En diálogo con Pamela David, Mariana Gómez Badía explica cómo sanar los legados y las herencias familiares

Ir hacia atrás, para poder avanzar. Retroceder en nuestros antepasados para construir nuestro futuro en libertad. Mandatos, ovejas negras y culpa

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Pamela David con Mariana Gómez Badía - #Pamlive

A veces en las familias se repiten patrones de comportamiento, generación tras generación, posiblemente porque no se resolvió alguna problemática y quedó estancada en nuestro árbol genealógico. En esta entrevista con Pamela David para PamLive -que se emite por su cuenta de Instagram: @Pamedavid- Mariana Gómez Badía nos brinda herramientas para poder trabajar nuestros vínculos y relaciones familiares, desmitificar la idea de la oveja negra y poder ser protagonistas de nuestro propio destino.

—Mariana, ¿qué significa la constelación familiar?

—Desde lo formal, la constelación familiar es una herramienta terapéutica que nos permite mirar mas allá del “cuento que nos contamos”, es decir, mirar la dinámica inconsciente familiar. Entender lo que está oculto y sucede, para comprender mas allá. Es terapéutica porque se trabaja como terapia y es sistémica porque abarca un sistema familiar. Al formar parte de este sistema, todos nosotros podemos llegar a hacer cosas por lealtad familiar. La lealtad familiar son hilos invisibles que nos conectan con nuestros ancestros.

—¿Por lealtad repetimos patrones y comportamientos sin ser conscientes?

—Sí. Podemos repetir, o podemos intentar reparar. Las constelaciones familiares son reglas que hacen que un sistema funcione, y si estas reglas se trasgreden, el sistema no funciona. Entonces hay una idea de que no surge el amor, de que no fluye. Lo que cada uno hace en el sistema familiar tiene una consecuencia, genera un movimiento, el sistema se transforma, influye. Este sistema es el árbol familiar.

—¿Es importante hacer el árbol genealógico? Yo nunca hice el mío.

—Sí. Hay personas que forman parte de nuestro árbol genealógico y quizás nunca se les reconoció un lugar. Una de las reglas que sostiene el árbol es que somos parte, hagamos lo que hagamos en la vida. El árbol es la mejor forma de mapear la información genética y darles a todos su lugar.

—Es decir que dentro del árbol existió, estuvo.

—El hecho de nacer me da un lugar, y no nacer también me da lugar. A los no nacidos muchas veces no se les da lugar dentro del árbol y ahí puede aparecer un conflicto o síntoma. Esto genera una gran exclusión. No se le da el lugar de pertenencia a todos por igual.

—¿Para quién aparece el síntoma o conflicto?

—Por ejemplo, para los hermanos se da el síntoma del yacente. Es decir que, el que sí nació, puede cargar con la culpa de la vida; de forma inconsciente se pregunta: “¿Por qué yo sí y él no?”.

—¿Esto puede traer consecuencias físicas?

—Sí, puede ser. Puedo sentirme vacío, no encontrar mi lugar, desarrollar un ataque de pánico. Para cada uno de nosotros puede ser distinto. Lo que siempre digo es que cada uno pueda hacer su trabajo y el constelador debe acompañarte. Si vas a constelar el ataque de pánico, no es lo mismo que constelo yo, porque tenemos sistemas distintos.

—¿Hasta dónde llega el árbol? ¿Hasta donde te acuerdes? Porque antes nadie hablaba de esto, nadie preguntaba, ¿Qué pasa con lo secretos familiares?

—El secreto busca salir a la luz. A veces sale y otras veces no, pero el solo hecho de saber que existe un secreto, basta. En las generaciones de abuelos o bisabuelos a veces había embarazos sin casamiento, abortos o adicciones, cosas que era mejor tapar y que nadie sepa, para quedar lindos a la mirada del otro. En la descendencia familiar, eso queda, y va a venir alguien que lo va a sacar a la luz. Siempre digo que el hecho de constelar es un acto de amor. Porque voy, constelo, pongo mi energía y mi alma; entonces todo el sistema familiar se mueve.

Los hijos toman la vida y los padres dan la vida. La mejor forma de devolver ese acto de amor es hacer algo bueno con nuestra vida

—¿Sucede para los descendientes o para tus padres también?

