Cómo evolucionaron los autos de Fórmula 1 a lo largo de las 1.000 carreras

Por Darío Coronel

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Infografía: Ignacio Sánchez
Infografía: Ignacio Sánchez

La Fórmula 1 fue concebida como el máximo desarrollo de los autos de carreras. Todos sus coches son "pura sangre", es decir, nacidos para correr. En sus 69 años de historia la Máxima tuvo varios cambios técnicos y sus máquinas son las que más tecnología tienen a nivel de competición deportiva.

Nacida en 1950 aquellos monoplazas eran muy diferentes a los actuales. Eran más pequeños, motores de 1,5 a 2,5 litros, pero su velocidad podía llegar a 270/270 km/h con escasas o nulas medidas de seguridad. Los pilotos de entonces corrían con gomas muy angostas, no tenían cascos (el primero se usó en 1968) y usaban unos gorros de piel, antiparras y ropa liviana en lugar del buzo antiflama que apareció en 1967 y fue obligatorio a partir de 1975. Un vuelco o golpe fuerte, podía ser letal.

Ya en la primera mitad de los años sesenta se hizo común el uso de impulsores traseros y su cilindrada general bajó a 1,5 litros y aparecen los V8. Sin embargo, en el segundo lustro se aumentó a fierros de 3 litros (o 3.000 cm3), una potencia de 430 caballos y aparecen las alas con cargas aerodinámicas traseras y delanteras. Con un reglamento técnico flexible los preparadores empezaron a levantar vuelo con su ingenio…

Fue sin dudas la década del setenta la de mayor proliferación en la invención y donde cada auto tenía su "personalidad". Es decir, cada uno era muy distinto del otro. Las Ferrari, por ejemplo, se caracterizaban por su alerón frontal que usaron hasta fines de 1981. Los ingenieros y diseñadores pudieron plasmar sus ideas en autos que fueron revolucionarios, como el Lotus 78 que fue precursor del efecto suelo que incrementaba la adherencia al asfalto y velocidad en curvas. También, cómo olvidar el Tyrrell P34 de seis ruedas y que llegó a ganar en Suecia en 1977. Ése año se dio una irrupción clave en los motores con la inclusión del turbo de parte de Renault, que se estrenó como equipo íntegro.

En los ochenta el desarrollo tecnológico creció y el turbo predominó con motores que llegaban a 1.000 caballos a mediados de la década. Debido a su fuerte consumo de combustible, en 1989 todos los coches empezaron a correr con motores aspirados. La sinfonía de los V12 o V10 comenzaba a ser la gloria. Eran las puertas del cielo para los fanáticos y la F-1 logró otra marca registrada con el sonido de esos impulsores.

Ya en los noventa aparecieron las trompas levantadas para permitir un mejor flujo de aire en la parte inferior y achicar la resistencia al avance. No obstante, los autos empezaron a perder su "personalidad" y comenzaron a ser muy parecidos. El uso de la electrónica era abundante. Si bien se pusieron algunos limites para 1994, los tecnicos se las ingeniaron para que los coches no carezcan de tecnología. En tanto que a raíz del accidente mortal de Ayrton Senna se incorporaron protecciones laterales al cockpit (donde va el piloto). Y en 1993 se dio un retorno muy importante: el de Mercedes, al menos como proveedor de motores y ganando el bicampeonato de 1998/1999 con McLaren y Mika Hakkinen.

En la primera década del tercer milenio los talleres de los equipos eran casi un laboratorio de la NASA. Los volantes de los autos comenzaron a parecerse al de una nave espacial. Continuaron los V10 y luego volvieron los V8. Pero escuchar un F-1 seguía siendo un concierto. Se incorporaron deflectores y la velocidad no cesó: en 2005 en Italia, el colombiano Juan Pablo Montoya marcaba con su Williams el récord histórico de velocidad final para la categoría llegando a 372,6 km/h, registro que recién batió el finlandés Valtteri Bottas en Azerbaiyán en 2016 con 378 km/h, a bordo de otro auto del equipo de Sir Frank Williams.

A comienzos de la presente década los monopostos mantuvieron las líneas similares estrenadas en 2009, con alerones anchos y los traseros más angostos. Hasta que en 2014 se produjo una modificación radical mirando hacia el futuro: llegaron los motores híbridos con variante eléctrica y naftera con un V6 de 1,6 litros y con turbo. El sonido cambió y la "música" era historia. En 2017 se incorporó el actual reglamento con autos más largos, anchos, ruedas más grandes y el "aleta de tiburón" para mejorar la aerodinámica, algo que se quitó en 2018. El año pasado se dio otro cambio importante en la seguridad con el Halo, la protección para cubrir a los pilotos.

Hasta fines de la temporada próxima la normativa técnica será la actual. En 2021 se dará otro cambio importante con nuevos autos cuyos conceptos ya fueron publicados por la categoría, aunque de momento no está definido cuál se usará. Lo que sí es cierto es que desde el 13 de mayo de 1950 en Silverstone, con el GP de Gran Bretaña, cuando todo comenzó, la F-1 no paró en su carrera tecnológica. Este domingo se llega a la competencia número 1.000 de su historia y su avance no tiene fin. Por algo es la Máxima.

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