El apagón de redes sociales debe generar lecciones y oportunidades en lugar de amenaza

Tomar recaudos puede hacer al próximo, tener efectos mínimos

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Foto: Chris Ratcliffe/Bloomberg
Foto: Chris Ratcliffe/Bloomberg

Junto a una pandemia, los analistas de seguridad estratégica global, a los efectos de defender la vida, bienes, derechos y el sistema democrático, consideran que un apagón es la amenaza de mayor gravitación, que ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de todos, sin importar en Occidente si fue un ataque o un error.

Decimos Occidente, porque Rusia tiene Telegram y muy pocos usuarios en las redes afectadas -que demostró que, ante un incidente, servía para un plan de contingencia- y China y Oriente prácticamente ni se inmutaron, con sus aplicaciones propias probablemente ni se enteraron. No fue un apagón global, tampoco en el mundo árabe se utilizan esas redes sociales y tuvo grandes efectos, salvo por el dato de Irán, donde WhatsApp no precisó hacer switch, ya que continúo operando normalmente. Incluso en China y Rusia, usar algunas redes es ilegal.

La presión comercial y de Estados en Occidente, donde sonaron los teléfonos de decisores y agencias repletos de incertidumbres, para que como cuando se hackeó a Amazon, y el gobierno de Estados Unidos declaró un ataque a la seguridad nacional o con fallas menores como las de diferentes aplicaciones como antivirus y debió dar respuestas. Básicamente se escenificó que había que tomar posición y seguir el tema, por las consecuencias en el espacio público, sus usuarios y sus datos pasibles de vulnerabilidad.

El problema mayor para explicarlo por parte de las empresas y gobiernos nacionales occidentales, es que se trata de un intangible; y, la complejidad de hacerlo, de hecho hay cientos de hipótesis y suposiciones y nada concreto de lo sucedido por lo difícil de trasmitirlo y dar un buen relato con un argumento convincente y sólido para ser aceptado por todo el mundo y los usuarios, sobre qué aconteció realmente en esas horas de apagón y cómo se reparó y cómo no volverá a suceder, dado el entorno competitivo.

Este apagón por parte de las empresas les brindó la oportunidad, según expertos en tecnología, de generar versiones (beta que son diferente a las web) para no necesitar ser dependientes en el futuro de los smartphones ante la enorme potencialidad del market place de Instagran, whatsApp y Facebook.

En la dimensión política, además de lo expuesto, las relaciones y coordinaciones institucionales, se usan estas aplicaciones de redes sociales para comunicar, y ésta ha sido el centro de gravedad de afectación de los gobiernos, en temas de divulgación ya que la comunicación propia se da por otros medios y no debió mover el amperímetro i amenazar comunicación interna sensible o funcionamiento institucional.

El impacto geopolítico, es que Occidente no pudo dar seguridad a sus usuarios. Las empresas privadas cada vez tienen más importancia estratégica para generar operaciones.

El dato saliente fue que en Irán, siguió funcionando WhatsApp, el territorio de un enemigo declarado de Occidente, siendo un producto de soft power para penetrar culturalmente, no fue afectado.

Entonces, qué escenarios y cursos de acción se prevén ante la caída del servicio sin otras alternativas? Se puede actuar sin alternativas? Desde luego que no. Sin embargo, la dependencia se dio ayer y pocos por defecto tenían alternativas o recurrieron a llamar por teléfono o enviar mensajes de texto como hasta hace pocos años.

Desde el Estado, esta situación, si fue un error, falla o ataque, implica amenazas, los tres servicios tienen en común al mismo propietario. Las consecuencias del mercado de valores dan la certeza de lo volátil del escenario, con consecuencias de incomunicación, perdidas económicas de muchas empresas, falta de recaudación de impuestos, caída de la actividad y se apreciaron por muchos, la precariedad que antes no se visualizaba.

Muchos con la caída, aprovecharon para comprar acciones tras la pérdida de 7 millones de Zuckerber en dos horas, pero en diecisieta horas, puede recuperar el doble si se dio una oferta y compra masiva a menor valor. Se deberá investigar por las autoridades competentes si hubo maniobras financieras de especulación o recompra.

Esta amenaza deja a la intemperie que ya los países tienen poco margen de conducción de las comunicaciones digitales, por más que tengan las reglas de la infraestructura de conectividad.

El foco estaría una vez que se descarte el ataque, si el error privado con tantos efectos -en el espacio- público, si puede volver a pasar.

Los Estados deben tener la respuesta, siempre. Probablemente, en Estados Unidos y Europa hasta se castiguen a las empresas por faltarle a sus usuarios, si es que falló y no informó a la NSA o par europea en el caso que estaba haciendo una prueba de mutar de plataforma o cambiar de logaritmo, si sufrió un ataque deberá blindarse y si fue un error, evitarse; en todos los casos debe dar explicaciones, más que WhatsApp, Instagram y Facebook han generado una concentración que unifica prestadores.

Las jurisdicciones son claras para los países desarrollados. Así continuará la división entre la esfera privada y la pública a diferencia de lo que sucedería en China, Rusia o cualquier otro país totalitario sin violarse datos de los usuarios.

En tanto, desde empresas y sociedad civil, se debe evitar otra sorpresa futura, aunque no se sepa cuándo, sí se está la noticia que darse otra falla en algún momento.

Ante el apagón, que se dio sin saber por cuántas horas se prolongaría, los más avezados han aprovechado y planificado desde el primer instante, para no perder el día de trabajo y que las pérdidas y afectaciones sean las menores posibles. Otros que no lo hicieron, sabrán qué hacer. ¿Cómo? Por medios alternativos buscaron informar cambios de plataforma y redes, como plan de contingencia, premiar a clientes que contratan por el día o avisaron a otros, no desconectarse de proveedores para evitar interrumpir la cadena de producción, y continuar la operatividad por medios analógicos, con llamados telefónicos, comunicados de prensa en otras redes co0mo en afiches y volantes de papel, entre otras.

Para el futuro, todos deben una vez que se evalúen los impactos, sin mutar ni mudar completamente, diversificar exposición y plataformas, para no ser prisioneros de focos hegemónicos, y tener la fortaleza y oportunidad ante el desafío en el sector privado de

continuar con las capacidad de operatividad, generando protocolos y planes de contingencia ya que el lema es continuar, en lo posible hacerlo en equipo, sin bloquearse ni preocuparse, sino ocuparse sin entrar en shock y conduciendo el proceso hasta la normalización de las plataformas.

Finalmente, el apagón no hizo terminar el mundo. La vida continuó, y el impacto no fue tan profundo. Tomar recaudos puede hacer al próximo, tener efectos mínimos.

(*) Abogado y Egresado de la National Defense University. Analista de Seguridad Estratégica Centro for Secure Free Society.

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