La candidatura de Evo Morales es uno de los ejes de tensión en el ámbito político boliviano a seis meses de las elecciones presidenciales. Si bien el ex mandatario (2006-2019) está impedido de postular debido a una sentencia judicial, ha manifestado con insistencia su pretensión de competir en las urnas.
En su última referencia al tema, Morales advirtió con llegar al Tribunal Supremo Electoral en La Paz con miles de seguidores para forzar su inscripción. “El día de inscripción, faltando dos, tres días para el último día, nos vamos a ir miles de miles a La Paz”, dijo en una reunión en la región del Trópico de Cochabamba, donde está custodiado por sus simpatizantes desde finales de septiembre ante una posible aprehensión.
“Una marcha bajando de El Alto, subiendo de abajo, por aquí, por allá. Imagínense, a ver qué no nos inscriba”, advirtió el líder cocalero y recomendó a sus seguidores que “desde ahora hay que estar alistándose”.
Tras dar a conocer su plan, la viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, lamentó que el ex presidente quiera “generar convulsión” para lograr sus objetivos personales. “Son medidas que simplemente perjudican (...) tiene una línea trazada y planificada, que es simplemente generar problemas, convulsión con un simple objetivo, un interés personal”, indicó la viceministra, citada por el periódico La Razón.
Los binomios tienen hasta mayo para registrar su candidatura y las elecciones están previstas para el 17 de agosto. Morales enfrenta también la pérdida del Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido político que lideró durante más de 20 años y que a través de otro fallo judicial pasó a manos de un aliado del presidente Luis Arce, su principal adversario.
Tanto Morales como su entorno han indicado que están negociado con otras organizaciones y participarán de los comicios “con sigla prestada”, una estrategia que se ha vuelto usual en la política boliviana, por lo que pidió a sus seguidores no preocuparse por eso sino por “fortalecer la unidad” de la militancia.
Candidaturas y grieta en el MAS
El presidente Arce fue ministro de Economía de Morales y uno de sus hombres de confianza durante el gobierno que duró casi 14 años. Llegó a la Presidencia en 2020 arropado por su mentor que lo eligió como candidato del MAS para “recuperar” el poder perdido en la crisis post electoral de 2019.
Los roces entre Arce y Morales no tardaron en aparecer. A inicios de 2021 surgieron las primeras diferencias sobre la administración del Gobierno que luego se acrecentaron y viraron la disputa hacia el control del partido más numeroso del país y la candidatura del oficialismo en 2025.
En el segundo semestre de 2024 se vivieron los momentos de mayor tensión, con unos llevando al límite la presión en las calles y la Justicia arrinconando al líder cocalero con fallos y sentencias.
El Tribunal Constitucional Plurinacional dirimió lo que la interna del partido no pudo hacer por medios democráticos: con dos fallos judiciales le quitaron a Morales el control del partido y le vetaron la posibilidad de volver a ser candidato, una cuestión que estaba en entredicho por las diferentes interpretaciones de la Constitución Política del Estado.
En paralelo, el líder cocalero fue imputado por el delito de trata de personas por presuntamente haber embarazado a una adolescente cuando era jefe de Estado, fue declarado rebelde y corre el riesgo de ser aprehendido.
Pese a estos impedimentos, Morales no ha declinado públicamente su intención de postular y aunque algunos de sus allegados han sugerido algunos nombres para dar continuidad al evismo, el ex presidente insiste en que la única opción es él.
“Compañeros, estamos habilitados, estamos habilitados. Hay que socializar”, manifestó el miércoles ante los cocaleros que lo siguen.
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