La historia de los Chicago Bulls ahora se encuentra latente gracias a The Last Dance, el documental de ESPN (en latinoamérica se puede ver a través de Netflix) que muestra la intimidad e internas que existían durante la campaña 1997-1998, en la que la franquicia de Illinois consiguió su sexto anillo y su segundo three-peat.
Esta campaña marcó un quiebre dentro de la institución, ya que luego de una fuerte enfrentamiento con el general manager Jerry Krause, sus principales pilares siguieron su camino en otros equipos. Tras un año sabático, Phil Jackson llevó nuevamente a la gloria a Los Ángeles Lakers, Scottie Pippen se marchó rumbo a los Houston Rockets y Dennis Rodman recaló en los Lakers.
Michael Jordan, ante este cuadro de situación, optó por retirarse de la actividad profesional por segunda vez en su carrera… hasta que la provocación de un rookie le hizo desempolvar sus zapatillas.

El otro protagonista de esta historia es Corey Benjamin, quien tras sobresalir en la Universidad de Oregon State fue seleccionado por los vigentes campeones en primera ronda (pick 28) en el draft de 1998. En esa misma lotería surgieron brillantes deportistas, como Vince Carter, Dirk Nowitzki y Paul Pierce.
“Michael Jordan no tendría ninguna posibilidad de ganarme en un 1 contra 1. Hizo muy bien al retirarse antes de que yo llegara al equipo”, expresó de manera desafiante como una especie de carta de presentación.
Esta frase generó revuelo en la NBA, incluso dentro del propio plantel de los Bulls. Randy Brown -uno de los pocos veteranos sobrevivientes del segundo three peat- no tomó a bien estas palabras y decidió llamar a su amigo Michael Jordan para que le diera una lección a la nueva promesa de la franquicia.

El 10 de noviembre de 1999, cerca de un año despupes de su segundo retiro (luego regresaría en 2001 para vestir la camiseta de los Washington Wizards), MJ apareció sin previo aviso en el United Center, su casa durante más de una década, para demostrar que lo peor que se le puede hacer a Jordan es tocarle el orgullo.
Durante su carrera, desde el High School hasta el profesionalismo, hay un sinfín de historias que tienen un denominador común: nunca hay que retar a Michael o decirle que no es capaz de algo. Al parecer, Corey nunca lo aprendió y le dieron una lección a domicilio.
A pesar de la sorpresa por la presencia del que muchos consideran el mejor basquetbolista de todos los tiempos, relegando a leyendas de la NBA como Wilt Chamberlain, Larry Bird, Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson o Bill Russell, los jugadores sabían el por qué de su arribo, se daban cuenta de la ira contenida que había dentro del cuerpo de His Airness.

Tomó la pelota y comenzó a botarla de manera desafiante ante la humanidad del joven Corey Benjamin. En los primeros instantes de este 1 contra 1, Michael no desplegó todas su armas, como un buen cazador utilizó el tiempo para estudiar a su presa.
“¿Necesitas un poco de agua, Corey?”, preguntaron de manera sobradora y entre risas algunos de los integrantes del plantel, que disfrutaban todo el repertorio de Jordan para iniciar la contienda por 6 a 0 arriba.
Al ver que su contrincante no era medida, comenzó a humillarlo. “Voy a ir por ahí, para que sepas. Vamos, sígueme”, le advirtió MJ al oriundo de California. Pese a adelantarle sus movimientos, el final de la historia fue el mismo: otra anotación para Mike. “Podríamos estar así todo el día, no hay nada que puedas hacer”, remarcó el dos veces ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos con el Dream Team de los Estados Unidos.
Con el pleito casi liquidado, él se detuvo y esbozó: “¡Mira a tu alrededor! ¡Dime qué ves!”. En clara alusión a los banderines de campeón colgados en las paredes de la cancha. Michael Jordan cambió por completo la historia de una franquicia que no encontraba el rumbo. Le inculcó una mentalidad ganadora y la llevó, de la nada (antes de su arribo nunca se habían proclamado campeones), a convertirse en la tercera franquicia más laureada de la NBA, con 6 anillos (1991, 1992, 1993, 1996, 1997 y 1998).
Luego de realizar la canasta ganadora, y con un Corey devastado y tirado en el suelo, Mike soltó una última advertencia: “No me llames del retiro para hacer esto de nuevo”.
Tras su exhibición, la misma pregunta se cruzó por la cabeza de todos los periodistas que estaban presentes: ¿el mítico número 23 bajará del techo del United Center para deleitar a todos los fanáticos de este deporte?
Ante las reiteradas consultas, MJ afirmó que regresó solamente para saludar a algunos viejos amigos y minimizó su actuación diciendo que solamente fue un partido de media cancha. “No hay ninguna posibilidad. No hay ninguna posibilidad en absoluto”, comentó ante la prensa.
La carrera de Benjamín quedó marcada por este enfrentamiento, ya que jamás pudo revalidar sus provocadoras palabras con hechos. Luego de tres temporadas en los Bulls, en las que nunca logró sobresalir, el escolta bajó un escalón al caer en la D-League (Liga de Desarrollo). La NBA le volvió a dar una posibilidad, con un contrato de días con los Atlanta Hawks en 2003, pero el tren pasó y nuevamente no pudo subirse. Fuera de su país jugó en Chalonnais de Francia, Xinjiang Flying de China, Guaros de Lara de Venezuela y Benfica de Portugal, entre otros.
Tras su retiro, Corey creó una organización sin fines de lucro, denominada Basketball Legende. "Me gustaría devolverle alguna de las cosas que logré a la comunidad. Quiero ayudar a nuestros hijos a mantenerlos alejados de las calles. Ser un modelo positivo y ayudar a que tengan éxito en la vida. Sólo quiero que nuestros hijos mejoren. Siento que Dios me puso aquí para ayudar a que mejoren las vidas de nuestros hijos”, explicó el ex basquetbolista.
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