El camino de Trueno venía siendo venturoso. En mayo de 2022 editó su segundo álbum, el cual tituló BIEN O MAL, y en los dieciséis meses posteriores a ese lanzamiento se la pasó recogiendo los frutos: una larga gira por todo el país que se fue derramando hacia el resto del continente y España, un Gardel de Oro, una performance en el ciclo Tiny Desk, un doblete en el Luna Park, el tema “TIERRA ZANTA” como banda de sonido oficial de la Televisión Pública Argentina acompañando el recorrido de la Selección campeona del mundo en Qatar...
Pero en diciembre del 2023 sorprendió al revelar que había sido estafado por su equipo de trabajo, situación que postergó la salida del disco sucesor. El rapero, nacido con el nombre de Mateo Palacios Corazzina, debió sacudirse el polvo tras semejante tropezón para seguir andando. “Lamentablemente todas mis canciones fueron sacadas de mi poder y para colmo tuve que pagar para que me las devuelvan”, expuso en sus redes sociales. Con eso a cuestas, redondeó El último baile, trabajo que terminó lanzando en mayo de este año.
Esa bronca contenida en un contexto socioeconómico cada vez más urgente en la Argentina, hacía imaginar una entrega de líricas furiosas, comprometidas con su tiempo y espacio como reflejo de época. Así como antes había levantado la bandera del “Nunca Más”, o reivindicando la vida en un barrio casi en el margen como es La Boca, o habiendo rapeado contra el gatillo fácil (“FUCK EL POLICE”), recordando a Santiago Maldonado (“ARGENTINA”) o incluso su beef a Mauricio Macri (“Cucumelo”).
Sin embargo, optó resaltar el costado más festivo del hip hop, que el año pasado cumplió 50 años de historia, con un combo pensado para la pista. Así, entrelaza rimas en spanglish (“Quemando los verdes / Buenos Aires está de party, nunca duerme”; “Nueva shit is comin’, ya no acepto ningún callin’”; “Esto es real gangsta love / ella viene del hood, con azúcar, pom-pom”) en temas que suman elementos del funk, el house o el trap, a medida en que va subiendo el pulso del beat. Este disco, conceptualmente, es un homenaje a esa cultura que lo moldeó, regando los temas nuevos con samples y citas en la música y las letras. Antes de presentarlo de manera oficial en Ferro este viernes 13, en lo que será su primer recital propio en una cancha de fútbol, tuvo un cara a cara con Teleshow.
—Tu último disco es el último baile de los primeros 50 años del hip hop a la vez en que es el primero de los próximos 50. ¿Qué sentís que estás dejando para la posteridad?
—No sé si te puedo decir que “yo voy a ser la persona que...”. Pero sí que voy a aportar un grano de arena en el movimiento del hip hop argentino, tratar de generar esa semilla para que los pibitos que, quizás, hoy son como era yo hace 5 o 10 años, sepan que tienen el aval, que está la oportunidad ahí y que somos fuertes, que somos un movimiento que puede. Hacer caer ese mensaje de conciencia con cómo estamos como movimiento hispano del hip hop, si bien cada parte de América -norte, centro y sur- tiene su cultura, su background, su historia, su música nativa, sus mezclas, sus choques culturales. El rap argentino es muy especial y eso habla de cómo se va generando, cómo va creciendo esa semilla que se plantó en cada país. Siento que antes el hip hop era algo muy sectorizado de donde nació y hoy en día es igual de poderoso en cualquier país del mundo. Entonces, lo que digo es que Latinoamérica ya no está aprendiendo, sino que ya está al mismo nivel. Y ya somos un movimiento mundial.
—En tu discografía venías con unas letras más combativas sobre lo que veías a tu alrededor, pero en este disco te fuiste para el lado del jolgorio. ¿Por qué?
