Tras recorrer a fondo la provincia de Misiones, el estadounidense David English desembarcó en la ciudad santacruceña de El Calafate para interiorizarse en la elaboración del chocolate artesanal, uno de los productos más característicos de la Patagonia. Para ello visitó Casa Guerrero, la primera fábrica de la zona, donde indagó sobre el mito que rodea a este dulce y lo vuelve irresistible.
En este nuevo envío de “Costumbres y valores argentinos”, la serie exclusiva de Infobae, David entrevistó a Ana Guerrero, una de las hijas del fundador de esta chocolatería, que actualmente está al frente del emprendimiento familiar junto a su hermana Karina.
Al advertir que la imagen de su padre Zelmar es la que ilustra todas las cajas de chocolates, la mujer se emocionó al borde de las lágrimas al escuchar la primera pregunta que le hizo David “¿Qué sentís cuando ves la caja de chocolate con la foto de tu papá?”, quiso saber él. Y ella respondió: “Siento que está acá y que estaría muy orgulloso de todo. Me emocioné”.

Casa Guerrero se fundó en 1968, con un enfoque meticuloso en la elaboración manual y la perfección de recetas propias a lo largo del tiempo. Durante más de cinco décadas supo mantener la esencia que Zelmar Guerrero, su creador, imprimió en sus productos desde el primer día.
Su clave del éxito radica en la cuidadosa selección de las materias primas para crear chocolates de excelencia que hoy son reconocidos y recomendados no sólo por los argentinos sino también por los turistas extranjeros, que los eligen como souvenir de su paso por El Calafate.
La chocolatería tiene un volumen de venta -entre septiembre y abril- de 30 kilos diarios de chocolates y bombones. Las tradicionales barritas Bariloche; chocolate en rama, con frutas, con dulce de leche, cereales y coco son los productos más elegidos por la gente. Y mientras el chocolate blanco es furor en ventas, el amargo es el más comprado por los turistas europeos.
“Siempre me viene a la memoria mi papá porque esto es un legado. Él nos inculcó esa pasión por fabricar el chocolate y por hacer un producto regional. Demostrar que podemos”, afirmó Ana.

Durante la entrevista, David experimentó cómo el proceso de elaboración es una labor diaria que se lleva a cabo con la aplicación mínima de tecnología, preservando así la autenticidad artesanal. Cada barra de chocolate que llega al mostrador es cortada a mano y decorada de manera individual, reflejando así una dedicación a la calidad y la atención al detalle.
Cuando se menciona la palabra “chocolate” en El Calafate, inmediatamente se asocia con Casa Guerrero y a un mito que lo sobrevuela. “La leyendo dice que quien prueba y come chocolate en El Calafate, regresa a El Calafate. Para nosotros es un orgullo hacer un producto con ese mito”, admitió Ana, cuyo compromiso con la calidad convirtió a esta marca en un símbolo de excelencia chocolatera en el sur del país.
“En este proceso de aprender a hacer chocolate aprendo cómo las costumbres y valores de una familia aseguran el éxito de uno de los emprendimientos más emblemáticos de la Patagonia”, señaló David mientras ponía manos a las obra.
Entre los ingredientes utilizados para su elaboración se destacan: licor de cacao, manteca de cacao, azúcar, leche entera y descremada, pasta de cacao, vainilla y lecitina. Además, Casa Guerrero ofrece una amplia variedad de opciones para satisfacer los gustos más diversos: chocolates con almendras, avellanas, castañas, maní, uvas pasas, higos y ciruelas. A lo que se suman bombones de frutas y chocolates personalizados.

Una fecha muy importante es Semana Santa donde se elaboran los huevos de Pascua y los lugareños acuden para pedir formas especiales, como gallinas y conejos, con rellenos y sorpresas.
Consultada acerca de los argentinos que eligen irse a vivir al exterior en busca de mejores oportunidades, Ana señaló que nunca se le cruzó por la cabeza irse del país porque prioriza “sus raíces y la familia”. Y destacó la “fortaleza” y “la capacidad de lucha” de los argentinos de sobreponerse a cualquier adversidad. “Para lograr el éxito, como lo hizo mi papá, hay que tener constancia y hacer las cosas con amor, pasión y perseverancia”, detalló.
A diferencia de la mayoría de las chocolaterías, que realizan el proceso del templado de chocolate de manera automática y con técnicas industriales, en Casa Guerrero manejan a la perfección la curva de templado que se hace a mano para que el chocolate quede duro, brilloso y que al partirlo haga un sonido crujiente.
“La familia Guerrero demuestra que se puede lograr el éxito a través de los vínculos familiares y la mejora continua. Si no me lo creés, andá a El Calafate y probá su chocolate”, concluyó David Englishtras su visita a la emblemática fábrica de chocolates de esa ciudad.
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