
Luis Suárez se sintió destratado. Le generó angustia que le pusieran el cartelito de jugador gastado. Él mismo le confesó su dolor a su mesa chica de amigos. Era un golpe al ego que lo echaran del Barcelona por teléfono. La pena entonces se transformó en un combustible para buscar un nuevo lugar sin Messi. El uruguayo está orgulloso de su relación con Leo pero jamás le pidió que se fuera con él por fidelidad. De hecho, sabía que Koeman era el brazo armado del presidente Bartomeu para hacerle daño al capitán del equipo. Ahí apareció Simeone para hacerlo sentir otra vez con el cuchillo entre los dientes. El Cholo sabe que nunca podés subestimar a un goleador. Menos a un centrodelantero que es de los mejores del mundo, nació en Uruguay y está herido. Confió como lo hizo un tiempo atrás, cuando Suárez llevaba 8 partidos sin hacer un gol. En una rueda de prensa le preguntaron sobre el sentimiento de frustración que podía vivir. Convencido y enérgico como siempre, Simeone respondió: “Entramos en La Zona Suárez. Es un momento ideal para que un futbolista como él pueda encontrar y resolver situaciones del juego que el equipo va a necesitar. Está acostumbrado a estos partidos y tiene la jerarquía para hacerlo”. La misma frase volvió a utilizar a los pocos minutos de gritar campeón. De película: el 2-1 para ganarle el título al Real Madrid fue en La Zona Suárez. Andá a decirle ahora que es un 9 descartable.
Le pasó a varios cracks. El mundo corrió los límites del respeto. En el fútbol se delata al no percibir que es despectivo hablar del “Club de Amigos de Messi”. Lo sufrió el Kun Agüero, al que Guardiola no debe valorar tanto sólo por tener buena relación con Leo. Y seguramente le volverá a pasar si se confirma su transferencia a España. Le ocurrió a Lucho Suárez hace un tiempo. Aunque en la cancha se apagan las frases que parecen más de anónimos tuiteros que de analistas rigurosos. “Ahí están mis estadísticas. 5 de 7 Ligas. Ahí está Luis Suárez”, se llenó de orgullo ante los micrófonos de la TV el uruguayo que se codea hace años con los grandes nombres de la elite del área. “Me menospreciaron. Fue el año que más sufrí”, dijo entre lágrimas. Como para comprender -de verdad- la emoción que puede generar un partido o un campeonato aun en futbolistas famosos y millonarios. Siempre queda parte del espíritu amateur. Ese orgullo que tienen los tipos que son distintos. Desde ahí que fuera tan fuerte esa imagen que se transformó en viral en el mundo y podría ser tapa de libro. Sentado en el césped, roto por el llanto de alegría, Luis Suárez estaba en videollamada con su familia. Era campeón como tantas otras veces. Aunque tenía un significado distinto. Le arrugaron el póster y a los 34 años respondió con 21 goles. Mientras, Barcelona jugaba sin chances de pelear. Parece que el uruguayo no era el problema de ese equipo.
* El llanto desconsolado de Luis Suárez
En el Barcelona jugó 6 temporadas y se transformó en el tercer goleador histórico del club. Lo raro, más allá de que era una vaca sagrada que caía después del 8-2 humillante con el Bayern Munich por la Champions, es que pasó al Atlético de Madrid por apenas 6 millones de euros. Más otros pagos según objetivos. Y el Barcelona paga parte de su sueldo. En un fútbol donde los goleadores son los más caros, Luis Suárez es el más “barato” de todos. En los sitios especializados -o estudios sobre los precios de futbolistas- el top es Mbappé, el francés de 22 años que ya es campeón del mundo. Su cotización oscila entre 160 y 185 millones de euros. Los goles se pagan en todas partes pero el Barsa los regaló irresponsablemente. Si se mira hacia la Argentina, la cláusula de rescisión de Girotti, el chico de River que está haciendo sus primeros goles alternando de titular, es de 20 millones. Y en la renovación de contrato de Sebastián Villa, el veloz delantero de Boca que no termina de resolver bien, le llevaron a 30. A Luis Suárez se lo sacaron de encima. No fue por valor de mercado. Lo menospreciaron, como él definió. O creyeron que estaba roto en términos futbolísticos. Y encima no es que llevaron a Lautaro Martínez -como querían- para reemplazarlo por un crack joven. Lautaro es el último crack argentino. Ahí valía el cambio.
“Sí, campeones. Sí”, gritó para publicar una story de Instagram en su cuenta con más de 40 millones de seguidores. Fue la número 11 en la historia del Atlético, donde Simeone es prócer. Ganó como jugador y como entrenador. Allí el uruguayo replicó mensajes de varios jugadores que lo felicitaban. Y seguro recibió el saludo personal de Messi, con quien compartió una comida en la semana junto a sus parejas. Leo no suele meterse en problemas pero la vio antes que los ex dirigentes de su club. “Es una locura lo que hicieron con Luis. Se fue gratis y se lo dieron a un club que va a luchar por los mismos objetivos que nosotros”, declaró por esos días. Los partidos de la Liga pasaron. El Atlético se despegó en la tabla. Después se cayó, a punto que el Barcelona y el Madrid se le arrimaron peligrosamente. En medio de ese camino se patentó la frase de la llegada a “La Zona Suárez”. La semana pasada ya el Cholo tuvo razón. El equipo perdía injustamente 1-0 con el Osasuna. Se le podía escapar el sueño. Los detractores saboreaban su nuevo manjar. Faltaban pocos minutos. Simeone juntó a sus jugadores a un costado y les pidió usar la cabeza: “Pensemos en empatar que después el segundo gol viene solo”. Tal como lo visualizó, llegó el 1-1. Y faltando dos minutos para el final, Luis Suárez fue el héroe de la remontada. Como contra el Valladolid, este sábado de sus lágrimas de alegría. El sabía que no estaba terminado. El sabía que no era un goleador barato.
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