
Avanzar con soltura sobre la Luna o recuperar el movimiento tras una lesión ya no parecen metas imposibles gracias a la última innovación tecnológica desarrollada en el Reino Unido.
Un equipo de especialistas creó una prenda robótica que conjuga la última tecnología y habilidades artesanales, destinada tanto a quienes sueñan con explorar otros mundos como a quienes luchan por recobrar su independencia tras un accidente.
Este exoesqueleto blando podría transformar no solo el futuro de la exploración espacial, sino también el día a día de muchas personas en la Tierra.
El desarrollo, presentado por la Universidad de Bristol podría revolucionar la movilidad de los astronautas y ofrecer una alternativa avanzada para personas en procesos de rehabilitación física. Este avance consiste una prenda ligera y flexible, equipada con músculos artificiales, que ya fue evaluada exitosamente en un entorno lunar simulado, según informó la universidad británica.
Cómo funciona el exoesqueleto blando y qué lo hace diferente

El exoesqueleto está diseñado para ser utilizado debajo del traje espacial. Fabricado a partir de materiales textiles de alta resistencia y componentes robustos, su principal función es asistir los movimientos de las piernas y reducir la fatiga muscular.
Esta ayuda permite que los astronautas mantengan una movilidad más natural durante las actividades en el espacio o, bien, en futuras misiones a la Luna o Marte, un desafío frecuente para quienes exploran superficies con gravedad reducida y terrenos irregulares.
La Universidad de Bristol subrayó que, además de su utilidad en el espacio, este desarrollo puede beneficiar a personas en la Tierra que enfrentan dificultades de movimiento por lesiones o enfermedades. El prototipo es ligero y adaptable, lo que lo hace atractivo tanto para uso espacial como para apoyo en terapias de rehabilitación.
Desafíos de diseño y pruebas en un entorno lunar simulado
El proceso de validación del exoesqueleto se llevó a cabo en la Universidad de Adelaida (Australia), en el centro de simulación Exterres CRATER, el mayor entorno similar al lunar del hemisferio sur. Allí, el Dr. Emanuele Pulvirenti, investigador del Laboratorio de Robótica Blanda de la Universidad de Bristol, formó parte de la misión ADAMA, coordinada por el Foro Espacial Austriaco con expertos de 25 países.

Por primera vez, un exoesqueleto blando se integró en un traje espacial y se evaluó a fondo mientras los participantes realizaban tareas como caminar, escalar y transportar cargas sobre terrenos irregulares, valorando aspectos como la comodidad, la movilidad y la biomecánica.
El desarrollo del prototipo tuvo un origen singular: el Dr. Pulvirenti recurrió a conocimientos de costura transmitidos por su abuela, modista profesional, para confeccionar personalmente el exoesqueleto.
El dispositivo combina una capa de nailon por fuera y una interior termoplástica en los músculos artificiales, lo que permite un inflado hermético y seguro. Zonas clave, como la cintura y las correas de las rodillas, se fabricaron en Kevlar para sumar resistencia y durabilidad en condiciones extremas.
Del espacio a la salud: aplicaciones y avances futuros
El modelo actual opera como un exoesqueleto de asistencia, estimulando artificialmente los músculos de las piernas.

Paralelamente, el equipo ha desarrollado otro exoesqueleto, llamado de resistencia, que aplica carga controlada al cuerpo, lo que ayuda a quienes necesitan mantener la masa muscular en situaciones de inmovilidad o recuperación. El futuro de este proyecto es un traje híbrido capaz de alternar ambos modos según las necesidades del usuario, aportando mayor flexibilidad en aplicaciones de rehabilitación.
“El objetivo es que esta tecnología abra el camino a futuros sistemas robóticos portátiles que mejoren el rendimiento de los astronautas y reduzcan la fatiga durante misiones en la superficie lunar o marciana”, explicó el Dr. Pulvirenti.
El investigador señaló también que pensar en el impacto positivo que un dispositivo de este tipo puede tener en personas con problemas de movilidad resulta especialmente motivador para el equipo.
Con los próximos desafíos en mente, la Universidad de Bristol espera que el exoesqueleto pueda probarse en la Estación Espacial Internacional. Este paso permitiría validar sus beneficios bajo condiciones más extremas y, al mismo tiempo, abrir nuevas oportunidades para mejorar la calidad de vida en la Tierra. Innovaciones como esta demuestran cómo la exploración espacial y la medicina pueden avanzar en paralelo para crear soluciones con impacto global.
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