Familiares de tres niños que sufrieron una infección grave que estaría vinculada al COVID-19, contaron sus historias

Según Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, al menos 120 pacientes pediátricos han presentado síntomas de este síndrome inflamatorio en el estado

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A la izquierda, Jayden Hardowar; a la derecha, Jissel Rosario junto a las enfermeras del hospital (Foto: AP (izq.)/Facebook Newark Beth Israel Medical Center (derecha))
A la izquierda, Jayden Hardowar; a la derecha, Jissel Rosario junto a las enfermeras del hospital (Foto: AP (izq.)/Facebook Newark Beth Israel Medical Center (derecha))

Cuando comenzó la pandemia del COVID-19, muchos padres y madres respiraron tranquilos al saber que los niños serían el grupo poblacional menos afectado por el virus, y que la mayoría de ellos superarían la enfermedad de forma asintomática y sin ninguna complicación.

Sin embargo, a finales de abril, se detectaron en Nueva York algunos casos pediátricos graves que encendieron las alarmas. Varios menores de edad que habían dado positivo en los exámenes del nuevo coronavirus, presentaron síntomas similares a los que produce la enfermedad de Kasawaki. Y aunque las autoridades sanitarias no quisieron precipitarse en su diagnóstico, temieron que el cuadro clínico de aquellos niños no fuera una simple casualidad, sino algún tipo de complicación derivada del virus.

Tal y como sospecharon los médicos, los casos graves de niños con COVID-19 siguieron llegando a los hospitales de la ciudad. Y según reveló este domingo el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, se han registrado en el estado un total de 120 menores que dieron positivo al virus, y presentaron síntomas característicos de la enfermedad de Kawasaki.

“No creo que se trate solo de 120 niños”, dijo Cuomo este domingo, en su conferencia de prensa diaria. “Creo que es un síndrome que solo estamos descubriendo. Pienso que los números van a ser mucho más altos”, añadió.

Gobernador Andrew Cuomo (Foto: REUTERS/Mike Segar/Archivo)
Gobernador Andrew Cuomo (Foto: REUTERS/Mike Segar/Archivo)

La afección de Kawasaki provoca en los pacientes más pequeños una inflamación de los vasos sanguíneos, (erupciones cutáneas, ganglios, conjuntivitis y problemas cardíacos en sus tipos más graves). Los niños diagnosticados en la ciudad de Nueva York presentaron estas afecciones, así como una especie de “shock tóxico”. Sin embargo, la enfermedad, que parece derivada del COVID-19, no se desarrolló en todos ellos de la misma forma, y los síntomas varían ampliamente en cada paciente.

Aunque se trata de reacciones “poco comunes”, la tensión y el nerviosismo entre los padres ha aumentado en las últimas semanas, a medida que se ha ido incrementando el número de casos. Y según Cuomo, podríamos estar viendo únicamente la punta del iceberg.

“Es realmente importante que conozcamos los hechos. ¿Son solo 120 niños y una anomalía?, ¿O es solo la punta del iceberg que representa a miles de niños que han tenido esa reacción?", se preguntó en la conferencia.

Ante esta inquietud, las familias de tres niños que superaron el COVID-19 y estuvieron al borde de la muerte tras sufrir un síndrome inflamatorio vinculado supuestamente con el virus, contaron sus historias en entrevista con la cadena NBC4.

Aseguraron que sus hijos se encontraban absolutamente sanos antes de su hospitalización. En todos ellos, se hallaron anticuerpos del nuevo coronavirus, pero ninguno sabía que había tenido la enfermedad.

Jayden Hardowar: 8 años

Jayden Hardowar cuando a su madre, Navita (Foto: AP)
Jayden Hardowar cuando a su madre, Navita (Foto: AP)

La pesadilla de la familia Hardowar comenzó en la noche del 23 de abril.

Hasta entonces, como cualquier otro niño de su edad, su hijo Jayden había pasado las horas de confinamiento entretenido en casa, aprendiendo a distancia, cantando y jugando a los legos. Sin embargo, al terminar aquel día, la fiebre le subió de forma repentina. El termómetro marcaba 39.5º C.

Al comprobar que la temperatura no bajaba, los padres del menor, Navita y Roup Hardowar, lo llevaron al pediatra. Allí, el médico examinó a Jayden y le recetó Tylenol, un calmante para el dolor que también reduce la fiebre.

Sin embargo, los días pasaron y la preocupación de la pareja por el estado de su hijo aumentó. Aunque normalmente era un niño inquieto y lleno de energía, la enfermedad le había hecho perder el apetito; estaba abatido y constantemente tenía sed.

“Cuando la fiebre empezó, inmediatamente comenzó a pedir agua y más agua”, recordó el padre de Jayden, Roup Hardowar, en entrevista con la televisora NBC4.

(Foto: Facebook)
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En cuanto la temperatura corporal bajó, el pequeño boy scout del vecindario de Richmond Hill, en Queens, Nueva York, comenzó con diarreas. Entonces, Navita y Roup volvieron a pedir cita en el pediatra. Esta vez, el doctor les explicó que probablemente la condición estomacal de su hijo se debía a una deshidratación, por lo que le prescribió Pedialyte.

“Pensaron que quizás era porque no estaba comiendo mucho”, contó Roup Hardowar. “Obviamente no se recuperó”.

El 28 de abril, cinco días después de su primera visita al médico, Jayden sufrió un paro cardíaco mientras veía la televisión con su madre en la cama.

“Rápidamente miré su rostro y sus labios estaban todos azules”, recordó Navita Hardowar durante la entrevista con la televisora. “Empecé a gritar su nombre. No estaba reaccionando”.

