La irrupción de Rizzbot, un carismático robot que ha revolucionado TikTok y los eventos sociales, evidencia el auge de la robótica social y plantea desafíos inéditos en la convivencia entre humanos y máquinas.
Su apariencia extravagante y su actitud desafiante han convertido a este androide en un fenómeno mundial, concentrando la atención tanto por sus provocaciones como por la controversia que genera.
Del anonimato a la fama en TikTok
Equipado con una cadena dorada, unas Nike Dunks y un sombrero de vaquero, Rizzbot ha logrado destacar por su personalidad inusual. Bajo el apodo de Jake el Robot, se ha posicionado entre los personajes más populares de la red gracias a sus bailes, bromas y comentarios desafiantes.

Desde julio de 2025, los vídeos de Rizzbot acumulan más de 45 millones de visualizaciones y su cuenta suma 1,8 millones de seguidores, según datos de Complex. Este éxito viral ha superado el simple interés por la tecnología y ha impulsado una corriente de debates sobre hasta dónde puede llegar la presencia de androides en los espacios públicos y digitales.
La interacción de Rizzbot con el público ha sido clave en la expansión de su fama. Clips virales lo muestran participando en fiestas y calles de Austin y Nueva York, donde se acerca a los asistentes para bailar y provocar reacciones inesperadas.
Un ejemplo destacado alcanza 1,1 millones de visualizaciones: una mujer baila twerking frente al robot, que responde con gestos llamativos y movimientos sincronizados. La exposición constante de Rizzbot ha desencadenado preguntas sobre quién lo controla, cuál es su objetivo y cómo se programan sus acciones, avivando el debate sobre los límites de la robótica social.
Un proyecto de investigación con personalidad propia

El origen de Rizzbot se encuentra en el equipo del Laboratorio de Robótica Centrada en el Humano de la Universidad de Texas en Austin. Kyle Morganstein, estudiante de doctorado y programador principal, explicó a Complex que este desarrollo nació como una investigación para explorar la convivencia segura y funcional entre robots y humanos.
El propietario del robot —un conocido Youtuber que prefiere mantener el anonimato— colaboró con el laboratorio durante varias semanas. En esa etapa, el robot permaneció bajo observación, fue entrenado y recibió el apodo inicial de Snoop. Participó en sesiones de captura de movimiento y aprendió pasos de baile que buscaban hacerlo más simpático ante el público.
Durante su desarrollo, se le enseñaron movimientos sencillos, como giros de cabeza y brazos, los cuales después evolucionaron hacia coreografías diseñadas para eventos sociales. Sin embargo, ese enfoque cambió cuando el dueño decidió darle una personalidad más provocadora y atrevida, lo que rápidamente impulsó su presencia en redes.
El laboratorio, cuya misión es impulsar la robótica como herramienta humanista, no anticipó la transformación del proyecto ni el fenómeno de viralidad que alcanzaría Rizzbot.
El funcionamiento detrás del fenómeno

En el plano técnico, Rizzbot depende completamente del control humano, aunque su sistema de mando suele pasar inadvertido para los asistentes.
Si bien muchos piensan que es autónomo, la realidad es que muchos de sus movimientos están preprogramados y su reacción depende de la creatividad de su operador. Un robot similar puede adquirirse por aproximadamente USD 50.000.
Lo que le otorga una identidad especial es la actitud que le imprime su controlador, consiguiendo que los espectadores perciban a Rizzbot casi como un personaje único en cada evento. El propio Morganstein destaca que la curiosidad que genera este robot radica en su tamaño, apariencia y carisma, elementos que invitan a participar en una experiencia diferente.
Reacciones dispares y preguntas de fondo

La aparición de Rizzbot ha generado opiniones encontradas. Para una parte del público es una fuente inagotable de entretenimiento y humor; para otros, representa los desafíos y riesgos de la expansión de la inteligencia artificial en la vida cotidiana.
Morganstein subraya que el interés se alimenta, en parte, del deseo de experimentar con las tecnologías más recientes, pero también por el temor y las dudas respecto a los posibles efectos sobre el empleo y la interacción social tradicional. La comunidad científica y tecnológica incide en la importancia de construir un futuro donde los robots sean percibidos como aliados de las personas, no como competidores.
Mientras tanto, la viralidad de Rizzbot sigue creciendo y ha impulsado nuevas discusiones sobre la automatización, la ética y la integración de la robótica social.
Aunque existen inquietudes sobre la posible sustitución de puestos de trabajo y la pérdida de protagonismo humano, también surgen oportunidades para delegar tareas rutinarias y reclamar más tiempo para actividades creativas y personales. La sociedad, a través de la observación de casos como el de Rizzbot, toma conciencia de que la definición de oportunidades y límites en la robótica será fruto de una construcción colectiva y constante.
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