
El 11 de abril de 2025, la industria del transporte marítimo celebró un hito histórico al alcanzar un acuerdo global para establecer un sistema de precios de carbono, el primero de su tipo en este sector.
Este acuerdo, como revela New Scientist, parte de un esfuerzo más amplio para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pone de relieve la determinación de la industria para avanzar hacia la neutralidad en carbono.
Sin embargo, a pesar de la magnitud de este logro, varios expertos alertan que el marco establecido podría no ser suficiente para cumplir con las metas climáticas a largo plazo.
Un acuerdo histórico para el transporte marítimo
A partir de 2028, los miembros de la Organización Marítima Internacional (IMO) implementarán un sistema que impondrá un gravamen sobre las emisiones de los barcos de más de 5.000 toneladas brutas.
La introducción de este sistema de precios de carbono es vista por muchos como un paso crucial hacia el cumplimiento del objetivo de la industria marítima de alcanzar cero emisiones netas para 2050.
Nishatabbas Rehmatulla, de la Universidad College London, califica este acuerdo como un “logro trascendental”, destacando que, a diferencia del sector aéreo, el transporte marítimo ha adoptado objetivos obligatorios con un sistema de precios de carbono.
El acuerdo establece dos objetivos principales para reducir la intensidad de las emisiones de los barcos. El primero, más accesible, busca reducir la intensidad del combustible de los barcos en un 4% para 2028 en comparación con los niveles de 2008, aumentando al 30% para 2035. El segundo objetivo, más ambicioso, fija una reducción del 17% para 2028, que se elevará al 43% para 2035.

Las naves que no logren cumplir con estos objetivos deberán pagar una multa por cada tonelada de emisiones que superen los límites establecidos. Al mismo tiempo, se recompensará a aquellos que superen las metas, incentivando el uso de combustibles bajos en carbono.
Críticas al acuerdo: insuficiente para el cambio radical necesario
Aunque el acuerdo marca un paso importante, varios analistas han expresado su preocupación por su falta de ambición. La ONG Transport & Environment (T&E) considera que, con una recaudación anual de solo 10 mil millones de dólares, el sistema de precios de carbono no será suficiente para financiar la transición completa hacia combustibles limpios.
Según la organización, las proyecciones muestran que las emisiones solo disminuirán un 10% para 2030 y un 60% para 2040, lo que queda lejos de las metas del 20% y 80% comprometidas por la IMO para esas fechas.
Además, T&E alerta sobre el riesgo de que este acuerdo impulse un uso generalizado de biocombustibles, una solución que podría tener efectos adversos para el medio ambiente, como la deforestación.
Los expertos advierten que los propietarios de barcos podrían recurrir a estos combustibles en el corto plazo para cumplir con los objetivos de 2028, solo para ver cómo sus inversiones pierden valor cuando entren en vigor regulaciones más estrictas en 2035. Esto podría llevar a un “atasco de activos” que dificultaría la transición a soluciones verdaderamente sostenibles.
¿Qué medidas podrían mejorar el marco?

Para evitar este resultado negativo, expertos como Jesse Fahnestock, del Global Maritime Forum, sugieren que el acuerdo debería incentivarse aún más el uso de combustibles electrónicos (e-fuels).
Estas alternativas de bajo carbono, como el amoníaco verde y el metanol, son caras y escasas, y la infraestructura necesaria para producirlas y distribuirlas aún está en sus primeras fases.
Fahnestock propone que se aumenten los pagos a los barcos que utilicen estos combustibles, con el objetivo de crear un mercado robusto para ellos antes de que las regulaciones de 2035 entren en vigor.
La oposición política y su impacto limitado
A pesar de que el acuerdo ha sido respaldado por muchos países, también ha enfrentado la oposición de algunos actores clave, como Estados Unidos. Durante las negociaciones, EE. UU. amenazó con represalias si se imponían gravámenes sobre los barcos con bandera estadounidense.
Sin embargo, Fahnestock considera que incluso si EE. UU. decide no implementar el sistema, el impacto global sería limitado. Actualmente, los barcos estadounidenses representan solo el 0.6% del tonelaje mundial, y gran parte del comercio dentro de este sector se realiza dentro de las aguas nacionales, por lo que las repercusiones para el clima serían pequeñas.
Un cambio gradual y prometedor en el horizonte

A pesar de las críticas y los desafíos, este acuerdo envía una señal clara a los propietarios de barcos, a las autoridades portuarias y a toda la industria marítima: el cambio está en marcha.
Puertos emblemáticos como el de Singapur ya están investigando la logística para cambiar a e-fuels, lo que sugiere que la transición hacia combustibles más limpios podría acelerarse en los próximos años.
Si bien el acuerdo no es lo suficientemente ambicioso para garantizar la neutralidad en carbono para 2050, sí proporciona una base sobre la cual construir políticas más estrictas y eficaces.
A medida que se desarrollen tecnologías y se amplíe la infraestructura para los e-fuels, la industria marítima podría estar mejor posicionada para cumplir con sus objetivos climáticos.
Un paso en la dirección correcta
El nuevo acuerdo para la descarbonización del sector marítimo es un avance significativo hacia la transición de una industria que representa alrededor del 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, es claro que se requiere un esfuerzo mucho mayor y más ambicioso para lograr las metas de cero emisiones netas para 2050.
La clave estará en cómo se implementen las regulaciones y se fomenten las inversiones en combustibles bajos en carbono en los próximos años. Solo a través de un enfoque coordinado y con incentivos adecuados será posible asegurar que el sector marítimo cumpla su promesa de descarbonización.
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