
Uno deja en claro que es un auto de carrera. El otro parece la cabina de un avión de combate. Hay 32 años de diferencia, pero ambos son monopostos de Fórmula 1. Hoy McLaren difundió en sus redes dos imágenes donde se ve el cockpit (lugar donde va el piloto) de un MP4/4 y de un MCL 35. El primero es el auto más exitoso en 71 años de la Máxima. El otro es el coche con el que el equipo inglés revivió y terminó tercero en el Campeonato de Constructores en 2020.
El MP4/4 tiene un volante redondo y con solo tres botones, uno de ellos para su extracción. Su pequeño tablero es uno de los primeros digitalizados. Pero la más elocuente es su palanca de cambios manual que aparece a la derecha. El piloto iba casi sentado en el piso y se advierte lo poco cómodo que resulta el lugar. Aunque dispone de una mejor visión sin la presencia del Halo. Este ejemplar de 1988 fue el que usaron Ayrton Senna y Alain Prost, protagonistas del duelo más fuerte de todos los tiempos. En aquella temporada ambos se disputaron el título y entre los dos se quedaron con 15 de 16 carreras. Por eso es considerado el auto más exitoso en la historia.
La línea del MP4 se inició en 1981 con el diseño de Gordon Murray, que trabajó con Carlos Reutemann en Brabham entre 1972 y 1976. Fue el primer coche de F1 fabricado con fibra de carbono, un material más liviano y seis veces más resistente que el acero. Fue revolucionario y desde ese momento todos los autos de la categoría utilizaron ese camino.

En el último Gran Premio de Brasil hubo un MP4/4. Fue en 2019 en el Autódromo de Interlagos José Carlos Pace donde Bruno Senna, sobrino de Ayrton, y el ex piloto, Martin Brundle, giraron con ese el vehículo en lo que fue un rescate emotivo fuerte. Fue un pico de nostalgia para los que vivieron esa época y el asombro para los más chicos por un motor Honda V12 que se escuchó en todo el circuito.
Mientras que el MCL 35 de 2020, sin ser ganador como el otro, fue el que le devolvió la sonrisa a la escudería de Woking. Con él Lando Norris y Carlos Sainz (hoy en Ferrari) fueron competitivos y lograron podios. La diferencia más clara es el Halo, el dispositivo que resguarda la cabeza de los pilotos. Ellos afirman que no les molesta a la visión y desde 2018 dio muestras de por qué su utilidad prevalece a su carencia de estética. Los casos más conocidos fueron el accidente tras la largada de Bélgica de 2018 donde Fernando Alonso le cayó arriba el Alfa Romeo de Charles Leclerc. Y el último ejemplo es el terrible choque de Romain Grosjean en Bahréin donde esa protección lo salvó al francés del guardarrail.

Pero volviendo a su cockpit, otro punto notorio es el volante donde hay más de 20 botones, perillas y palancas. Entre ellos los que permiten los cambios de velocidades, algo clave y que otorga comodidad. Las llamadas “palancas al volante” se vienen usando desde principios de los años noventa y fue un avance importante. También aparecen los botones del encendido del auto, la radio, el DRS (sistema que otorga más velocidad y permite superaciones), el aviso de parada en boxes y el equilibro de los frenos. E incluye el tablero digital.
Ambas imágenes demuestran la evolución en la tecnología y seguridad. También cómo se las tenían que arreglar los corredores hace 30 años cuando el factor humano tenía una mayor influencia. El sistema de conducción de aquella época era más artesanal y parecido al de un auto convencional.
Sin embargo, esto tampoco les resta mérito a los pilotos actuales. Ellos son una especie de computadora conectada al auto. Deben manejar todos esos controles a 250 km/h en carreras de cuya duración habitual es de una hora y media. Los actuales F1 a pesar de tener un motor híbrido (uno eléctrico y otro a combustión) son los más veloces de la historia y su potencia a pleno oscila los 1.000 caballos de potencia.
Cada vez que se difunden estas comparaciones resulta un impacto por cómo cambiaron los autos y la evolución. Es una demostración todo lo que se trabaja en las bases de los equipos que cada vez se parecen a laboratorios de la NASA. Dentro de algunas décadas, cuando se muestre un cockpit de ese momento y se lo compare con uno de 2021, la sensación será la misma. Hoy el interior de un F1 parece un avión de combate. Tal vez dentro de 30 años se asemeje al de una nave espacial. Pero en el fondo, ambos son coches de carrera y esa la magia que tiene la Máxima categoría.
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