
El Centro Histórico de la Ciudad de México guarda, sin duda, joyas arquitectónicas que se pueden observar en muchos puntos de este. Una de ellas es la Catedral Metropolitana, que se encuentra a un costado del Palacio Nacional, del lado norte de la Plaza de la Constitución. La Catedral de la Ciudad de México es considerada, a mucho orgullo, como la más grande de Latinoamérica, y es una de las edificaciones más importantes que nos dejó la época colonial.
La historia del recinto es muy antigua, pues se remonta a 1524. La catedral que conocemos hoy fue construida, según los planos del arquitecto Claudio de Arciniega, de origen español, alrededor de otra pequeña catedral que fue erigida en el lugar en donde hoy está, poco después de la conquista española de Tenochtitlán.
La gran obra fue construida con las piedras que en su momento pertenecieron al Templo Mayor de Tenochtitlán y a al Templo de Huitzilopochtli. Su nombre completo es Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los Cielos de la Ciudad de México, pero por lo largo, se conoce solamente como Catedral Metropolitana.
También es importante destacar que la primera piedra de la primer catedral que estuvo en el lugar, fue puesta por el conquistador Hernán Cortés, en 1524, justo en el cruce de las calzadas que conducían al centro espiritual de los Aztecas, es decir, donde hoy están los jardines del Templo Mayor.

El primer arquitecto de la magna obra fue Martín de Sepúlveda, entre 1524 y 1532, y fue en 1534 que el templo recibe la bula papal, que le da el reconocimiento como catedral, por parte de la Santa Sede.
Fue en 1562 que comenzaron los planes y diseños para la nueva catedral, que sustituyó a la original, que para entonces resultaba insuficiente, pues era muy pequeña. En 1571 se colocó la primera piedra de la nueva catedral, aunque fue hasta 1573 que comenzaron las obras formales. Para esto, poco a poco fue demolida la antigua catedral.
En 1629, fuertes inundaciones que devastaron la ciudad interrumpieron la construcción del recinto religioso.
Posteriormente, en 1675 se termina la fachada central, bajo la dirección del arquitecto Cristóbal de Medina Vargas. Para esas fechas, aunque el edificio no estuviera construido en su totalidad, la catedral ya albergaba ceremonias y actos religiosos, por ello la finalización de la obra se fue retrasando de manera indefinida.
Fue hasta la última década del siglo XVIII que bajo la dirección del famoso arquitecto Manuel Tolsá la catedral fue concluida, aunque, formalmente, y esto depende de las crónicas y fuentes que se consulten, fue el año 1813 que se considera la fecha definitiva en que se terminó de construir la Catedral Metropolitana, tal y como la conocemos hoy.

La demora para terminar la edificación provocó que esta tuviera características eclécticas, es decir, en ella se pueden encontrar diferentes estilos arquitectónicos, como barroca, herreriano, gótico, renacentista, además de neoclásico. Otro dato a destacar es que la Catedral que está ubicada en el centro de la Ciudad de México, está inspirada en las catedrales de Jaén y Valladolid.
El 28 de julio de 1822 la catedral fue sede de la coronación de Agustín de Iturbide como emperador de México, y en 1825, las cabezas de los héroes de la Independencia de México: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, fueron trasladadas desde la Parroquia de Santo Domingo hasta la Catedral Metropolitana en una ceremonia por demás solemne.
Quienes también estuvieron en el importante recinto fueron los protagonistas del segundo y último imperio que se vivió en México, el de Maximiliano de Habsburgo y Carlota, pues el 12 de junio de 1864 asistieron por primera vez a una misa de acción de gracias en la catedral.
Entre 1926 y 1929 la catedral permaneció cerrada, esto debido a las hostilidades que se vivían por la Guerra Cristera. Uno de los episodios más tristes que vivió la catedral, fue cuando en el año de 1967 se incendió buena parte de la edificación. El coro, los altares del perdón y de los reyes, pinturas importantes de artistas novohispanos, libros, e incluso dos órganos, sufrieron importantes daños, por lo que fue necesario que se trabajara por más de 10 años para concluir la restauración del templo.
Desde 1987 es Patrimonio de la humanidad.
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