
El pequeño orificio que se encuentra en la parte inferior de muchos candados es un detalle que pasa desapercibido para la mayoría, pero su función es crucial para el mantenimiento y la durabilidad de estos dispositivos de seguridad.
Según especialistas de seguridad, este diminuto agujero actúa principalmente como un drenaje. Cuando un candado está expuesto a la intemperie, ya sea en portones, rejas o casilleros, inevitablemente entra en contacto con la lluvia o la humedad. De acuerdo con los expertos, el orificio permite que el agua acumulada dentro del mecanismo se drene, evitando que el líquido quede atrapado y cause oxidación en las partes internas del candado, lo que podría comprometer su funcionamiento y seguridad.
Por tanto, hay que tener en cuenta que esta advertencia es para los candados tradicionales y no para los que hoy tiene varias funciones tecnológicas como conectarse al Wifi o una clave única que se digita en una pantalla.

Además de su función como drenaje, el agujerito tiene un papel importante en el mantenimiento del candado. Permite la aplicación de lubricantes, lo cual es esencial para mantener el mecanismo interno en buen estado. Con el tiempo, factores como el polvo, el óxido y las temperaturas extremas pueden endurecer las piezas internas.
Gracias a esta abertura, se puede introducir aceite o lubricantes especiales directamente en el interior del candado, lo que ayuda a que las piezas se mantengan móviles y operativas. Este sencillo gesto de mantenimiento puede prolongar significativamente la vida útil del dispositivo.
En ciertos modelos específicos de candados, el orificio tiene una función adicional. Algunos de estos dispositivos permiten ser abiertos con una llave especial a través de este agujero, lo que ofrece una medida de emergencia o desbloqueo técnico. Esta característica añade una capa extra de funcionalidad a los candados, especialmente en situaciones donde el acceso rápido es necesario.

De dónde vienen los candados, la tecnología del Antiguo Egipto y Babilonia
La historia de los candados se remonta a más de 4.000 años con sus orígenes en el Antiguo Egipto y Babilonia. Aunque los mecanismos de entonces no eran idénticos a los actuales, compartían similitudes en su propósito de asegurar pertenencias. Posteriormente, los romanos perfeccionaron el diseño utilizando metales y sistemas de cerradura más sofisticados.
El candado moderno, tal como lo conocemos hoy, fue patentado en 1857 por Theodor Yale, un estadounidense que contribuyó significativamente a la evolución de estos dispositivos de seguridad.
Según el medio TN, a lo largo de los años, los candados han evolucionado no solo en diseño, sino también, en funcionalidad, adaptándose a las necesidades de seguridad contemporáneas. La inclusión de elementos como el pequeño orificio demuestra cómo un detalle aparentemente insignificante puede tener un impacto considerable en la eficacia y longevidad de un producto.

Candados inteligentes: la nueva era de la seguridad física
El desarrollo tecnológico ha transformado el diseño y el funcionamiento de los candados tradicionales, incorporando mecanismos electrónicos y sistemas inteligentes de acceso. A partir de finales del siglo XX, surgieron los primeros candados electrónicos que reemplazaron la llave física por códigos numéricos o tarjetas magnéticas.
Este avance permitió aumentar la seguridad y la comodidad en entornos industriales, comerciales y residenciales, eliminando el riesgo de extravío de llaves y facilitando el control de acceso.
Con el crecimiento de la conectividad y el Internet de las Cosas (IoT), los candados inteligentes ganaron protagonismo. Estos dispositivos integran conexiones Bluetooth o Wi-Fi, lo que permite a los usuarios controlarlos a través de aplicaciones móviles. Además, algunos modelos incorporan tecnología biométrica, como lectores de huellas dactilares, que refuerzan la seguridad personal. Empresas como Yale, Igloohome y August son algunos de los fabricantes que impulsaron esta tendencia, ofreciendo opciones que registran el historial de accesos y permiten compartir llaves digitales de manera remota.
Actualmente, la evolución continúa con candados que utilizan cifrado de datos y autenticación multifactor para proteger la información y prevenir ataques cibernéticos. En paralelo, el mercado explora soluciones más sostenibles, como dispositivos alimentados por energía solar o de bajo consumo energético. Aunque los candados tradicionales siguen vigentes en muchos contextos, la incorporación de tecnología ha diversificado las opciones disponibles, adaptándose a las nuevas necesidades de seguridad física y digital.
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