Las combinaciones entre grandes actores que ha brindado la historia del cine parecen ser infinitas, aunque no lo son. Por eso, cuando reaparecen ciertos títulos, no hay manera de no sentirse atraídos para ver por primera vez o volver a ver esas grandes películas. En 1997, Johnny Depp era una estrella en ascenso, famoso ídolo juvenil, ya había pasado por la televisión, trabajado con Tim Burton y realizado varios largometrajes que mostraban un interés por hacer buen cine. Al Pacino era simplemente una de las más grandes figuras del cine, una leyenda viviente. Tenerlos juntos fue una gran idea con fantásticos resultados. La química es impecable.
La historia transcurre en Nueva York en 1978. Lefty Ruggiero (Pacino) interpreta a un miembro algo venido a menos que forma parte de la familia criminal Bonanno. Mientras está en un bar, conoce a Donnie Brasco, un ladrón de joyas con quien entabla rápidamente una amistad. Pero su instinto le ha fallado, Brasco es en realidad Joe Pistone (Depp), un agente encubierto del FBI que usará a Lefty para avanzar con su investigación contra la mafia. Pasan los días y entre ambos hombres se va conformando una amistad que pondrá al agente en un dilema moral, ya que siente culpa por traicionar a alguien que confía tan ciegamente en él.
La película se inspira libremente en la historia real, usando como punto de partida el libro Donnie Brasco: My Undercover Life in the Mafia, escrito por Joseph D. Pistone y Richard Woodley y publicado en 1988. El guión de Paul Attanasio recibió una nominación al Oscar a la mejor adaptación. El trabajo por medio del cual se construyen los dos personajes centrales es uno de los puntos más fuertes de Donnie Brasco. El agente atormentado que vive en peligro y que incluso arriesga su vida personal al tener que alejarse de su familia y el mafioso al borde de caer del sistema criminal, con el riesgo de morir asesinado por sus pares, conforman una dupla dramática muy bien lograda, mérito también de dos enormes actores.
No solo están Pacino y Depp, un elenco fuerte los acompaña. Anne Heche, Michael Madsen, Bruno Kirby, James Russo, Paul Giamatti y Tim Blake Nelson, aportan lo suyo, dentro de un elenco de caras bien conocidas. El director de la película es el ecléctico Mike Newell, realizador de Cuatro bodas y un funeral, La sonrisa de Mona Lisa y Harry Potter y el cáliz de fuego. La capacidad de toda la producción para que la Nueva York de 1978 se vea impecable y sin trucos de puesta en escena a la vista es digna de ser destacada.
Donnie Brasco es uno de esos productos sólidos del cine industrial a los que la suerte no les dio la fama que merecían, pero a los que siempre se puede volver con la certeza de disfrutar de dos horas de buen cine.
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