Karl Ove Knausgard: "Ahora he aceptado más a mi padre porque entender te ayuda a perdonar"

El escritor noruego presentó en España "Tiene que llover", el quinto título de su saga de ficción autobiográfica. Allí se reunió con la prensa y habló sobre su relación con la escritura, contó cómo fue el infierno familiar que se desató con la publicación de los libros y explicó su curiosa y despareja relación con los lectores, que saben todo sobre su vida mientras él ignora todo sobre ellos.

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Knausgard se mostró amable y respondió preguntas de todo tipo (Foto: Carolina Isasi Vicondoa)
Knausgard se mostró amable y respondió preguntas de todo tipo (Foto: Carolina Isasi Vicondoa)

Barcelona. Especial. A Karl Ove Knausgard se lo esperaba como a una estrella de rock. Largas colas ante el Centro de Cultura Contemporánea, algún que otro empujón y todos con bolígrafo en mano para la posterior firma de ejemplares de su nuevo libro. Posiblemente la comparación no le disgustaría del todo si leyera las crónicas que sobre él se escriben, pero el escritor noruego confiesa que, por salud mental, no las lee. Le gustaría, tal vez, verse comparado con una estrella de la música porque la música está muy presente en todos sus libros y porque él mismo ha llegado a tocar en una banda. Incluso su figura lo acompaña: 1,90 de altura, delgado, viste mucho de colores oscuros y luce una melena larga que sería la envidia de muchos rockeros, aunque sus hijas adolescentes lo ven ya algo mayor para bandas y le dicen que lo de la literatura se está quedando pasado de moda.

En la rueda de prensa anterior al baño de multitudes que tuvo con su público fiel en el auditorio del Centro Cultural, Knausgard confesó que pasó por un infierno cuando publicó los primeros volúmenes de Mi Lucha, título polémico con el que ha llamado a los 6 libros que comprende el fenómeno literario internacional de esta biografía o autoficción, un término más utilizado últimamente en el marco del género conocido como literatura del yo. Precisamente, acaba de ser publicado en español el quinto título, Tiene que llover (Anagrama), en el que Knausgard describe el camino por el que llegó a convertirse en el autor que sus lectores conocimos con La muerte del padre y así cerrar un círculo.

Durante su presentación, se lo vio aplomado y de muy buen carácter, algo un tanto inesperado: la idea era encontrarnos con un hombre del norte de Europa, oscuro, huraño y a la defensiva y, en cambio, quienes estuvimos allí pudimos conocer a un hombre profundo, reflexivo y maduro, de rasgos duros que se compensan con ojos azules e intensos. Su amplia sonrisa demostraba que estaba dispuesto a hablar abiertamente sobre todo.

Sus fans lo esperaban como si se tratara de una estrella de rock. (Foto: Carolina Isasi Vicondoa)
Sus fans lo esperaban como si se tratara de una estrella de rock. (Foto: Carolina Isasi Vicondoa)

Entre las preguntas que le hicieron, alguien lo consultó por el episodio que aparece narrado en el último libro de la autora estadounidense Siri Husvedt, La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres. Allí Husvedt –quien sostiene como tesis que las mujeres escritoras, por brillantes que sean, no cuentan– narra una entrevista pública que le hizo a Knausgard, durante la cual le preguntó las razones por las que en sus libros, en los que hay tantas referencias a escritores, apenas aparece mencionada una mujer, Julia Kristeva. La respuesta del noruego fue tajante: "No son competencia". Llovieron las críticas. Aunque no rehúye el tema, Knausgard hoy busca matizar aquellos dichos y, claramente, no está interesado en profundizar el debate. (Ver video con la respuesta de Knausgard durante la conferencia de prensa).

El "infierno" que el noruego asegura haber atravesado se suscitó cuando publicó los dos primeros volúmenes de la saga aunque ahora, años después de ese estallido que lo hizo famoso en todo el mundo, por fin vive en paz consigo mismo en un pueblito costero de Suecia. No podía dar un paso sin que lo acosaran. Se compraba una casa nueva y era noticia, salían fotos y lo perseguían los periodistas. Cuando se cortaba el pelo, daba para varios días de comentarios en los tabloides y él mismo se preguntaba hasta qué punto podía quejarse si, con su obra, él había invadido y revelado la intimidad de su familia.

Contar una vida

Karl Ove Knausgard asegura que no quería hacer daño pero que no podía vivir sin contar su vida y, sobre todo, sin contar cómo la sintió él. Y, más que nada, quería hablar de su padre, que había sido siempre una figura central en su vida pero para hacerlo tenía que contar que el hombre bebía y mucho, que podía ser muy colérico, que su abuela también era alcohólica y entonces, aquello que originalmente eran más de 1.000 páginas, se convirtieron por consejo de su editor (y ahora gran amigo) en dos volúmenes a los que seguirían otros cuatro que, según el gran editor catalán Jorge Herralde, lo ha convertido en el mayor fenómeno editorial desde Roberto Bolaño.

Tapa del quinto título de la saga “Mi lucha”, que acaba de aparecer en español.
Tapa del quinto título de la saga “Mi lucha”, que acaba de aparecer en español.

