Internos de Ecatepec denunciaron la muerte de un compañero por COVID y la negligencia de sus superiores

Jorge Alejandro manifestó síntomas desde el 12 de diciembre, pero sus superiores lo obligaron a seguir trabajando

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La víctima buscó atención en el hospital donde trabajaba, pero nunca recibió el resultado de su prueba PCR (Foto: REUTERS/Gustavo Graf)
La víctima buscó atención en el hospital donde trabajaba, pero nunca recibió el resultado de su prueba PCR (Foto: REUTERS/Gustavo Graf)

El 5 de enero de 2020, los Médicos Internos de Pregrado, o internos, del Hospital General de Ecatepec “Doctor José María Rodríguez” publicaron un comunicado a las autoridades del hospital y de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.

En el texto, narraron una cronología de eventos que concluyó con el fallecimiento de uno de sus compañeros, Jorge Alejandro López Rivas, por una infección de COVID-19. Responsabilizaron al personal médico supervisor de los estudiantes que obligó a López Rivas a cumplir con sus rotaciones a pesar de que manifestó síntomas tres semanas antes de su deceso.

La siguiente cronología está recuperada del comunicado escrito por los compañeros del estudiante fallecido: Previo al contagio, López Rivas fue asignado a la rotación en el servicio de urgencias donde, en más de una ocasión y por indicaciones de su superior, reanimó y tomó muestras de pacientes sospechosos de COVID sin que el hospital le facilitara el equipo de protección personal indispensable.

El 12 de diciembre de 2020 manifestó síntomas relacionados con un cuadro de la enfermedad. Llegó a su guardia en Urgencias y le describió al médico adscrito que tenía diarrea, dolor de cabeza, dolor muscular, dolor en las articulaciones y pérdida del olfato y del gusto. Su superior hizo caso omiso de los síntomas y le ordenó seguir con su guardia.

El 15 de diciembre, el interno acudió al servicio de triage de su hospital. La valoración médica determinó que no cumplía con los criterios de clasificación de COVID-19, a pesar de que persistían sus síntomas y, para ese momento, había sumado fiebre. Ésta no fue detectada en la evaluación porque había tomado medicamento para controlar los síntomas. El médico encargado del servicio le ordenó seguir con su guardia porque “no se veía tan mal”.

A pesar de no trabajar en los pabellones COVID, los internos sí están en zonas de riesgo como el servicio de Urgencias (Foto: REUTERS/Henry Romero)
A pesar de no trabajar en los pabellones COVID, los internos sí están en zonas de riesgo como el servicio de Urgencias (Foto: REUTERS/Henry Romero)

Tres días después, comenzó a tener dificultad para respirar. López Rivas acudió a los servicios de Urgencias, de Epidemiología y de Enseñanza del hospital en el que rotaba. Les pidió una valoración o el resultado de la prueba PCR que le habían hecho el día 15. El médico necesitaba la prueba para validar su incapacidad. Sin ella, le dijeron, cualquier falta sería tomada como incumplimiento de labor.

No le dieron el resultado, ni la incapacidad y fue a su servicio. Durante la guardia sus síntomas empeoraron, por lo que se fue a su casa.

El 21 de diciembre, presentó una saturación de oxígeno en la sangre del 79 %. Decidió ir a consulta con un médico particular que le recetó el tratamiento para infección por SARS-CoV-2 y oxígeno suplementario. Los compañeros del enfermo informaron sobre esto al departamento de Enseñanza del hospital, quienes les dijeron que debían esperar el resultado de la prueba PCR que López Rivas hizo seis días antes.

La condición del interno siguió empeorando y aumentó su requerimiento de oxígeno. Los compañeros de Jorge Alejandro dicen que el resultado de la prueba COVID nunca llegó y que el servicio de Enseñanza del hospital no buscó comunicarse con la familia del estudiante médico, aun cuando había faltado a varias guardias. Las tomaron como ausencias.

El 4 de enero por la tarde, los familiares de Jorge lo llevaron a la unidad con síntomas graves. Su saturación de oxígeno en la sangre era del 65 %. Los médicos de guardia en urgencias y los residentes de cirugía y de medicina interna lograron reanimarlo por 40 minutos en la sala de choque. Los internos que redactaron el comunicado aseguran que los residentes no tuvieron acceso al material médico indispensable para el procedimiento de emergencia.

Jorge Alejandro López Rivas murió a las 5:40 de la tarde.

Los trabajadores de la salud y los hospitales han trabajado al límite por meses (Foto: REUTERS / Carlos Jasso)
Los trabajadores de la salud y los hospitales han trabajado al límite por meses (Foto: REUTERS / Carlos Jasso)

Hasta el momento de redacción del comunicado, el personal del hospital no había contactado a la familia del estudiante que trabajaba, se contagió y falleció ahí. Los internos adjuntaron un pliego petitorio donde exigen la implementación de medidas de seguridad justas para que no exista otro caso como el de Jorge Alejandro.

Sus peticiones son atención médica y tratamiento para ellos y sus familias sin obstáculos ni condiciones, acceso a la vacuna al mismo tiempo que los médicos residentes del área COVID, valoraciones médicas oportunas y profesionales, abasto de equipo médico y equipo de protección personal.

Finalmente, pidieron consideración y trato digno por parte de sus superiores en el hospital: “no tomar represalias (en forma de) burlas, reclamos, quejas y demás violencia física o verbal”. Los médicos internos aseguraron que seguirán realizando su labores con normalidad mientras esté dentro de sus posibilidades.

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