La historia del niño que recién a los 7 años pudo celebrar su primera Navidad

Andrea nació en Egipto. Es hijo de padres cristianos coptos perseguidos en su país. Junto con su madre huyeron a Estados Unidos para evitar las constantes agresiones que sufrían

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Luego de escapar de Egipto por el odio religioso contra los cristianos, un niño de 7 años festejó su primera Navidad (Crédito: Douglas Clifford, Tampa Bay Times)
Luego de escapar de Egipto por el odio religioso contra los cristianos, un niño de 7 años festejó su primera Navidad (Crédito: Douglas Clifford, Tampa Bay Times)

El niño es cristiano y tiene siete años, pero sólo este 25 de diciembre pudo celebrar la Navidad por primera vez.

Se llama Andrea y vive con su madre, Amal Mikhail, en Tarpon Springs, Florida, con recursos tan escasos que ni siquiera tiene una cama. Son egipcios que debieron dejar su país por el odio religioso. Cuando un alumno de ella, maestra de escuela primaria, descubrió que Amal y su familia eran cristianos coptos, la denunció a su padre. El hombre la esperó a la salida del trabajo y la atacó. El padre de Andrea la urgió a que dejaran el país: luego de tres intentos fallidos, los Estados Unidos les habían dado visa a ellos dos —a él, contador, habían vuelto a negársela—, y la familia estaba en peligro.

"En Egipto, aun aquellos que tienen el coraje de poner un árbol de Navidad, lo alejan de las ventanas, así nadie sabe que son cristianos", escribió Lane DeGregory en el Tampa Bay Times. La periodista se acercó a la casa del niño para contar la historia de la primera Navidad que él y su madre celebran abiertamente: "Una nueva amiga le había dado a Amal el árbol viejo y sintético, y le había asegurado que en los Estados Unidos era seguro ubicarlo allí donde lo viera todo el mundo".

El árbol tapó la ventana del pequeño apartamento que comparten madre e hijo, a la espera de la llegada del padre.

"Tengo un regalo para ti, un regalo de verdad", la saludó al llegar de sus clases de primer grado. Sacó de su mochila de las Tortugas Ninjas una bolsa transparente con el regalo que le había hecho en la escuela, tan casero como las formas en papel que había recortado para agregarle al árbol además de los adornos que traía. "Cuidado, se puede romper".

En lugar de dejarlo a la espera de la Nochebuena, la urgió a abrirlo. Era una bola roja con una mano pintada. "Es mi mano, yo la pinté", le dijo orgulloso. "¿Ves que no es de papel? ¿Ves que es de verdad?".

Y la colgó en el árbol, entre los otros adornos que había hecho para su primer festejo de Navidad.

La catedral de San Marcos en El Cairo, Egipto, tras el atentado que sufrió este año (EFE)
La catedral de San Marcos en El Cairo, Egipto, tras el atentado que sufrió este año (EFE)

El descubrimiento de Papá Noel

Debieron dejar Alejandría casi de inmediato, para evitar otros ataques contra la familia. Viajaron tres horas en autobús hasta El Cairo, donde se mantuvieron escondidos en la casa de una tía del marido hasta que pudieron comprar los billetes de avión. Con dos maletas de ropa llegaron a Atlanta, Georgia, y de allí viajaron a Pensacola, Florida, para intentar instalarse con ayuda de una familia que conocía el marido. "Pero Amal no pudo encontrar trabajo", relató DeGregory. "Alguien le sugirió Pensilvania, así que allí fueron. Pero hacía demasiado frío. Cuando regresaron a la Florida, se les había terminado todo el dinero que tenían".

Debido a los movimientos, el niño no iba a la escuela; a la noche escuchaba llorar a su madre y lloraba él también, y preguntaba cuándo llegaría su padre.

En la Iglesia Copta Ortodoxa de Santa Verena y por medio de la Caridad Copta Ortodoxa, la mujer conoció a otras personas de Egipto con historias parecidas a la suya. Encontró un lugar donde practicar su religión sin temer represalias y un jardín de infantes para que su hijo, que sólo hablaba árabe, comenzara a socializar con otros niños y aprender inglés.

"Alguien le dio un auto usado. Alguien les dio una vieja cuna. Alguien les dio una cama simple con un colchón maltrecho", enumeró la periodista. Ella sacó uno de los barandales de la cuna para pegarla a su cama y así poder dormir junto a su hijo.

Cuando Andrea comenzó la escuela, se mudaron al apartamento donde pasaron esta primera Navidad. Amal consiguió un trabajo de medio tiempo en una tienda de ropa.

Papá Noel, una figura desconocida para Andrea hasta que llegó a los EEUU (AP)
Papá Noel, una figura desconocida para Andrea hasta que llegó a los EEUU (AP)

Fue en la escuela donde Andrea averiguó sobre Papá Noel: los compañeros le explicaron que tenía que pedirle lo que quisiera, y que él se lo llevaría. Pocos días antes de la Navidad lo vio en Walmart, pero cuando se le salió la barba lo decretó un falso Papá Noel.

Por supuesto, el niño preguntó si entre los regalos los renos podrían traer a su padre. La madre debió explicarle que no. Y tampoco podría llevarle la Xbox, o la Wii, o videogames de Batman o zapatillas de fútbol nuevas.

Una mujer de las Caridades Coptas visitó el apartamento, y el niño le explicó que la madre no iba a pedirle nada a Papá Noel. ¿Podía pedir él por ella? Una cama grande, donde quepan los dos, con un colchón que no le haga mal a la espalda de ella. Confirmó, una vez más, que pedir a su padre era imposible.

Así entendió que el padre sólo podrá llegar por sus propios medios. Cada vez que habla con él, le pregunta cuándo viajará.

Es díficil responderle. "La madre acaba de obtener la aprobación de su estatus de asilada. Pero los oficiales de migraciones le dijeron que pueden pasar tres años antes de que su marido consiga una entrevista", escribió DeGregory. Serán varias Navidades que, al menos, podrá celebrar.

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