Segundo día de Puerto de Ideas: postales de una jornada protagonizada por la filosofía, la ciencia y la literatura

Con las presentaciones de Gilles Lipovetsky, Gal Richter-Levin y Jorge Aulicino, entre otros, el festival Puerto de Ideas de Valparaíso continúa consolidándose como uno de los festivales del pensamiento más importantes de la región.

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El filósofo francés Gilles Lipovetsky habló del Capitalismo Artista
El filósofo francés Gilles Lipovetsky habló del Capitalismo Artista

"¿Viniste al Filba este año?", me pregunta la editora Andrea Viu en el almuerzo. Estamos en un restaurante en el cerro Dinamarca, exactamente enfrente del Cementerio N° 2 de Valparaíso—también llamado "Cementerio de los disidentes", por estar destinado a protestantes y judíos. Los organizadores de Puerto de Ideas han previsto que todos los invitados coman juntos para reforzar el espíritu de camaradería. Funciona: entre causas limeñas y leches asadas, la conversación ronda los diferentes temas que se ocupa el festival.

A lo lejos, el Pacífico se mueve con la calma de su nombre. No siempre es así: los porteños —el gentilicio de los habitantes de Valparaíso es el mismo que el de los de Buenos Aires— explican que cuando el mar cambia de humor y se encabrita, los barcos deben salir rápidamente del puerto para evitar choques entre sí. Pero ahora está sereno como en una postal.

La pregunta de Viu tiene sentido: aparece mientras buscamos algún otro festival que se parezca a este. El mes pasado, después de un parate de tres años, el Filba volvió a Chile; se hizo en Santiago. Realmente son festivales parecidos, pero mientras el Filba se ocupa casi exclusivamente de literatura, Puerto de Ideas tiene por objeto el pensamiento en todas las formas. Ni Puerto de Ideas es Filba ni Filba es Puerto de Ideas, pero es interesante pensarlos en tándem para entender por qué América latina se ha convertido en un polo intelectual desde donde es posible debatir los problemas globales.

Martín Hopenhayn presentó a Gilles Lipovetsky: “Es un sociólogo crítico no pesimista que no cultiva una letanía nostálgica ni dictamina profecías apocalípticas”, dijo.
Martín Hopenhayn presentó a Gilles Lipovetsky: “Es un sociólogo crítico no pesimista que no cultiva una letanía nostálgica ni dictamina profecías apocalípticas”, dijo.

El capitalismo artístico

Una de las presentaciones más comentadas en el almuerzo es la del francés Gilles Lipovetsky. Invitado destacado de esta edición —el diario del festival lo presentaba como un "filósofo rock star"—,  el autor de La era del vacío, El imperio de lo efímero y Los tiempos hipermodernos, entre tantos otros ensayos, debía comenzar a hablar a las 12.30 en la Escuela de Derecho. Bastante antes de la hora anunciada ya había muchísimo público esperando; era tanta gente que el encuentro debió retrasarse casi treinta minutos, hasta que todos estuvieran acomodados.

Lipovetsky, un “filósofo rock star”
Lipovetsky, un “filósofo rock star”

Lipovetsky disertó sobre "Los mercados de la belleza en un mundo de vacíos" y desgranó una idea muy productiva: el sistema capitalista, al que habitualmente se lo acusa de producir banalidades y destruir la belleza natural, es, en realidad, el único sistema que ha anexado en su funcionamiento interno los mecanismos propios del arte y la cultura estética.

Esto no necesariamente es un valor positivo. A través de la publicidad, el diseño, el packaging, e incluso el cine y la música del siglo XX, se ha dado "un matrimonio entre la mercancía y la estética". Estamos, entonces, ante un nuevo estado del mercado neoliberal: el del "capitalismo artista", resultado de una ingeniería de los sueños, la emoción, los imaginarios del arte.

Pero, esta profusión de imágenes, sonidos, estéticas que vinculan al consumismo con la sensibilidad, ¿nos hace más felices? Para Lipovetsky está claro que no: "En todas partes tenemos estrés, ansiedad, depresión. Hay una aspiración estética que no tiene correlación. Yo no creo que el arte pueda dar felicidad, pero puede dar momentos de felicidad." Lo que habría que hacer, entonces, es reinstaurar la enseñanza del arte en los colegios: "Se puede luchar contra el consumismo, no a través de cruzadas moralistas, sino dando la posibilidad de amar la música, la pintura y otras múltiples opciones antes que la de ir al supermercado".

