
El abuso de poder para conseguir beneficios personales, conocido como corrupción, representa uno de los desafíos más grandes para la confianza en las instituciones y el desarrollo de las sociedades. Aunque su impacto negativo es ampliamente reconocido, medirla con precisión resulta complejo. La mayor parte de los actos corruptos se realizan en secreto y rara vez quedan registrados en documentos oficiales, según destaca un informe de Our World in Data.
Formas de corrupción y actores involucrados
La corrupción adopta múltiples formas, desde el soborno —cuando un funcionario público acepta dinero o regalos a cambio de favores — hasta la malversación de fondos públicos. También existen prácticas menos visibles, que pueden no ser ilegales, como la influencia indebida de donantes en la elaboración de leyes o la promesa de empleos bien remunerados para funcionarios al finalizar su mandato. Todas estas variantes presentan un denominador común: la ruptura de la confianza en organizaciones, comunidades o países enteros.
Los principales actores de la corrupción suelen ser funcionarios públicos, ya sean elegidos o designados: presidentes, parlamentarios, jueces, policías, recaudadores de impuestos y reguladores. Del otro lado, quienes ofrecen o pagan sobornos pueden ser ciudadanos que buscan evitar sanciones o acceder a empleos públicos, y empresas interesadas en contratos estatales o regulaciones favorables. Aunque los involucrados pueden recibir beneficios inmediatos, la sociedad resulta perjudicada: la falta de cumplimiento de normas debilita a las instituciones y reduce la confianza en el gobierno. Además, la corrupción deteriora los servicios públicos para quienes no pueden pagar sobornos, agrava la desigualdad y contribuye al estancamiento económico.
Obstáculos para medir la corrupción
Medir la corrupción a nivel global implica superar diversos desafíos. Our World in Data subraya que la naturaleza clandestina de estos actos dificulta a los investigadores y responsables de políticas determinar su real magnitud. Una estrategia utilizada consiste en encuestar directamente a las personas sobre sus experiencias. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) recopila encuestas nacionales preguntando a los ciudadanos si han pagado o les han solicitado un soborno durante interacciones con funcionarios, como médicos, policías o empleados de oficinas públicas.
Los resultados varían notablemente entre países. En la mayor parte de Europa, menos del 10% de quienes han interactuado recientemente con funcionarios públicos reportan haber pagado o sido solicitados para pagar un soborno. Otras regiones como África y América Latina presentan porcentajes más altos en promedio, con variaciones entre diferentes países. En la región, Venezuela, Bolivia, Colombia y Nicaragua presentaron los porcentajes más elevados. En África, la cifra más elevada se observa en la República Democrática del Congo, donde el 80% de los encuestados reportó haber pagado un soborno o recibido uno.
Sin embargo, estos datos tienen limitaciones: la disposición a admitir el pago de sobornos varía y las diferencias culturales o en la formulación de las preguntas afectan la comparabilidad.
Experiencias y percepciones sociales
Además de las experiencias personales, la percepción social sobre la corrupción aporta otra dimensión importante. Encuestas como las Integrated Values Surveys consultan a ciudadanos sobre cuánto consideran justificable aceptar un soborno. Aunque en la mayoría de los países la gran mayoría rechaza la práctica, en algunos existe una mayor tolerancia, lo que puede influir en la frecuencia y aceptación de la corrupción.
Corrupción en el sector empresarial
Las Encuestas Empresariales del Banco Mundial consultan a empresas acerca de sus experiencias con la corrupción. En muchos países, menos del 5% de las firmas reportan haber sido solicitadas para pagar un soborno; en otros, esta cifra supera el 20% e incluso el 50%. Al igual que en las encuestas a ciudadanos, las empresas pueden mostrarse reacias a admitir hechos de corrupción, lo que puede dar lugar a una subestimación de la incidencia real.

Evaluaciones de expertos e índices compuestos
Para lograr una visión más completa, se recurre también a expertos en gobernanza y política. Proyectos como Varieties of Democracy (V-Dem) recopilan opiniones de especialistas de todo el mundo, quienes evalúan la frecuencia de prácticas como el soborno, la malversación y el abuso de poder en diferentes grupos de funcionarios públicos. Las respuestas se agrupan en un índice de corrupción política por país, en una escala de 0 a 1, donde los valores más altos indican mayor corrupción. Según Our World in Data, en gran parte de Europa los expertos consideran que la corrupción es poco frecuente, mientras que en África y Asia la perciben como generalizada. Otros índices, como el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International, también se basan en valoraciones de expertos.
Desafíos para analizar tendencias globales
No existe consenso en torno a si la corrupción aumenta o disminuye a nivel mundial. La dificultad para medirla de forma consistente a lo largo del tiempo y los cambios en la disposición a reportarla dificultan el análisis de tendencias. Los datos de largo plazo del proyecto V-Dem, con preguntas estandarizadas y criterios claros para los expertos, evidencian que algunos países han experimentado aumentos y otros, disminuciones, pero la imagen global sigue fragmentada.
Discrepancias entre métodos de medición
Comparar los diferentes métodos revela diferencias importantes. Al contrastar encuestas de la UNODC a ciudadanos con las del Banco Mundial a empresas, se observa que ambos sugieren sobornos menos comunes en Europa, pero la relación entre los resultados es débil. Así, en Egipto y Tailandia los ciudadanos reportan altos niveles de soborno, mientras las empresas no; en Malí y Vietnam es al revés. Esto indica que los indicadores no siempre reflejan el mismo fenómeno.
La comparación entre respuestas ciudadanas sobre soborno y evaluaciones de expertos de V-Dem también muestra coincidencias y divergencias. En países como Bangladesh, Honduras y Nigeria, pocos ciudadanos dicen haber sido solicitados para pagar sobornos, pero los expertos consideran que la corrupción es elevada. La diferencia se explica porque los ciudadanos suelen referirse a experiencias personales, mientras que los expertos evalúan patrones institucionales amplios, incluyendo corrupción de alto nivel.

Ventajas, limitaciones y riesgos de los diversos enfoques
Cada método posee ventajas y limitaciones. Las encuestas a ciudadanos y empresas reflejan situaciones reales y opiniones públicas, aunque pueden subestimar la corrupción por reticencia a admitirla o por diferencias de interpretación de las preguntas, además de no captar bien la corrupción de alto nivel. Las encuestas a expertos permiten una mayor cobertura geográfica y temporal, aunque sus resultados pueden verse influidos por el sesgo de los especialistas, la información de los medios o sus propios contactos. Finalmente, los índices compuestos como el Índice de Percepción de la Corrupción mezclan distintas fuentes, lo que puede dificultar la interpretación porque agrupan datos no necesariamente comparables.
Corrupción y desarrollo: una relación compleja
La relación entre corrupción y desarrollo resulta compleja. Our World in Data muestra que la corrupción afecta el desarrollo humano, la educación, la rendición de cuentas y las normas culturales. Sin embargo, señala que ningún método de medición ofrece una visión completa, y cada uno presenta limitaciones a considerar al analizar los datos.
La variedad de enfoques y resultados en la medición de la corrupción evidencia que ningún indicador por sí solo abarca toda la complejidad del fenómeno. Por ello, la interpretación de estos datos debería realizarse con cautela y pensamiento crítico, como señala Our World in Data.
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