Minutos después, una ambulancia trasladó al menor a la clínica Cohen Children’s Hospital, donde lo conectaron a un respirador.

“Podríamos haber evitado un paro cardíaco si hubiéramos estado antes en el hospital”, lamentó el padre del niño.

El pasado 12 de mayo, Jayden fue desconectado del ventilador. Y aunque ya se encuentra en casa, todavía sigue débil. Tanto que su madre le vigila nerviosa por las noches mientras duerme.

“No tiene fuerzas para unir dos piezas de lego por sí solo”, dijo Roup Hardowar.

Según explicaron a la televisora NBC-4 los doctores que atendieron al pequeño boy scout, en las últimas semanas han tratado a docenas de pacientes pediátricos que dieron positivo al test del coronavirus y sufrieron la misma enfermedad e inflamación que Jayden, suficientemente graves para provocar un paro cardíaco o un fallo multiorgánico.

Jissel Rosario Cruz, 12 años

(Foto: Facebook)
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En el caso de Jissel Rosario, de Newark, Nueva Jersey, la enfermedad no se manifestó a través de fiebres o diarreas. Apareció, en realidad, como un dolor extraño en la parte superior del muslo, que sintió justo después de levantarse el día 13 de abril.

“Pensé que quizás había dormido mal. Pero el dolor fue a más”, dijo su madre, Alma Cruz, en declaraciones a la NBC4.

En un principio, reconoció Alma, rechazó llevar a su hija al médico por miedo a exponerla al nuevo coronavirus. Sin embargo, cuando vio que la pierna de Jissel había empezado a sudar, la llevó de inmediato a urgencias, donde los médicos le dijeron que probablemente estaba sufriendo una infección bacteriana de la piel conocida como celulitis. Después de recetarle antibióticos, las enviaron de regreso a casa.

Pasaron los días y el tratamiento parecía no hacer efecto. El dolor se intensificaba, hasta el punto de que la menor temió acudir a urgencias.

“Cuando se puso peor, me dio mucho miedo ir al hospital. Sentía como si alguien me estuviera apuñalando en la pierna. Me dolían mucho los pies”, recordó Jissel Rosario durante la entrevista.

(Foto: Facebook)
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El 21 de abril, sus pies cambiaron de color, y su madre la llevó corriendo al hospital Newark Beth Israel. Allí, les dijeron que la condición de la paciente era “crítica”, y que habían detectado un coágulo de sangre en su pie. Pero aún no había llegado lo peor.

La medicina que le suministraron a Jissel para tratar el coágulo afectó a sus pulmones, y la llevó a sufrir un paro cardíaco. Durante 45 minutos, el equipo de doctores le realizó reanimación cardiopulmonar. Y tras esto, la conectaron a un respirador.

Según relató Alma Cruz, los sanitarios que atendieron a su hija le dijeron que la niña tenía un 50% de posibilidades de sobrevivir.

“Fue surrealista. Sentí que era una pesadilla, pero nunca perdí mi fe”, recordó.

El pasado 12 de mayo, la menor recibió el alta hospitalaria. Aunque los resultados de COVID-19 fueron negativos, la prueba de anticuerpos dio positivo, indicando que Jissel Rosario ya había superado la enfermedad.

El Doctor Derrick McQueen, director de cuidados críticos pediátricos en el hospital Newark Beth Israel, dijo que no podía decir con certeza que el coágulo fuera consecuencia del nuevo coronavirus. Pero algunos doctores han detectado casos similares en otros pacientes pediátricos, lo que les lleva a creer que la inflamación de los vasos sanguíneos es provocada por una reacción inmune exagerada, que se desarrolla para defenderse de la infección del virus, según apuntó la televisora estadounidense.

“Estoy muy contenta de haber vuelto a casa con mi mamá y mi abuela”, dijo la menor. “Casi me muero, pero me siento mucho mejor”.

Jack McMorrow: 14 años

(Foto: Facebook)
(Foto: Facebook)

El 18 de abril, Jack McMorrow sufrió el primer síntoma del síndrome pediátrico: una erupción que apareció en la parte superior de sus manos, y rápidamente se extendió hacia sus palmas y sus muñecas.

Tres días después de la inflamación dermatológica, el adolescente de Woodside, Queen, presentó 38.7ºC de fiebre. Y el 23 de abril, sus padres le llevaron al pediatra, donde le realizaron una prueba de mononucleosis y otra de COVID-19. Ambos exámenes dieron negativo.

Al comprobar los resultados de los tests, y descartar esas afeciones, el médico creyó que McMorrow padecía una infección bacteriana, así que le recetó amoxicilina. Sin embargo, el estado del joven se agravó.

El 26 de abril, su temperatura corporal no bajaba de 40ºC. En su cuello apareció un ganglio linfático que se hinchó hasta alcanzar casi el tamaño de una pelota de golf, le costaba respirar y el dolor de su cuerpo le impedía caminar.

Ese mismo día, fue ingresado en la clínica pediátrica Morgan Stanley.

“Fue aterrador. No pensé que fuera a sobrevivir en absoluto”, dijo el adolescente a la cadena NBC-4.

Durante su hospitalización, las pruebas de anticuerpos confirmaron que Jack había superado el COVID-19, por lo que le suministraron un tratamiento a base de esteroides. Tras recuperarse en la clínica y regresar a su casa, el joven contó que el peor momento fue ver a su padre rezando de rodillas por él en el hospital.

“Fue doloroso. Fue espantoso. Y solo rezo para que no le pase a nadie más”, dijo Jack.

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