En Tiene que llover, el nuevo tomo de la serie, nos encontramos con un Knausgard veinteañero convertido en el alumno más joven de la academia de escritura de la ciudad. Aunque comienza muy entusiasta en esta escuela, no tarda en abandonar los estudios aunque finalmente y pese a unas cuantas juergas, peleas, fracasos amorosos e incluso algún coqueteo con la delincuencia, el joven Karl Ove persistirá y recorrerá el duro camino que lo llevará hasta ser el famoso escritor cuya vida personal será cuestionada por cualquiera, ya que él mismo decidió desnudarse sin reparos.

Pese al gran reconocimiento de la mayoría de los lectores, cuenta Knausgard que a veces se pregunta si sus libros son efectivamente tan buenos y cuando los relee, piensa: "No, tío, no. No lo son". Pero lo cierto es que el éxito internacional y también en su propio país es enorme y el escritor ha conseguido que los que sus lectores sientan que lo conocen a fondo. "Esto me hastiaba al comienzo, cuando se me acercaba la gente para darme su opinión. Me encontraba en desventaja: yo no sabía nada de mis lectores. Ahora ya no lo pienso, hago todo lo posible por vivir saludablemente sobre todo en cuanto a lo relativo a mi salud mental", explicó.

Además de escribir sus propios libros, Knausgard ha creado una pequeña editorial independiente junto a su hermano y dice que disfruta publicando libros para un público más pequeño, aunque de momento no han tenido mas que pérdidas. "Ya de pequeño leía y leía, leía compulsivamente supongo que para evadirme de ciertas cosas", recordó.

Knausgard junto a su editor, el célebre Jorge Herralde (izq, de bastón). (Foto: Carolina Isasi Vicondoa)
Knausgard junto a su editor, el célebre Jorge Herralde (izq, de bastón). (Foto: Carolina Isasi Vicondoa)

Es imposible no hablar con Knausgard acerca de cómo ha afectado su vida familiar la publicación de sus libros. "Los que peor reaccionaron fueron los miembros de la familia de mi padre. Decían que yo mentía, que había contado todo eso sólo para tener éxito, que mi padre y mi abuela no eran alcohólicos y que la casa no era como yo la describo. Llegué a dudar de mí mismo… Igual había exagerado… pero un día vino por casa una persona que había asistido a mi padre en la ambulancia y en varias ocasiones y me dijo: 'Karl, no fue así, fue peor'. Por lo tanto esta es mi historia, no tengo dudas. Además, ¿a quién pertenece esta historia?".

Y sigue: "En realidad, el tema de todos mis libros es la identidad. Cómo somos y por qué somos como somos. Mi padre fue una figura referente en mi vida y su presencia fue muy fuerte pero yo tenía que pasar de ser hijo a ser padre. A nivel personal, es un conflicto muy difícil de resolver. Ellos, mi familia, me preguntaban: ¿es el libro más importante que nosotros? Yo no creo que el libro sea más importante que la vida de las otras personas o que mi propia vida pero sólo sé que tenía que escribirlo y una vez que empecé, ya no pude parar. Me propuse escribir diez páginas diarias y escribía más de veinte. No corregía lo escrito hasta el día siguiente, antes de seguir escribiendo algo nuevo y luego ya no lo volvía a corregir".

Esa figura que da título al primer tomo y que fue la marca más profunda, sigue allí, pero él hoy lo siente de otro modo. "Ahora he aceptado más a mi padre porque entender te ayuda a perdonar. Me parezco mucho a él. Escribiendo he entendido mucho más la complejidad humana y también a mi padre pero eso no me ha hecho mejor persona. Tal vez, mientras lees o escribes, eres alguien mejor pero cuando dejas de hacerlo, vuelves a ser el mismo", dice Knausgard.

(Anagrama)
(Anagrama)

Este quinto libro que acaba de presentar lo escribió durante la crisis de los cuarenta, cuando todos sus amigos empezaban a tener hijos, igual que él, pero se siente aliviado cuando piensa que los padres de ahora no son como los de antes y además insiste en que ahora se acepta a sí mismo como es y que su mayor deseo es vivir el aquí y el ahora, que se le estaban escapando antes de empezar a escribir esta saga, cuando aún no era consciente de su presencia en el mundo. Un periodista se animó –entre valiente e irónico– a preguntarle qué le parecería que sus hijas se dedicaran a la literatura y contasen su vida familiar como lo ha hecho él. Knausgard respondió que ellas aún no han leído sus libros y que cree que, cuando lo hagan –si eso ocurre–, se enojarán con él, seguramente.

Además de la escritura, el noruego tiene otras pasiones: sus hijos, la música, su editorial y la pintura. "Pinto porque me hace feliz. En pintura me apasiona Vermeer porque pinta lo cotidiano y es donde se sitúa mi mirada con respecto a la vida. El último libro que estoy escribiendo habla sobre objetos que están cerca de mí, a no más de 10 metros. Los objetos son muy importantes para mí igual que los nombres. Mi padre se cambió su apellido, yo también. El tema de la identidad es muy complejo pero siempre he querido ser 100% honesto aunque a veces haya que negociar con la verdad. No se puede ni se debe recordar todo. A partir del tercer libro fui más suave, más consciente del dolor ajeno. Por eso ahora vivo en paz".