Las gafas violetas de Mariana Ardila, la abogada que ha hecho parte de la marea verde en Colombia

Infobae Colombia conversó con la activista feminista que ganó el ‘Women’s Media Center Progressive Women’s Voices IMPACT Award’, un premio que reconoce su papel en la reivindicación de los derechos de las mujeres en el país

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Mariana Ardila gana el Women’s Media Center Progressive Women’s Voices IMPACT Award. 
(Infobae, Jesús Avilés).
Mariana Ardila gana el Women’s Media Center Progressive Women’s Voices IMPACT Award. (Infobae, Jesús Avilés).

“El aborto era un pecado. Si se hablaba del tema era en secreto, porque era un tabú”. Así recuerda la abogada Mariana Ardila Trujillo las primeras injusticias y cuestionamientos que tuvo en su adolescencia frente a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Décadas después, ella misma haría parte de la marea verde que reivindicó los derechos de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos en Colombia.

En la noche del 17 de noviembre de 2022, Mariana Ardila ganó el Women’s Media Center Progressive Women’s Voices IMPACT Award, un premio que reconoce su labor como líder feminista durante más de una década y que ha sido fundamental para lograr una transformación en el país.

Infobae Colombia conversó con la abogada sobre lo que hay detrás de ese premio. “Se siente una gran responsabilidad”, dijo la activista y reconoció que no es un trabajo que recaiga solo en ella. “Sé que sola no se puede lograr ninguna de estas cosas. Hay muchas colegas con las que hemos colaborado y soñado juntas por esto”.

Un sentimiento de injusticia

Mariana Ardila vivía en Neiva (Huila), una ciudad —a su juicio— tradicionalmente conservadora, y estudió en un colegio femenino, católico y privado. “Yo no tuve ningún acercamiento formal durante esa época a movimientos feministas o a lecturas de ese tipo”; sin embargo, cuando llegó a estudiar Derecho en la Universidad Externado de Colombia su perspectiva empezó a cambiar.

Todos esos casos de embarazos adolescentes que escuchaba entre murmullos los sentía “con cierto tono de injusticia”, pero no tenía los elementos para definir las violencias y discriminaciones basadas en género. En su cuarto año de carrera, en 2006, pudo ponerle una cara a ese sentimiento con la coyuntura de la legalización del aborto por causales, que se daba en casos de violación, malformación del feto o riesgo en la salud de la madre.

“Había todo un debate muchísimo más público: en las aulas de clase, en las familias”, detalló la activista. En ese momento empezó a acercarse al tema desde un punto de vista jurídico e intelectual. Lo que no sabía es que después terminaría vinculada a Women’s Link Worldwide, la organización que logró esa sentencia histórica por medio de una demanda.

Cuando Mariana comienza a vincularse más en el tema no había movimientos organizados abiertamente feministas, “era algo más de ciertos nichos donde yo no estaba y con los que yo no me encontraba aún”. Pero sí empezó a ponerse las gafas violetas, con las que reconocía las violencias de género en fiestas, relaciones sentimentales, en los medios de comunicación, etc.

La abogada se interesó desde la universidad en el Derecho Constitucional, tanto así que hasta llegó a ser monitora de ese departamento en su facultad. Empezó a leer las sentencias de la Corte Constitucional sobre cómo las menores de edad no debían dejar de estudiar por quedar embarazadas. Su entusiasmo fue tal que terminó trabajando cinco años en el mismo alto tribunal y, de alguna forma, los temas de género llegaban a sus manos.

“De cierta forma me fui especializando por ese interés que mostraba y que la demás gente empezaba a reconocer”, explicó Ardila Trujillo. Sus conocimientos no solo fueron empíricos, sino que también buscó la academia. Por eso cuenta con un Diploma de Postítulo en Mujeres y Derechos Humanos de la Universidad de Chile y con una maestría en Derecho Internacional de la Universidad de Nueva York.

Violencia reproductiva: una verdad reconocida del conflicto armado

Después de la maestría, Mariana trabajó en la Fiscalía General de la Nación para investigar la violencia de género en el conflicto armado en Colombia. Lo que encontró la abogada fueron casos de abortos y anticoncepción forzada por parte de la ahora extinta guerrilla de las Farc.

