
No es un secreto que uno de los problemas más graves que enfrenta México es el narcotráfico; por años, esta actividad ilegal ha causado grandes estragos en la sociedad mexicana, elevando el índice de violencia en cantidades exuberantes y colocando al país en diversas situaciones de crisis.
Durante administraciones pasadas, las consecuencias de la llamada guerra contra el narcotráfico dejaron miles de muertos y desaparecidos en el país. Eliminar la marihuana de la lista de sustancias que maneja el narcotráfico sería un golpe severo hacia las personas que por años se han dedicado a su producción y comercialización.
Ante ello, la Ley General para la Regulación y el Control del Cannabis se posiciona como una posible solución a las políticas prohibicionistas que han regido al país a lo largo de los años y que de alguna forma lo han llevado al estado de crisis en el que actualmente se encuentra. Cabe mencionar que, la administración del actual presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido la primera en impulsar proyectos para la regulación del consumo de la planta como estrategia de combate al narcotráfico.

Sin embargo, para que dicha situación sea posible en México es necesario deshacerse de prejuicios y tabús que a lo largo de la historia se le han adjudicado al consumo de la planta. Comenzando por los supuestos daños que ocasiona el consumo de cannabis al cuerpo humano, mismos que no son más graves que los que drogas legales como el alcohol o tabaco pueden generar; al contrario, a diferencia de dichas sustancias, la marihuana está catalogada como una planta medicinal al poseer el cannabinoide CBD (cannabidiol) cuyos efectos ayudan a tratar a pacientes con cáncer o epilepsia.
Científicamente se ha comprobado que el uso medicinal de la marihuana puede servir como analgésico, antinflamatorio, anti náusea, ansiolítico, problemas dermatológicos, migrañas, etc. La correcta regulación del uso de la planta administraría de forma correcta la producción y consumo de productos que la utilizan con fines medicinales, lo que ayudaría a alivianar el deficiente sistema de salud pública mexicano.
Es importante mencionar que, las connotaciones sociales a las que la marihuana es ligada son construcciones de ideas que a lo largo de los años se le han adjudicado, pero la realidad es que no todos los consumos son los mismos, por lo que su uso no necesariamente implica un comportamiento problemático o adictivo.

Otro de los beneficios que la legalización de la marihuana traería a la sociedad mexicana es en cuestión de seguridad y justicia, pues se estima que la tasa de impunidad por delitos graves en el país era de 94.8% hasta 2020, de los cuales una gran parte representaron arrestos por drogas. Bajo esta premisa, la legalización presentaría un descongestionamiento al sistema judicial de delitos relacionados con la marihuana, lo que a su vez permitiría que dicho sistema priorizara otras cuestiones como la seguridad de los ciudadanos y se concentraran en crímenes de grave impacto social como homicidios, secuestros, desapariciones, violencia intrafamiliar o de género, etc. Es necesario dejar de considerar a los consumidores como criminales, no es lo mismo recibir una sanción por asesinar a alguien que por simple portación de la planta.
En materia económica también podríamos gozar de beneficios puesto que, al estar regulada la producción y comercialización se abrirían las puertas a cooperativas sociales cuyas funciones se desempeñarían de acuerdo a la diversificación de oportunidades de negocios y empleos, así como la compensación del trabajo de campesinos que se han dedicado a su cultivo por años y cuya seguridad no está garantizada.
Por otra parte, abrirle las puertas al negocio del cannabis también implicaría la generación de nuevos ingresos para el estado y la oportunidad de trasladar mercados ilegales a la legalidad, lo que significaría una considerable disminución de poder del crimen organizado

Hablar de la legalización de la marihuana implica tratar temas de salud pública, seguridad nacional, economía e implicaciones sociales, dichas que tras años de debates y discusiones han llegado a colocar a la sociedad mexicana como un pueblo que está dispuesto a impulsar un consumo responsable. Del mismo modo, tomando en cuenta todas las consecuencias antes mencionadas que su legalización traería, también permitiría situar al país en el escenario internacional en materia de política de drogas y lo acercaría a la paz social.
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