—La constelación, a los ancestros, les lleva luz. Hay familiares que quedaron afuera del árbol o del sistema familiar, y con la constelación se reconcilia y se le da un espacio. Hay que mirarlo con amor.

—Cuando decís que le ponés luz, ¿es desde la intención? ¿La oración? ¿De qué manera?

—Constelando con frases sanadoras. Frases que generan orden, que favorecen a la reconciliación. Reconocer el lugar que le corresponde al otro, y el que me pertenece a mí. Respetar a los que vinieron primero; eso es muy importante: el orden de la jerarquía. En el árbol genealógico el linaje paterno es hacia la izquierda y madre a la derecha. Gracias a la unión de nuestros padres tenemos vida. Nuestra primera identidad es la de ser hijos: debemos la vida a nuestros padres. Nosotros recibimos la vida y ese es nuestro primer éxito. Los hijos toman la vida y los padres dan la vida. La mejor forma de devolver ese acto de amor es hacer algo bueno con nuestra vida. Esto no tiene que ver con tener hijos biológicos; quizás es una profesión, el estudio, emprender, ocuparme de mi destino.

—Honrar la vida.

—Sí, honrar la vida. ¿Pero hasta qué generación? Y... hasta el origen de la vida. Desde allí venimos. Y tus padres son hijos también: a veces nos olvidamos que tuvieron una historia. Hay mucha información en el árbol. Esa información es como llevar el ADN, que está en el inconsciente familiar, y me pertenece.

—Cada experiencia familiar queda en el ADN y eso se puede comprobar científicamente en la epigenética.

—Y toda esta información nos llega. Hay que animarse a mirar cuando tenemos síntomas. Esto tiene que ver con la gestión de las emociones. Como por ejemplo, los enojos: si no gestiono esa emoción me puedo enfermar.

—Me doy cuenta de que estoy enojada y no tengo motivos, aunque de algún lado venga. ¿Puede ser que haya algo que no me pertenece? ¿Cuál es la pregunta que me debo hacer? ¿Para que me sucede esto?

—El para qué me permite seguir hacia delante; el por qué me pone en lugar de victima y no resuelvo nada. No necesito identificar el motivo: el enojo es un síntoma. Todos los temas se pueden constelar. Debo constelar mi enojo para ver el para qué estoy enojada.

—Muchas veces es una especie de vacío mas que un enojo. ¿Puede pasar que uno sienta que no encaja?

—Sí, o que sos sapo de otro pozo. Sentir que no encontrás tu lugar. Es un vacío existencial.

—Recién hablabas de lealtad familiar. ¿Eso es inconsciente?

—Sí. Entre los familiares hay hilos de conexión. Por ejemplo, un hermano conectado con un abuelo. Este hilo, que es invisible, es la lealtad familiar. Podemos encontrar un abuelo alcohólico; entonces tenemos un nieto que repite esa adicción. O tenemos una abuela que tuvo abortos; entonces, en honor a esta abuela, no voy a tener hijos, no me lo permito. Esto es inconsciente. Pero también hay reparación y no repetición. Quizás podría venir a reparar la falta del estudio, ya que un abuelo no estudió. A veces se cree que reparar es sanar pero no es así ya que no estás siendo libre. La forma en que me libero de todo esto es haciendo mi propio camino.

La oveja negra viene a romper estructuras del sistema familiar, a traer luz nueva. “Estuvo bien como lo hicieron, pero va a estar bien a mi manera”. Y ahí aparece la libertad

—La clave es poder verlo. Una vez que lo ves, sos protagonista.

—Cuando mirás lo hacés de manera consciente y lo podés ordenar. Mirás con amor todo lo que hicieron los ancestros porque gracias a ellos estás acá. Pero hacerlo diferente. Y aquí aparece la idea de la oveja negra.

—¿Qué son los ovejas negras? ¿Hay en todas las familias?