La activista no estuvo mucho tiempo en el ente investigador, pues después encontró un lugar que se convertiría en su trabajo durante casi una década: Women’s Link Worldwide. “Cuando yo entro, sorprendentemente estaban trabajando el tema del aborto no voluntario en el marco del conflicto armado”, explicó la feminista.

Infobae Colombia revisó el estudio entregado por la organización —y que también llegó a las manos de la Comisión de la Verdad—. “La anticoncepción forzada y el aborto forzado constituyeron formas de violencia reproductiva que hicieron parte del proceso de disciplinamiento de los cuerpos de las mujeres combatientes y las niñas reclutadas ilícitamente en el contexto del conflicto”, se lee en el documento.

El logro fue gigante, pues la entidad que nació con la firma del Acuerdo Final de Paz calificó como una verdad ese tipo de violencia de género. “Gracias a este informe y otros que presentaron otras organizaciones quedó reconocida la violencia reproductiva que hubo por parte de varios actores armados, no solo de las Farc”, puntualizó Mariana Ardila.

El caso de ‘Helena’ y la reparación de las víctimas

Para la realización del informe, Women’s Link Worldwide tuvo en cuenta como fuente primaria a ‘Helena’, una mujer víctima del reclutamiento forzado por parte de antiguas las Farc cuando tenía 14 años. Su caso se consideró como emblemático de muchas mujeres y niñas de zonas rurales, especialmente después de que la Corte Constitucional la reconociera como una víctima del conflicto armado.

A ‘Helena’ le habían negado inscribirse en el registro nacional de víctimas. “Cuando ganamos en la Corte Constitucional fue la primera vez que alguien le dijera: ‘sí, usted es víctima del conflicto, no fue su culpa’ —precisó la abogada—. Eso fue muy importante para ella”.

Lo cierto es que el hecho de reconocer esa verdad es una forma de reparación a las víctimas, “de que eso que les pasó no fue su culpa”. Para la feminista, ese es un común denominador en las violencias de género: “la negación es muy dolorosa porque en el fondo le están diciendo ‘mentirosas’”.

No obstante, la reparación sigue teniendo muchos vacíos. “Creo que se tiene que ir más allá del sentido que haya una educación integral en sexualidad en los colegios, de que haya servicios de salud sexual y reproductiva en todas las zonas del país”, comentó la abogada y señaló que sería una base para que no haya repetición de estos crímenes.

“Que se entienda que está mal obligar a una mujer tanto a parir como a tener un aborto”, agregó.

El Movimiento Causa Justa y la despenalización del aborto

La historia de Mariana y el feminismo empezó con la sentencia de 2006 y volvió a cruzarse con la despenalización del aborto hasta la semana 24 en 2022.

En conversación con Ana Cristina González, una de las pioneras del Movimiento Causa Justa, le mencionó a este medio que un grupo de abogadas tradujo un problema de salud pública en términos legales para presentar la demanda que finalmente logró el hecho histórico. Una de esas abogadas fue Mariana Ardila.

En contexto: Despenalización del aborto: la historia detrás de las dos activistas colombianas más influyentes, según la revista Time

“El movimiento tenía más de 90 argumentos”, aclaró la abogada y con el apoyo de otras compañeras y constitucionalistas se pusieron en la tarea de “traducir todo ese lenguaje acorde a lo que la Corte pide”. Ardila Trujillo enfatizó en el trabajo colectivo y las múltiples manos que estuvieron detrás de esa demanda.

La feminista no había sido consciente del todo —hasta el momento de esta entrevista— del hilo conductor que el aborto ha sido en su historia. “Haber empezado a interesarme por el tema en 2006 y después la vida me pone a estar en el grupo de abogadas de la demanda que logra finalmente el triunfo histórico”, reflexionó durante el encuentro.

Mariana no se llena de ego al hablar del premio tampoco; todo su recorrido ha sido gracias al trabajo colectivo. Tanto así que terminó trabajando en su universidad y, ahora que hay varios movimientos feministas, ella se ve “como una alumna más”.

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