Viví la mayor parte de mi vida en la Guerra Fría. La amenaza externa era clara. Cuando terminó, las sociedades se inclinaron hacia el narcisismo. El instinto tribal ganó. La selfie es la imagen del espíritu de la época. La vorágine de opciones nos dejó abrumados. El ruido aumentó.

Ha sido una larga disolución, salpicada de errores. El declive en relación con otras potencias causó más desesperación entre los estadounidenses. Se habían acostumbrado a que el siglo fuera suyo. Luego fueron empujados a otro que ya no lo era. Estaban bajo asedio.

Después vino la desorientación. Al final, pusieron en la Casa Blanca a un maniaco que no cesa de dar bramidos.

El presidente Donald Trump está perturbado y su condición se agrava día a día. Cuando se siente acorralado, sus síntomas se salen de control. Dado que es un narcisista, no soporta ninguna sugerencia de que no puede salirse con la suya. Entonces, tuitea: “¡FUE UNA CONVERSACIÓN PERFECTA CON EL PRESIDENTE DE UCRANIA!”

Ay, claro, la conversación del 25 de julio entre Trump y el presidente Volodímir Zelenski fue impecable: tanto la manera en que Trump le preguntó al nuevo líder si nos podría “hacer un favor” antes de desvariar sobre “el servidor” que, en su mente aturdida, por alguna razón se encuentra en Ucrania y es la clave de una conspiración política que él apoya y que involucra a los demócratas, como la manera en la que Trump preguntó si el nuevo gobernante podría hablar con su abogado personal y con el fiscal general sobre los trapos sucios que pudiera reunir sobre el ex vicepresidente Joe Biden, quien es uno de los candidatos demócratas punteros para las elecciones de 2020.

Como preludio a todo esto, el comentario de Zelenski sobre su interés en comprar más equipos de defensa a Estados Unidos. A continuación, una traducción aproximada de lo que siguió: Si quieren armas, ¡hágannos el favor que les pedimos!

(Trump, de forma totalmente arbitraria, ya había suspendido toda la ayuda en materia de seguridad a Ucrania a principios de julio, en una aparente estratagema para tener ventaja, y, de forma igualmente arbitraria, había destituido a la competente diplomática de carrera Marie Jovanovich, quien fungió como embajadora de Estados Unidos en ese país hasta mayo, en un aparente intento de despejar el campo de juego para las trampas).

“Hágannos un favor” es la traducción de ‘quid pro quo’; un latinismo que se ha vuelto popular entre los lacayos de Trump que todavía insisten en llamarse republicanos, quienes siguen diciendo: “no hubo ‘quid pro quo’”, como si eso exonerara a Trump.

La conversación fue, en efecto, perfecta… para servir como fundamento para la impugnación presidencial, claro está. Fue tan perfecta que, según el relato del informante perturbado por la insensatez de la Casa Blanca de Trump, los altos funcionarios “intervinieron para ‘bloquear’ todos los registros de la llamada telefónica”.

Esa es la definición de encubrimiento. No estoy seguro de cómo se diga en latín, pero tengo entendido que los republicanos están trabajando para descubrirlo.

Mientras tanto, me he estado preguntando: ¿en qué anda el secretario de Estado, Mike Pompeo? Ya saben, aquel que se lleva tan bien con Trump y lo interpreta tan a la perfección, que ha sido capaz de esquivar todas las balas desde que Trump asumió el cargo. Ahora, los demócratas lo citaron para que entregue documentos relacionados con Ucrania que le solicitaron hace semanas. Ya parece.

El presidente Donald Trump hizo comentarios sobre el ex vicepresidente Joe Biden y Ucrania el lunes. (Foto: Doug Mills / The New York Times)
El presidente Donald Trump hizo comentarios sobre el ex vicepresidente Joe Biden y Ucrania el lunes. (Foto: Doug Mills / The New York Times)

¿Qué tiene que decir acerca de la brusca retirada de Jovanovich? ¿Por qué, según el informante, Pompeo tiene a dos embajadores de Estados Unidos tratando de explicarles a los embaucados funcionarios ucranianos cómo interpretar los mensajes contradictorios de Estados Unidos? ¿Exactamente, qué está haciendo el antiguo compañero de negocios de Kansas de Pompeo, T. Ulrich Brechbuhl, como “consejero” en el Departamento de Estado? (El hecho de que Brechbuhl estuviera escuchando durante la llamada de Trump, como el delator sugirió, se ha cuestionado).

Ahora el maníaco que da bramidos está berreando todavía más fuerte, aullando sobre espías y traición, y una buena parte de Estados Unidos va a hacerle coro. Redoblarán su furia contra los medios de comunicación, en consonancia con la declaración de Trump en las Naciones Unidas de esta semana: “Estos animales en la prensa. Son animales realmente. Algunos de los peores seres humanos que jamás hayan conocido“. Además, “son escoria, muchos de ellos son escoria”.

Trump también dijo: “Yo no hice nada. No sé si soy la persona más inocente del mundo”. Continuó: “Sólo dije que soy el más presidencial a excepción, quizá, de Abe Lincoln cuando llevaba el sombrero. Claro, eso era difícil de superar. ’Abe el honesto’, cuando llevaba ese sombrero, era difícil de superar. Pero no puedo hacer eso, ese sombrero no me funcionaría a mí. Obvio, porque tengo mejor pelo que él”.

Así es, escucharon bien.

El hombre perturbado con el cabello perfecto debería escuchar a los Bobby Fuller Four. A mediados de la década de 1960, esta banda de rock hizo una gran versión de una canción escrita por Sonny Curtis para The Crickets. El coro dice: “Luché contra la ley, y la ley ganó”; es pegadizo, ¿verdad?

*Copyright: c. 2019 The New York Times Company