
En el Perú, las empresas familiares no solo constituyen la mayoría del tejido empresarial, sino que también se han consolidado como un motor decisivo para la economía. Representan cerca del 80 % del total de empresas y aportan más del 40 % del Producto Bruto Interno (PBI), de acuerdo con la Asociación de Empresas Familiares del Perú (AEF). Además, generan entre el 60 % y el 70 % del empleo formal, lo que las convierte en pilares de la estabilidad laboral y productiva.
Según Ana Sofía Huamanchumo, vocera de la AEF, “la empresa familiar en el Perú no es solo un actor económico, sino una institución social con impacto directo en la generación de empleo, la cohesión comunitaria y la sostenibilidad a largo plazo”. Este modelo empresarial no solo se mide en cifras, sino en la capacidad de transmitir valores, fomentar el arraigo y proyectar estabilidad en un país con frecuentes ciclos de incertidumbre política y económica.
Más que negocios: un modelo basado en valores
A diferencia de otros tipos de organizaciones, las empresas familiares suelen apostar por una visión de largo plazo, guiada por principios compartidos y un fuerte compromiso con la comunidad. Muchas integran prácticas de responsabilidad social, apoyan iniciativas locales y mantienen un vínculo estrecho con el territorio donde surgieron.
Este arraigo territorial es clave en un contexto de cambios constantes y desafíos globales. Las transformaciones tecnológicas, la presión por la sostenibilidad ambiental y las nuevas demandas de consumidores más conscientes están redefiniendo la manera de hacer negocios. Sin embargo, para las empresas familiares, el reto consiste en adaptarse a estas exigencias sin perder su identidad.

Huamanchumo resume este desafío así: “El gran reto para las nuevas generaciones es transformar sin romper. Las empresas familiares deben innovar, diversificarse y profesionalizar su gestión, pero sin renunciar a aquello que las hace únicas: su propósito, su historia y su compromiso con el legado familiar”.
Profesionalización e innovación sin perder la esencia
En los últimos años, la profesionalización de la gestión se ha convertido en una necesidad. Incorporar directivos externos, implementar sistemas de gobierno corporativo y diseñar planes de sucesión estructurados son pasos cada vez más frecuentes para garantizar continuidad y competitividad.
No obstante, estos cambios no siempre son fáciles. Según estudios de la AEF, una gran parte de las empresas familiares no logra sobrevivir a la tercera generación, debido a conflictos internos, falta de planificación o dificultades para adaptarse a nuevos mercados. Por ello, la innovación con identidad se perfila como la estrategia clave para mantener la relevancia en un mercado cada vez más globalizado y exigente.
Un espacio para pensar el mañana: XIII Congreso de Familias Empresarias
Con el objetivo de abordar estos retos y compartir experiencias, la Asociación de Empresas Familiares del Perú llevará a cabo el XIII Congreso de Familias Empresarias: “Heredando valores, construyendo futuro”, el próximo martes 9 de septiembre en NOS PUCP, en San Isidro.

Este encuentro reunirá a líderes de compañías nacionales y extranjeras como AJE, UNACEM, Textil del Valle y Santa Elena Avinka, junto a especialistas de APOYO Consultoría, EY Perú, Deloitte y otros referentes internacionales. El programa incluirá ponencias sobre las perspectivas económicas en un año preelectoral, la innovación con identidad, los procesos de sucesión y el estudio de casos como el de la familia empresarial europea Mulliez, reconocida por su conglomerado de marcas globales.
El congreso no solo será un foro de análisis, sino también un espacio de networking y aprendizaje, donde se buscará fortalecer las capacidades de las familias empresarias para afrontar los desafíos del futuro.
Empresas familiares: motor del desarrollo sostenible
El papel de las empresas familiares en el Perú trasciende el presente. Su potencial para generar empleo, innovar y mantener un compromiso intergeneracional las coloca en una posición estratégica para impulsar un desarrollo económico sostenible.
Expertos coinciden en que, si logran combinar tradición y modernidad, podrán enfrentar con éxito los cambios globales y seguir siendo un soporte fundamental para la economía peruana. En palabras de Huamanchumo, “la empresa familiar, bien gestionada, es un puente entre el pasado y el futuro, y un ejemplo de cómo los valores pueden ser tan importantes como los números”.
El reto, ahora, es que este puente se mantenga firme en medio de las transformaciones que el mercado y la sociedad exigen, asegurando que las raíces que las sostienen sigan siendo tan sólidas como su proyección hacia el porvenir.
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