—Yo creo que sí. Fijate que la oveja negra viene a hacer todo distinto. En mi caso siempre fui la oveja negra. Ya desde mi adolescencia era la que quería ser cantante, viniendo de una familia de médicos. Yo debía ir a la facultad, tener títulos. Pero vine a decir: “Todo bien con tus creencias, pero yo siento distinto”. La oveja negra viene a romper estructuras del sistema familiar, a traer luz nueva. “Estuvo bien como lo hicieron, pero va a estar bien a mi manera”. Y ahí aparece la libertad.

—Eso fue cambiando culturalmente. Son mochilas que cargaron nuestros ancestros.

—Sí, está en el inconsciente. Qué importante es permitirnos mirarnos. Me he encontrado con muchas personas que quieren estar mejor, pero no quieren reconocer lo que pasó antes. Cuando uno constela viene a ver lo que muestra la constelación, mas allá de lo que sepas o te hayan contado en la familia. Si venís a constelar y surge que tenés conflictos en el trabajo, posiblemente por el vínculo que tenés con tu papá; pero resulta que tu papá te abandonó y no lo reconocés como tal, él ha sido excluido. Quizás no lo puedas aceptar hoy. Cada uno tiene su tiempo y su proceso.

—No es malo ser oveja negra, mas allá de que tenga mala fama o mal concepto.

—Eso es porque la oveja negra corre el riesgo de ser excluida. Como venís a hacer las cosas diferentes, el sistema familiar te deja afuera. Por ejemplo, en una generación todos son abogados y vos querés ser bailarina. A veces el inconsciente dice: “Si quiero ser bailarina, me dejarán afuera”. La constelación es dejar eso en el otro, con amor, honrando, pero conectando con mi camino. Y no vivirlo con culpa.

—A lo que uno se resiste es a lo que mas persiste, y pasa con todo. ¿Ponerle amor es la única manera para que el pasado no moleste?

—Sí. El amor es la fuerza que rige el universo. Hay que tener cuidado con no mezclar relación con vínculo. Estamos trabajando a nivel del espíritu.

—Y a nivel energético, de forma privada; no tiene por qué ser físico.

—Tal cual. El movimiento se da en un nivel del espíritu, entonces el movimiento de sanación y de amor está ahí, y ahí lo que se trabaja es el vínculo. Nunca dejaré de ser hija aunque no tenga relación. Acepto a un padre abusivo pero no me vinculo, elijo distanciarme, para cuidarme; pero puedo hacerlo con amor.

—¿Las fobias se pueden curar con las constelaciones? ¿Cual puede ser el origen?

—Mirar y encontrar el origen detrás del trauma, poder mirar por qué, hoy, estoy transitando por eso, cuál es el para qué de esta fobia, pero con esta mirada de amor. Traerlo en la conciencia y poder sanarlo. Uno tiene que ser parte de la solución, no es “constelé magia y ya está”; el primer paso es reconocer y mirar.

El trastorno de alimentación nos invita a mirar qué paso con mamá

—Una vez que mirás, tomás conciencia y todo se puede acomodar.

—Imaginate si yo saco del árbol a un papá: ¿es lo mismo que esté a que no esté? Si yo lo puedo reconocer, por más que sea padre abusivo, le estoy dando lugar y mi lugar de hija toma fuerza.

—Están también los padres que nos criaron con amor y no son biológicos, ¿Ellos no entran en la constelación?

—A veces sí. Trabajamos con biológicos, pero también con familias adoptivas.

—Y hay que ser agradecidos con esos padres: gracias a ellos tenés la vida.

—La adopción es un gran acto de amor.

—¿La obesidad puede ser un síntoma o una consecuencia de algo?

—Todo lo que es trastorno de alimentación nos invita a mirar qué paso con mamá.

—¿Siempre un trastorno de alimentación tiene que ver con la madre?

—No siempre, no, pero desde la teoría puede ser. Quizás está vinculado con la mamá de mi papá. Esto se ve en la biodescoficiación. El primer alimento viene por parte de mamá. Yo hasta el 2013 sufrí de sobrepeso y mi gran búsqueda empieza con la obesidad. Mi madre se suicidó cuando yo tenia 9 años, y me di cuenta de que, con la comida, estaba llenando ese espacio. Mi mamá tuvo un destino que, frente a la mirada del otro, es difícil de entender. Yo sufría de hipertensión , diabetes; el bullying estuvo muy presente: imaginate querer ser cantante y ser obesa. Agradezco el lugar en el que estoy hoy porque fue gracias al destino de mi mamá. En esa búsqueda de entender qué me pasaba y poder perdonar, ya que me abandonó. Me di cuenta de que las cosas eran de otra amanera y pude poner el foco en mí. La obesidad aparece también en los exilios, cuando nuestros ancestros pasaron hambre. En honor a ellos, como. La pareja nos ayuda a mirar algo que no se sanó antes.

