
Mucho se habló de la injerencia de la vitamina D en la salud durante la pandemia, y el comienzo de la primavera en este lado del mundo bien vale para recordar la importancia de exponerse a diario al sol para fortalecer el sistema inmunológico.
Ahora, un nuevo estudio suma evidencia en ese sentido. Investigadores del Trinity College de Dublín, en Irlanda, y de la Universidad de Edimburgo, en el Reino Unido examinaron la asociación entre la vitamina D y el COVID-19, y descubrieron que la radiación ultravioleta B (UVB) ambiental, que es clave para la producción de vitamina D en la piel, en el lugar de residencia de un individuo en las semanas previas a la infección por coronavirus, protege fuertemente contra la enfermedad grave y la muerte.
El estudio, que fue publicado en la revista Scientific Reports, sugiere que la deficiencia de vitamina D se asocia con una mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias virales y bacterianas.
Estudios anteriores habían relacionado la deficiencia de vitamina D y el COVID-19, pero podría ser que estos efectos estuvieran confundidos y fueran en realidad el resultado de otros factores, como la obesidad, la edad avanzada o las enfermedades crónicas, que también se relacionan con un bajo nivel de vitamina D.

Para superar esto, los investigadores pudieron calcular el nivel de vitamina D “genéticamente predicho”, que no está confundido por otros factores demográficos, de salud y de estilo de vida, utilizando la información de más de cien genes que determinan el estado de la vitamina D.
“Para explorar el papel causal de la vitamina D en el riesgo de COVID-19, se han realizado al menos tres estudios de aleatorización utilizando las variantes genéticas asociadas con la 25OHD (vitamina D) sérica como variables instrumentales”, precisaron los autores en la publicación y agregaron: “Se ha demostrado que la predisposición genética a niveles más bajos de vitamina D no se asocia causalmente con la infección por SARS-CoV-2 o la enfermedad grave de COVID-19. Es importante tener en cuenta que la heredabilidad genética del estado de la vitamina D es alta en invierno, pero en el verano el estado de la vitamina D puede estar determinado predominantemente por factores ambientales que regulan la exposición (incluida la estación, la latitud geográfica) a la radiación ultravioleta B (UVB). Por lo tanto, una medida integradora de los niveles de vitamina D determinados por radiación UVB tanto genética como ambiental durante la pandemia proporcionaría una visión completa de la inferencia causal en relación con el riesgo de vitamina D y COVID-19”.

Por primera vez, los investigadores analizaron conjuntamente el nivel de vitamina D previsto por la genética y por la radiación UVB. Casi medio millón de individuos del Reino Unido participaron en el estudio, y la radiación UVB ambiental antes de la infección por COVID-19 se evaluó individualmente para cada participante. Al comparar las dos variables, los investigadores descubrieron que la correlación con la concentración de vitamina D medida en la circulación era tres veces mayor para el nivel de vitamina D predicho por la UVB, en comparación con el predicho genéticamente.
Así, los investigadores descubrieron que la radiación UVB ambiental en el lugar de residencia de un individuo antes de la infección por COVID-19 estaba fuerte e inversamente asociada con la hospitalización y la muerte.
La profesora Lina Zgaga es catedrática asociada de Epidemiología de la Facultad de Medicina del Trinity College e investigadora principal del estudio, y resaltó que los resultados “añaden más pruebas de que la vitamina D podría proteger contra la infección grave por COVID-19. Es fundamental llevar a cabo un ensayo controlado y aleatorio de la administración de suplementos de vitamina D para el COVID-19 que esté bien diseñado”. “Hasta entonces, dado que los suplementos de vitamina D son seguros y baratos, es definitivamente aconsejable tomar suplementos y protegerse contra la deficiencia de vitamina D, especialmente en el invierno”, recomendó.
Por su parte, la profesora Evropi Theodoratou, catedrática de Epidemiología del Cáncer y Salud Global de la Universidad de Edimburgo e investigadora principal del estudio, recordó que, “dada la falta de terapias altamente eficaces contra el COVID-19, es importante mantener la mente abierta a los resultados que surjan de estudios rigurosamente realizados sobre la vitamina D”.
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