—Yo trato de no encerrarme en un método de música ni de escritura, sino de ir experimentando, a medida en que vaya surgiendo el sentimiento. En El último baile siento que, en ese punto, como que toca quizás la diversión y sigue el concepto de BIEN O MAL de la protesta a la celebración, en cuanto a que el hip hop nació en base a una fiesta, a una distracción, a un despejo de la mente de la realidad social que había y que sigue habiendo. Es algo que se comparte más allá de la época, es un poco atemporal. Ese es el concepto que le quería dar al disco, que sea realmente para disfrutar y para poder bailar, para poder liberar. Pero aún así, siento que a cada track le di su espacio: de la nada tenés un “Rain”, un “THE ROOF IS ON FIRE”, tenés un “NIGHT”, tenés un “PLO PLO!”... Cada uno habla de cosas distintas pero bajo el mismo marco, siempre.
—En todos los temas está Tatool como productor, con quien venís trabajando en todos tus discos. Pero también sumaste a otros de acuerdo al tema: pablopablo, Víctor Martínez, El Guincho y más. ¿Cómo pensaste el audio general del disco?
—A mi siempre me pareció que en el hip hop el productor es la clave: todo nació desde la base que te ponía un dj o desde el que pinchaba en la fiesta. Entonces dije que este es un disco para darle prioridad a ese puesto que quizás no está tan... No sé si la palabra es “expuesto”, pero no sé si está tan reconocido dentro de la música y del rap, que es el otro 50%. Esto es “ritmo y poesía”, entonces el ritmo tiene mucho que ver en ese sentido. Así que se me ocurrió que los featurings en este álbum tenían que ser los productores y traté de ser bastante variado en la selección con Tatool para que cada tema tenga su tinte diferente.
—Hablemos de “REAL GANGSTA LOVE”, sin dudas uno de los hits del año. ¿Cómo fue trabajar de nuevo con Federico Vindver, que produjo y compuso para artistas muy grandes a nivel mundial?
—Una locura. Justamente, lo buscamos después de haber hecho “ARGENTINA” con él y con Nathy (Peluso), que salió increíble. Esa fue una producción zarpada, también. Y lo mismo que en el disco, en cuanto al concepto y a tratar de innovar, lo hicimos con Fede. Dijimos: “Vamos a hacer algo súper diferente a lo que fue ‘ARGENTINA’”. Era la primera vez que yo estaba en Los Ángeles, que conocí la ciudad y todo eso me llenó de energía. Lo hicimos de una manera muy descontracturada. Lo que surgió fue también la melodía del estribillo, que es un homenaje a la canción ”Let Me Blow Ya Mind” (de Eve con Gwen Stefani). En base a esa melodía salió la letra, en base a la letra salió la historia. La idea fue hablar de un amor del barrio, de representarlo como un amor latino, de tratar de extenderlo y no hablar solo de La Boca, de un amor de mi barrio, sino que poder empezar a extender un poco más las letras y a interpretar personajes, por así decirlo. Pero ni en pe... me imaginé que iba a ser la explosión que fue. Siempre que hablamos con el equipo y que cada uno elige sus temas favoritos, a “REAL GANGSTA LOVE” lo queríamos todos, pero pasaba... Era como algo que sumaba adentro del disco, nunca lo imaginamos así. Pero explotó todo. Tuvimos que acelerarnos en plena gira en España, volver acá y hacer el video al toque. Y fue un boom lindo, pero no lo esperábamos.
—O sea que en este caso la música te sugirió la letra de lo que querías contar.
—Exactamente. Voy tratando de flashear eso. Qué es lo que pide la canción, por así decirlo. Y respetar también el primer sentimiento de la composición. Si esta melodía me lleva a decir esto, esto me lleva a escribir esto y dejar que fluyan las cosas.
—Decís que la idea en este tema fue universalizar un amor y salir del barrio. Vos venías haciendo discos y canciones en los que casi siempre hablás desde tu perspectiva, como narrador y protagonista. ¿Cambiaste la mira?
—Sí, son esas las trabitas que trato de romper para que no todo caiga en lo personal y no repetirme, tampoco. Obviamente, uno no deja de vivir, un poco, las mismas cosas. Después de haber sacado Atrevido, mi primer disco, sentí que me había quedado desnudo: “Uh, ya está, conté toda mi vida, ¿y ahora?”. A lo mejor hay que reinventarse, encontrar nuevos métodos, nuevas inspiraciones, nuevas maneras de escritura. Es lo que trato de hacer, tal vez no en todas las canciones, pero sí es como que digo: “Este tema siento que es para hablar de mí”. Y ahí está “RAIN”, por ejemplo, donde habla de mis problemas, mis soluciones, mis cosas. Y otros temas en los que digo: “Yo no tengo que ser el protagonista acá, tengo que ser el emisor del mensaje, nomás”. Pero desde una manera, capaz, más omnipresente, por así decirlo. Y lo empiezo a ver como algo más teatral, algo más cinematográfico. Empiezo a imaginarme una historia, una locación, personajes y... Me divierte romper barreras en ese sentido.