—Muchas veces hombres y mueres buscan el mismo perfil de pareja. ¿Tiene que ver con alguien del árbol?

—Sí. Lo primero que hay que mirar es a mamá o a papá. El síntoma del hijo es algo que los padres no han resuelto. Hay sesiones individuales donde me llaman madres, que dicen: “Quiero constelar a mis hijos porque hacen tal o cual cosa”. Pero ese trabajo lo tenés que hacer vos, como mamá.

—Un hijo se come las uñas, por ejemplo. Quizás es un síntoma que generó la madre por algo que no resolvió ella. ¿Puede ir esa mamá por ella misma?

Los hijos nos muestran cosas que los padres no pudimos resolver antes.

—¿Cuál es la diferencia entre la biodescodifcación y la constelación?

—Van de la mano. En la descodificación trabajas con el árbol: tenés información y descodificas el síntoma. En al constelación, uno lo que ofrece es poder mirar ese árbol y, desde ahí, llevar luz a la dinámica que estaba oculta.

—¿De qué manera podes constelar? Ahora, en pandemia, no se puede hacer de forma grupal, presencial. Entiendo que se hace en grupos y cada uno representa a alguien del árbol.

—En los talleres se trabaja en grupo donde las personas asisten: uno constela y los otros representan.

—¿Dentro del grupo hay conocidos? ¿Los buscas vos, o uno?

—Esto es resonancia. Es un taller para vos, donde todos estamos ahí para algo. En el taller uno trabaja también para el que no constela. El trabajo del otro me ayuda a mirar lo que no tenía en cuenta.

—¿De qué manera se puede armar el grupo?

—El grupo se convoca energéticamente. Yo posteo en mi Instagram, en la cuenta de Ecos del Alma, información sobre el taller. Si te resuena, me escribís y te anotás.

—Y ese día se conectan por Zoom, aunque no se conocen.

—La mayoría no se conoce. Es muy sanador.

—¿Cuántas personas se conectan?

—40 o 45 personas.

—¿Y vos elegís? ¿Cómo se va dando?

—El grupo se forma y yo explico la dinámica. Después invito a la persona que quiera constelar, que presente cuál es el tema. Lo importante es que el constelador, libre de intención, pueda conectar con cada una de estas personas y ver si alguien está disponible para hacer este trabajo. Es muy importante el cuidado del otro. Los que participan firman un consentimiento para que no se filtre la información y mantener la intimidad de todos los que forman parte. Menos los menores de edad, salvo que estén acompañados por adultos responsables.

—Si vos estás preocupado por alguien de tu familia, ¿se puede constelar por otro?

—Solo tus hijos, porque vos estás primero. Pero en la línea de hermanos, donde somos iguales, debemos respetar el destino del otro. Mirar con buenos ojos el destino de los otros. Yo tenía miedo de terminar como mi mamá hasta que me di cuenta de que ese fue su destino y que debo mirarlo con amor. Por más que me sienta culposa y abandonada, no puedo traerla devuelta.

—Cuando termina la sesión, ¿cómo te sentís?

—En el primer taller al que fui, me sentí muy liviana.

—Sin la famosa mochila, literal.

—Sí, aunque a veces la mochila la dejás y después te la volvés a poner, con otras cargas. Yo me sentí aliviada, libre. Lo primero que pensé fue: “¡Qué bueno sería que todas las personas puedan transitar esta experiencia!”. Quiero ser yo la que ayuda a esas personas.

—¿Se pueden constelar nietos?

—Lo que puedo constelar es mi relación con ellos, o por ejemplo, mi relación con mi hermano. Lo importante es que constele al que le esta resonando mirar.

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