
Entre México y Estados Unidos siempre habrá algún tema que tratar. Empezando por el hecho de que de los 60 millones de hispanos que viven en EEUU, la mitad son mexicanos. O que en el territorio azteca hay al menos 1.5 millones de estadounidenses residiendo. Su colindancia geográfica también los encuentra en temas comerciales, de seguridad, económicos, de salud (léase COVID-19 y todo lo que ha conllevado) y de migración. Quizás este último el más preponderante en el contexto actual. Y el presidente mexicano se ha dicho decidido a poner el tema sobre la mesa con sus pares del vecino norteño.
Andrés Manuel López Obrador asistirá en una visita escueta (casi que relámpago) a Washington D.C., acudiendo al llamado del presidente estadounidense Joe Biden, para un encuentro en el que también estará presente el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau. El común denominador entre los tres jefes de Estado es el T-MEC, ese acuerdo comercial que siempre ha existido en el triángulo norte de continente americano y que recientemente fue modificado de manera sustancial por el antecesor de Biden, Donald Trump.
La reunión representa la reanudación de una tradicional cumbre tripartita que, precisamente con Trump, se vio suspendida durante su mandato. Las tres delegaciones han coincidido en que la cumbre del 18 de este noviembre en la Casa Blanca, el primer encuentro de este tipo desde 2016, supone una oportunidad para revitalizar el liderazgo de Norteamérica.
Además de este acto protocolario, López Obrador lleva un par de temas en su agenda que, pudiera decirse, le urge poner sobre la mesa con Estados Unidos. Uno es la seguridad sanitaria de Norteamérica, derivado de la pandemia del COVID-19. El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, ha indicado que el presidente “ha venido insistiendo” en “que no puede volver a ocurrir lo que hemos vivido, (como) dificultades en vacunas que se pueden producir y acceso desigual a medicamentos”.
Pero, aún más urgente, el mandatario mexicano buscará fijar de una vez por todas una ruta, a seguir conjuntamente, para dar tratamiento eficaz a la crisis migratoria que en estos momentos se vive entre ambos países. En lo que respecta a México, con el tráfico que no se da abasto para contener de miles de migrantes, en su mayoría centroamericanos, que buscan desesperadamente llegar a Estados Unidos. Y en el caso de ese país, la flexibilidad para recibir a estas personas que no persiguen más que el sueño de vivir en un lugar seguro y con mayores oportunidades.

A un par de días del encuentro, López Obrador reconoció el compromiso que su homólogo Joe Biden se adjudicó para regular la situación de 11 millones de migrantes. “Yo creo que ningún presidente ha hecho un compromiso más profundo en beneficio de los migrantes que el presidente Biden (...) Nosotros vemos muy bien esa decisión”.
El pasado 18 de febrero, el gobierno de Joe Biden anunció un amplio proyecto de ley en materia de inmigración que abre las puertas a un camino de ocho años para que millones de inmigrantes, que ya se encuentran en ese país, reciban la ciudadanía. El objetivo principal del proyecto es crear una vía para la ciudadanía para 11 millones de indocumentados, a condición de que estas personas estuvieran en Estados Unidos el 1 de enero de 2021.
Consciente que la aprobación de esta propuesta no depende del mandatario estadounidense, Andrés Manuel reveló que dará seguimiento a las decisiones que se tomen y concreten en las discusiones del Congreso del país vecino, advirtiendo que señalará, de manera respetuosa, a las y los funcionarios que frenen la resolución en favor de la integridad de los migrantes.

“Ojalá y haya unidad. Pero si legisladores de un partido lo bloquean, nosotros lo vamos a señalar en su momento, de una manera respetuosa, de que un partido, sus legisladores, no ayudaron en algo que es justo y humanitario”.
Precisamente, además de su reunión tripartita y bilateral con los jefes de gobierno de EEUU y Canadá, el presidente mexicano se reunirá con la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, a quien hace unos meses Joe Biden designó como la encargada de la estrategia de ese país para trata la crisis migratoria.

No será el primer encuentro de ese tipo entre López Obrador y Harris. Y es que la número dos del gobierno estadounidense visitó México el pasado mes de junio para abordar esa problemática. Luego en agosto volvió a tener una charla al respecto, esa vez de manera telefónica, con AMLO. También sobre la migración. Y una vez más trató el tema con una delegación mexicana, encabezada por Marcelo Ebrard, el pasado mes de septiembre.
En términos prácticos, Ambos países coinciden -aunque con propuestas distintas- en la necesidad de incentivar el desarrollo de los países de origen y México ha colaborado con Washington en los retornos en cadena de personas devueltas a territorio mexicano hacia sus países o la frontera con Guatemala.
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