—¿Te diste cuenta de que tenés el récord de haber salido campeón de nuevo con Argentina? “TIERRA ZANTA” fue parte del soundtrack de Qatar 2022 y ahora, en la Copa América, tu tema “TRANKY FUNKY” musicalizó la publicidad de uno de los sponsors de la Selección, con el Dibu Martínez de protagonista.
—(se ríe) ¡Ahí va! Esas cosas me tocan en lo personal, me hacen flashear. Lo de “TIERRA ZANTA”, antes de que juegue Argentina la semifinal, la final de la Copa del Mundo, que suene mi canción... Yo decía: “Antes acá pasaban Shakira, ¡esto es una locura!”. Yo me acuerdo de los mundiales anteriores y lo veía como algo súper lejano. Y ahora digo: “¡Boludo, están poniendo mi canción!”. Mismo cuando ganó Argentina en Qatar, los fans me mandaban videos del tema sonando en los parlantes del estadio... Yo pensaba: “Soy de La Boca, esto está sonando en un estadio, en la final de un mundial en Qatar...”. Hay veces en las que uno no asimila lo que le pasa porque está en marcha, con el auto en primera todo el tiempo, yendo para adelante. Y hay cosas que de la nada te chocan. ¡Estoy sonando antes y después es la final del mundo! Ahí empezás a asimilar cómo la gente lleva las canciones, lo que vos creás en un estudio, con tu productor, con una o dos personas, hace 42 horas de viaje, llega hasta allá y lo está viendo el mundo entero... Es una caricia al alma. Para esto hago música, también. Es algo que recibo como si fuese un premio. Y es súper loco porque yo no dejo de ser un fanático del fútbol, de la Selección y estar ahí al lado, es una locura. Trato de asimilar estas cosas sabiendo que no son normales, que están buenísimas y que tengo que estar muy agradecido con la gente. Y son momentos que sirven para parar un poco la pelota.
—¿Cómo fue haber tenido a Sean Paul, una de tus máximas inspiraciones en el género, para tu tema “PULL UP”?
—Zarpado, ya conocerlo para la canción que hicimos para la película Bad Boys 4, que salió después de El último baile, fue una locura. El peinado con el que aparezco en la tapa del disco lo hice en base a lo que yo lo admiraba a él de chiquitito, cómo lo copiaba y todo...
—¿La foto de la tapa es real, más allá de que el pelo está claramente trucado?
—Sí, sí, de tercer grado de la primaria. Es la foto del álbum escolar, la que te sacaban en el colegio. Te juro que me costaba el arte de tapa para este disco. No lo encontraba, no lo encontraba, no lo encontraba... Y justo con estas ganas que yo tenía de impulsar una nueva escuela, entre comillas, o de transmitirle este mensaje a los más chiquitos... Creo fue en la casa de mi viejo o de mi vieja, que agarré el álbum de la escuela, que estaba ahí, y dije: “Es esta foto”. Ahí se la mandé a ElDorado (artista visual) y empezamos a ponerle las trenzas para hacerlo como ahora, pero real. Cuando trabajamos con Sean Paul en la canción para Bad Boys 4, yo por dentro pensaba: “Quiero que este chabón esté en ‘PULL UP’ de la manera que sea’. Se lo propusimos y, con toda humildad, dijo que sí. “Yo los apoyo, úsenlo tranquilo todo esto”. Un capo.
—Recién hablabas de “RAIN”, que fue una de tus primeras canciones. Después apareció la parte 2 en Atrevido y ahora llega su tercer episodio, en el que hablás de un amigo tuyo que ya no está. ¿Qué significa para vos ese tema?
