
Hace treinta años comenzó una de las carreras más exitosas de las que se tenga memoria en el futbol mexicano. Ricardo Ferretti recién se había retirado como jugador cuando asumió la dirección técnica de los Pumas. Su memorable gol contra el América (conocido popularmente como Tucazo) sirvió para bordar la tercera estrella en el escudo de Universidad Nacional. Ni bien acababa de decir adiós cuando el nuevo reto se presentó en el horizonte del temperamental Tuca.
Continuidad es una palabra desconocido en el léxico de los directivos nacionales. La pasarela infinita de entrenadores es el pan de cada día todos los torneos en la mayoría de equipos. Por eso los 30 años ininterrumpidos que Ferretti ha dirigido en Primera División resultan sumamente atípicos. El lustro que dirigió a Pumas en el comienzo de sus andanzas como entrenador ya daba muestra de que los procesos largos eran innegociables para él.

Durante su primera etapa en el Pedregal, todavía en el formato de temporadas largas, Ferretti alcanzó dos veces la Liguilla, y dejó sensaciones agradables que lo colocaron como uno de los entrenadores de mayor proyección. Pero antes de llevar a Universidad al olimpo, cosechó victorias en otros lares.
El primer campeonato
En 1996 llegó a Chivas con la misión de regresarle el brillo a un equipo deprimido. Lo consiguió sólo un año después: el Rebaño aplastó a los míticos Toros Neza en la final del Verano 97. Así, el chiverío sumó su novena estrella tras diez años de ayuno. Y lo hizo ante el equipo que marcaba la pauta en el panorama futbolístico de ese entonces.

A nadie le quedaba duda de la valía de Ferretti como entrenador. Sus equipos eran sólidos en defensa y eficaces en ataque, con astucia para vulnerar a equipos desbalanceados como aquellos Toros de Enrique Meza. Luego de esa conquista, todavía llegó a una final más con Chivas, en el Invierno 98, pero cayó ante Necaxa.
El regreso del hijo pródigo a Ciudad Universitaria
Ferretti volvió, diez años más tarde, al banquillo del Olímpico Universitario. Después de pasar por Tigres (dos etapas, antes de la tercera y más exitosa), Toluca y Morelia, el Tuca arribó a Pumas en 2006 con la encomienda de sacar al equipo de los últimos puestos de la tabla porcentual. El desafío se salía de sus expectativas habituales, pero lo asumió para certificar su naturaleza de entrenador total.

Su puesto estuvo en riesgo múltiples ocasiones, pero el brasileño navegó contracorriente y no sólo cumplió la obligación primigenia de sacar a Universidad del abismo: los hizo competir de nuevo en la parte alta de la tabla. En el Clausura 2009, la oncena auriazul superó al Pachuca en la cancha del Hidalgo y sumó su sexto título liguero. Ferretti reforzó su condición de inmortal: campeón como jugador y como entrenador.
Tigres: adiós a la maldición y una época dorada
La urgencia de éxito era total en Tigres. Salvados del descenso un año antes, querían dar un paso al frente. Cuando Ferretti volvió a Monterrey, el equipo de moda eran los Rayados, invencibles y con las vitrinas relucientes. Era 2010 y quizá nadie lo hubiera imaginado: se había inaugurado una época de oro.

Los felinos todavía tuvieron que soportar una vuelta olímpica más del archirrival: Rayados salió campeón del Apertura 2010, mientras que Tigres no pudo ni siquiera calificar. Pero los papeles estaban por invertirse. Los 29 años sin título quedaron en el olvido en el Apertura 2011. Tigres sumó su tercera estrella. Todavía era insospechada la cascada de campeonatos que precedieron a la ruptura de aquel maleficio.
Cuatro años más tarde, Tigres se coronó campeón ante Pumas en Ciudad Universitaria; el campo que había consagrado a Ferretti y en el que la institución norteña ganó su primera liga en 1978. Aquel triunfo del Apertura 2015 fue un bálsamo luego de la dolorosa final de Copa Libertadores que Tigres perdió contra River Plate. La deuda de Ferretti a nivel internacional se engrosó durante aquellos años con las finales de Concachampions perdidas ante América (2016) y Pachuca (2017).
Pero a nivel nacional el éxito fue incontestable: campeón del Apertura 2016 frente a Las Águilas y una distinguida cereza en el pastel: Tigres venció a Rayados en la final del Apertura 2017. La paradoja era inevitable: los felinos salieron campeones en el reluciente Estadio BBVA, estrenado dos años atrás. Ferretti ya era inalcanzable en la historia del club.
Un paréntesis muy especial: la Selección Mexicana

Existen entrenadores que se especializan en ganar; otros, los llamados bomberos, cumplen el rol de salvadores; algunos más, con vocación artística, prefieren la búsqueda de la belleza antes que el resultado. Desde luego, abundan también los resultadistas. En esta última etiqueta la opinión pública ha categorizado a Ferretti desde hace años. Sin embargo, durante 30 años Tuca ha demostrado que su perfil no es unívoco. Ha estado a la altura de todos los retos que le han salido al paso.
El Tuca nunca quiso hacerse cargo de la Selección Mexicana de forma definitiva, pero sí aceptó tomar las riendas en dos interinatos. En el primero de ellos, venció a Estados Unidos en un frenético encuentro que dio al Tri el boleto a la Copa Confederaciones 2017. Su continuidad era una exigencia popular, pero el Tuca dio un paso al costado. Luego, después de Rusia 2018, dirigió algunos partidos amistosos en los que no obtuvo los mejores resultados pero abrió la puerta a muchos jugadores jóvenes.
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