
Nicolás llegó a España desde Perú hace más de nueve meses. Viajó con la ilusión de empezar una nueva vida, pero no encontró dónde vivir. Desde entonces, duerme bajo una banca del aeropuerto de Madrid-Barajas. No está solo. Junto a él, cada noche, se instalan decenas de personas sin hogar que, pese a tener trabajos, no pueden pagar una vivienda.
El Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas se convirtió en refugio temporal para migrantes, españoles sin hogar y trabajadores precarios. La empresa pública Aena, que gestiona los aeropuertos en España, prohibió desde el 24 de julio que quienes no cuenten con billete de avión permanezcan allí por las noches. La decisión coincidió con la apertura de un albergue temporal de 150 plazas, gestionado por el Ayuntamiento de Madrid, disponible hasta octubre.

Sin embargo, organizaciones sociales critican que la medida no resuelve el problema estructural. “Me costó mucho acostumbrarme a dormir con la luz encendida”, dijo Nicolás a la BBC. Como él, unas 30 personas siguen pasando la noche en Barajas.
Una comida al día y un rincón para dormir
Mientras hay sol, Nicolás busca trabajo en obras. Va a los puntos donde se reúnen las cuadrillas y, si lo aceptan, gana algo de dinero. “Con lo que me pagan, no me da para rentar una habitación”, explicó. Su historia refleja una situación cada vez más frecuente entre migrantes que viven con ingresos por debajo del costo mínimo de vida.
También está Miguel, un joven venezolano de 28 años que llegó a Madrid en octubre de 2024. Salió de su país tras recibir amenazas por un video crítico con las elecciones presidenciales. Viajó con lo justo, alquiló una habitación por pocos días y terminó durmiendo en el aeropuerto.
Actualmente trabaja como repartidor. Recorre la ciudad a pie durante cinco horas diarias empujando un carrito. Recibe unos 250 euros al mes, que divide entre el alquiler de un trastero, transporte y alimentación. “Esta es mi cena”, contó a la BBC mientras comía palomitas de maíz. Miguel estableció tres reglas: comer al menos una vez al día, asearse tres veces por semana y salir a caminar para despejar la mente.

En otra esquina del aeropuerto vive María, de 68 años, junto a su hijo autista. Viajó desde Venezuela buscando atención médica para él, pero se quedó sin dinero. “Prefiero dormir aquí que en la calle. Se está más seguro”, dijo. Asegura que no puede trabajar porque no puede dejar solo a su hijo.
Más de un tercio trabaja, pero no puede alquilar
El precio del alquiler en Madrid complica la situación de quienes, como Nicolás o Miguel, tienen empleos temporales o informales. Un apartamento de 40 metros cuadrados cuesta alrededor de 900 euros, según el portal Idealista. En contraste, el salario mínimo en España es de 1.382 euros mensuales.
Gastar cerca del 70% del sueldo solo en alquiler es insostenible, advierten expertos en vivienda. La situación se repite en otras ciudades españolas como Barcelona, Málaga o Mallorca. La diferencia entre ingresos y renta empuja a cientos a buscar refugio en espacios públicos como el aeropuerto.
Aunque ahora el calor domina Madrid, fue el frío y la lluvia de marzo lo que llevó a cientos de personas a buscar resguardo en Barajas. Un informe elaborado por la red “Mesa por la Hospitalidad”, integrada por organizaciones sociales y religiosas, estimó que entre 200 y 400 personas dormían a diario en el aeropuerto durante esos días.
El estudio reveló que el 38% de quienes dormían allí trabajaban, pero no podían pagar un alquiler. El 46% eran latinoamericanos y el 26% españoles. También había jubilados, migrantes, personas con enfermedades y trabajadores con empleos precarios.

Una medida que los deja afuera del único lugar seguro
Con la llegada del verano, el número de personas que duerme en el aeropuerto se redujo. Esto se debe tanto a las altas temperaturas como a la nueva normativa de Aena, que restringe el acceso nocturno. Sin embargo, muchos no pueden ingresar al albergue temporal abierto por el Ayuntamiento de Madrid, debido a los requisitos de empadronamiento o atención previa por servicios sociales.
Miguel asegura que no puede acceder por su condición de solicitante de asilo. “Se supone que debemos ir allí, pero no me dan plaza”, afirma. La falta de coordinación entre Aena, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid deja a muchas personas fuera de cualquier sistema de ayuda.
Organizaciones sociales que operan en Barajas, citadas por BBC Mundo, piden una solución duradera y rechazan la politización del problema. “El tema se ha politizado y los perjudicados son ellos, los más vulnerables, los que duermen en el suelo”, declaró un voluntario.
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