Todas las actividades de Puerto de Ideas convocan a muchísimo público
Todas las actividades de Puerto de Ideas convocan a muchísimo público

Consumismo, estrés y depresión

Un ejercicio interesante es pensar la conferencia de Lipovetsky en relación a la que el italiano Nuccio Ordine dio el día anterior. Ambos filósofos coincidieron en que la educación y el arte son herramientas para superar las frustraciones del mundo moderno. Pero mientras Ordine hablaba del escándalo que significa que el arte sea cooptado por el mercado, Lipovetsky lo admitía como un hecho: ahora que pasó, qué hacemos con eso.

Por el mismo camino de los efectos de enajenación actual transitó también el neurocientífico israelí Gal Richter-Levin. Investigador de la Universidad de Haifa. Su disertación hizo foco en el estrés como una enfermedad que sobreviene por el ritmo desbocado de la ciudad, la competencia laboral, el afán económico sin límites, el exceso de información a la que estamos expuestos.

El neurocientífico israelí Gal Richter, especialista en el estudio del estrés
El neurocientífico israelí Gal Richter, especialista en el estudio del estrés

Para él, además, hay una línea directa que une el estrés y la depresión. Estudiar el cerebro, dijo, puede ser un proceso largo y arduo, pero, una vez que lo comprendamos mejor, podremos tener una incidencia mayor en la resolución de los males de nuestro tiempo.

"Personalmente", dijo, "no creo que sea tan efectivo intervenir con herramientas farmacológicas y psiquiátricas a largo plazo. Pero dentro de un tratamiento combinado con la psicología puede ser útil y marcar la diferencia entre tener éxito o no". Richter explicó que los descubrimientos sobre el cerebro se producen lentamente y de a pequeños fragmentos, pero hay que perseverar en la investigación, "acumular todo este conocimiento y luego pensar cuál es la forma más inteligente de utilizarlo."

El escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka
El escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka

El verdadero infierno

La única queja que se le podría plantear a Puerto de Ideas es la cantidad de buenas charlas que se dieron en simultáneo. Sí: uno se queja de lleno. Mientras Lipovetsky hablaba en la Escuela de Derecho, la historiadora del arte Claudia Campaña hablaba de los símbolos estéticos en Michael Jackson y el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka daba su punto de vista del régimen de Maduro en Venezuela.

Lo mismo pasó luego del almuerzo: Gal Richter-Levin hablaba de "El cerebro estresado" mientras en el teatro Condell, el pionero de la internet en Chile, José Miguel Piquer, se preguntaba si necesitamos comenzar a regular las redes sociales. Y a esa misma hora, el argentino Jorge Aulicino daba una clase magistral sobre la relevancia actual de la Divina Comedia, obra que él mismo tradujo hace unos años.

Jorge Aulicino, traductor de “La Divina Comedia”
Jorge Aulicino, traductor de “La Divina Comedia”

No podrían haber elegido mejor escenario para la charla del argentino Aulicino: el ganador del Premio Nacional de Poesía 2015 habló del Infierno del Dante en el Parque Cultural de Valparaíso, donde antiguamente estaba la cárcel de la ciudad. La penitenciaría funcionó hasta 1999 y tuvo un protagonismo lúgubre después del golpe de Estado de Augusto Pinochet. Hoy, remozado como un moderno centro cultural, es uno de los paseos familiares más visitados.

"La cultura ha creado en torno a la Divina Comedia una especie de blindaje que terminó por convertirla en una obra sagrada, fetiche… aburrida", dijo Aulicino. "¿Por qué ocurre este prejuicio? La Comedia —recordemos que el adicional Divina es de Bocaccio— fue traducida muchísimas veces al español y en ese proceso fue academizándose, fue elevada a un lenguaje bastante alejado del original." Para Aulicino, la manera de disfrutar de la Divina Comedia, entonces, es encontrar una versión que sea más cercana al lector y leerla con la ayuda de notas al pie y explicaciones sobre el contexto.

Sin embargo, por mucho placer que sientiera al hablar de la Divina Comedia, Aulicino confesó estar viviendo un infierno: "Es que yo debería estar en Buenos Aires viendo Boca-River", dijo. Todavía no le habían dicho que el partido se había suspendido.

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