—”RAIN” soy yo, básicamente. Es lo que me pasa a mí adentro, fuera de las cámaras, fuera de los shows en vivo, fuera de la música, fuera de los éxitos, de la derrota... Es lo que le pasa a la persona. Por eso trato de respetar mucho esa saga, de sacar un “RAIN” cuando realmente tiene que salir. Escribirlo si me sale; si no me sale, no escribirlo. Para mí es muy importante porque es una expulsión y una catarsis personal necesaria. Siento que para eso está la música, más que nada y por eso es de mis canciones favoritas, porque siento que es donde yo dejo realmente el corazón y cuento lo que me pasó y dedico las barras que tengo que dedicar de una manera genuina y sincera. Es algo que siempre se va a mantener ahí. Para este disco entró de una manera especial, como al final de todo. No estaba terminada en la letra. Pero lo cerré y quedó para este disco justo, con un montón de cosas que me pasaron en todos estos años, en los que fui creciendo mientras salía de gira, que también sentía que tenía que expulsar.
—Después de lo que pasaste con tu equipo anterior, ¿cómo fue haber confiado en otras personas para arrancar de nuevo?
—Es muy difícil, más a la edad en la que me pasó, en el momento en el que estaba. Es una desilusión muy grande. Fue como ser jugador de fútbol y que te partan las rodillas. Pero pasaron tantas cosas en la vida que me enseñaron a aprender a renacer. En esos momentos, en vez de bajonearme, es cuando tenés que estar vos solo con el espejo, saber de qué estás hecho, prepararte, focalizar tu cabeza, no perderte, no ser vengativo, no ser rencoroso, trabajar en vos mismo, tomarlo como un momento de tocar fondo en el que después solamente queda subir para arriba. Por eso parte del 2023 y el principio del 2024 fue momento de parar un poco la pelota, solucionar los problemas, terminar de hacer el disco, porque ese siempre tiene que ser el foco: la música. Lo que tenga que decir lo diré por la música. Por suerte hubo frutos de tanto sacrificio y eso me hizo sentir: “OK, valió la pena todo este año quizás un poco complicado para que volvamos más fuertes, con gente piola, con el equipo”. Son enseñanzas que duelen, pero todo sirve.
—¿Qué te imaginás que va a pasar cuando salgas al escenario en Ferro?
—Zarpado, zarpado... Va a ser como el show que vengo haciendo, pero potenciado. Y es todo un flash. El público de Buenos Aires es el más eufórico de todos. Es el más exigente, también. Si bien es un show en mi casa, es también una gran responsabilidad. No siento que sea una prueba, pero hay que entregarle un buen show a la gente de acá, porque están acostumbrados a ver cosas zarpadas desde hace muchos años. Así que le estamos poniendo todas las fichas a Ferro y hacer mi primer estadio es una locura. El año pasado hicimos Vorterix como para vivir esa etapa que, de alguna manera, nos salteamos, porque fuimos directo al Gran Rex, al Luna Park... Esto es el otro extremo. De compartir en un lugar súper chiquitito y mirar a la gente a los ojos, a estar nadando en una marea gigante. Que me encanta también. Te come la gente, cuando es muchísima y por todos los costados. Yo siempre digo que cuando está más turbia la marea, es cuando más me gusta salir a navegarla. Me vuelvo loco, me tiro al público, saltamos, nos rompemos todo arriba del escenario... Ferro va a tener toda esa energía y siempre hago esperar mucho el show de Buenos Aires para que sea el mejor de todos.
—Cuando es tan grande la marea, ¿en dónde enfocás la atención para no perderte?
—Ufff, es que es muy difícil no perderse. A veces es mejor unirte a la marea, ahogarte, te metés ahí, te tirás al público, ya está... A veces me pasa que me trabo, me olvido de la letra y veo a una persona que la está cantando bien, entonces se la sigo y me acomodo, todo termina encajando perfecto. La sensación de estar frente a 30 mil personas va a ser una locura y yo me voy a prender fuego, seguro.
—¿Un deseo para el 2025?
—¡Que con Boca entremos a la Copa Libertadores! (risas). Después ya tenemos todo armado: va a haber una gira increíble, voy a Europa, voy a unos pares de países, pero que (Fernando) Gago acomode bien al equipo, que entremos a la Libertadores y que sea lo que tenga que ser.