Estrés financiero navideño: cómo la presión por regalar afecta la salud mental

La época navideña, tradicionalmente asociada con alegría y convivencia, puede convertirse en una de las etapas más estresantes del año debido a la presión por comprar regalos y cumplir expectativas familiares y sociales

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El estrés financiero y la
El estrés financiero y la presión de los regalos navideños afectan la salud mental durante las fiestas de fin de año. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cuando la Navidad se aproxima, la frase “es época de dar” trae consigo una presión muchas veces invisible: la expectativa de ofrecer regalos, organizar cenas perfectas y cumplir con compromisos sociales puede causar estrés financiero y dejar huellas significativas en la salud mental. La temporada, tradicionalmente asociada a la alegría y la unión familiar, no siempre aporta paz interior; por el contrario, para muchos es fuente de ansiedad, insomnio, angustia y una serie de emociones difíciles de manejar.

Especialistas como Natalia Ascurra, médico psiquiatra de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud de Perú, advierten que la presión consumista se ha visto intensificada en los últimos años por la influencia de las redes sociales. “Ahora tenemos más exposición, lo que nos lleva a compararnos constantemente: cómo serán las cenas de otros, qué regalos dan, cómo decoran sus hogares. Esa comparación nos genera mayor estrés”, explica. Esa necesidad de perfección —impulsada por la imagen de “Navidades ideales” en Internet— empuja a muchas personas a gastar más allá de sus posibilidades.

Especialistas advierten que el endeudamiento
Especialistas advierten que el endeudamiento por compras navideñas puede provocar insomnio, angustia y deterioro en las relaciones familiares. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El resultado de ese comportamiento no se limita al endeudamiento. “Nos angustiamos al querer comprarlo todo, nos endeudamos y después, ya en enero, viene la tensión y la angustia porque seguramente me endeudé”, señala Ascurra. Los efectos inmediatos se sienten en noches sin dormir y en una preocupación persistente, mientras que a largo plazo puede haber angustia crónica y deterioro en las relaciones familiares y sociales.

Pero la presión no solo es económica. La Navidad puede agudizar sentimientos de tristeza, especialmente en quienes han sufrido pérdidas recientes o atraviesan conflictos familiares no resueltos. “Es válido no querer pasar la Navidad con personas que no te hacen sentir bien. Aceptar invitaciones por compromiso no siempre es la mejor opción; priorizar el bienestar personal también es parte del autocuidado”, agrega la especialista. Así, romper con expectativas impuestas por la tradición o la familia —y no sentirse culpable por ello— puede ser el primer paso hacia una Navidad más saludable, emocionalmente hablando.

La tristeza y la soledad
La tristeza y la soledad aumentan en Navidad, especialmente tras pérdidas recientes o conflictos familiares no resueltos. (Freepik)

El consumismo compulsivo es otra cara visible del estrés navideño. Comprar de modo impulsivo puede ser una forma de aliviar emociones incómodas, pero según Ascurra, la satisfacción dura poco: “Después viene la culpa y el estrés”. Identificar cuándo la compra deja de ser placer para convertirse en obligación es clave. Si el gasto genera angustia en vez de disfrute, es momento de parar y buscar ayuda profesional sin prejuicios.

La psicóloga y psicoterapeuta Martha Crosby, del Hospital Nacional Edgardo Rebagliati (EsSalud), añade que la suma de compromisos —compras, preparativos, desplazamientos y encuentros familiares— satura la mente y las emociones. El ruido, el tráfico y la sobrecarga de labores pueden terminar en agotamiento, irritabilidad, deseos de aislarse y discusiones en casa. A ello se une la frustración al no poder comprar los regalos que se querría, sobre todo cuando los recursos económicos escasean.

Durante estas fechas, emociones dolorosas afloran fácilmente. La llamada “silla vacía” recuerda pérdidas y ausencias; trabajar lejos de los seres queridos suscita desmotivación y hasta culpa. La necesidad casi obligada de sentirse feliz o de mostrar una imagen de felicidad —amplificada en las redes— puede hacer que el duelo, la tristeza o el cansancio pesen aún más.

Persona reflexionando junto al árbol
Persona reflexionando junto al árbol de Navidad, buscando paz interior en diciembre - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según estudios de la Universidad Complutense de Madrid, un porcentaje significativo de la población experimenta ansiedad, tristeza o agotamiento durante la Navidad por la presión social y el consumo. Identificar los desencadenantes y adoptar rutinas autocompasivas ayuda a mantener el equilibrio.

El estrés navideño es una respuesta a la sumatoria de deseo, obligación y lo que realmente se puede hacer. A diferencia de otros trastornos afectivos, su origen es social y relacional, no biológico. Se manifiesta con síntomas como insomnio, irritabilidad, dificultad para concentrarse y cansancio. El cuerpo libera cortisol de forma sostenida, lo que afecta el estado de ánimo y el sistema inmune. Por eso, descansar y mantener ciertas rutinas ayuda a reducir el impacto.

Las causas principales del estrés navideño incluyen el duelo y la soledad, la presión económica para gastar en regalos, los conflictos familiares no resueltos y la exigencia de felicidad. Reconocerlo permite anticipar medidas de prevención.

Recomendaciones para enfrentar el estrés financiero navideño

  • Haz una lista de regalos realista y establece un presupuesto antes de salir de compras. Anticipar las compras evita gastos de última hora y la presión de los precios altos.
  • Aprende a decir no: no te sobrecargues de compromisos sociales. Comunica límites claros a familiares y amigos en cuanto a celebraciones, regalos o reuniones.
  • Prioriza el significado emocional del regalo más que el costo. Fomenta el valor simbólico y emocional en tu círculo. Enseñar a los hijos que no siempre se puede tener todo es prepararles para una vida más sana y equilibrada.
  • Cuida tu bienestar físico y emocional: duerme lo suficiente, come de manera saludable y realiza actividades placenteras o relajantes.
  • Busca apoyo profesional si el estrés, la ansiedad o la tristeza resultan abrumadores.
  • Céntrate en los pequeños momentos: escuchar música mientras te desplazas, reservar tiempo para respirar conscientemente o simplemente disfrutar del presente son rutinas para reducir la ansiedad.
El consumismo compulsivo y la
El consumismo compulsivo y la obligación de comprar regalos generan culpa y estrés, según expertos en salud mental.

La especialista Natalia Ascurra ofrece una reflexión puntual: prometer “ordenarse en enero” es insuficiente si no hay cambios profundos o acompañamiento profesional. El “insight” o la toma de conciencia ayudan, pero no sustituyen la acción concreta. Atreverse a pedir ayuda es parte del autocuidado.

Por encima de los regalos, las cenas elaboradas o la decoración perfecta, lo que marca la diferencia estas fiestas es el cuidado personal y la honestidad emocional. Vivir una Navidad consciente, menos consumista y más real, es posible. Significa aceptar las emociones como vienen, poner límites saludables y recordar que lo valioso no siempre tiene precio: a veces, lo más importante es simplemente estar presente, ofreciendo tiempo, atención y respeto. Así, el bienestar mental se convierte en el mejor regalo para uno mismo y para quienes nos rodean.