
La fertilidad femenina, un tema de interés central en los últimos años, sigue generando debates en torno a la edad y los riesgos asociados con el embarazo. Mientras que cumplir 35 años fue considerado durante décadas como un punto crítico, los expertos indican que la realidad es mucho más compleja y menos categórica. De acuerdo con información recopilada por BBC en un análisis reciente, la disminución de la fertilidad “es un continuo y no un precipicio”, y depende de múltiples factores individuales. Esto refuerza que la edad no debe ser un único indicador para medir las posibilidades de concebir.
Uno de los principales factores que afectan la fertilidad es la calidad y cantidad de óvulos. BBC cita a Lorraine Kasaven, obstetra-ginecóloga del Imperial College de Londres, quien explica que “a partir de los 35 años, se acelera el ritmo de disminución en la calidad y cantidad de óvulos”, aunque este ritmo varía entre mujeres. El impacto de este declive es evidente en los datos: un estudio danés revela que el 84% de las mujeres entre 25 y 29 años lograron concebir en un año de intentos, mientras que esta cifra cayó al 73 % en el rango de 35 a 40 años.
Sin embargo, la perspectiva no es totalmente desalentadora. En el ámbito de las tecnologías de reproducción asistida (ART, por sus siglas en inglés), los avances han permitido mayores tasas de éxito, incluso entre mujeres mayores. De acuerdo con las estadísticas de 2020, el 40,6% de las extracciones de óvulos en mujeres entre 35 y 37 años en Estados Unidos resultaron en nacimientos vivos. Lorraine Kasaven señala que la disminución general de las tasas de éxito es innegable, pero aún existen oportunidades significativas para los pacientes de más edad.
No obstante, no solo las mujeres se enfrentan declive en el área reproductiva en la medida que envejecen. La fertilidad masculina también comienza a reducirse hacia los 30 años. En este contexto, el análisis resalta que la calidad del esperma disminuye con la edad, impactando su motilidad, el recuento de espermatozoides y la proporción de células normales. Esto contribuye a dificultades tanto para concebir como para evitar complicaciones en el embarazo, como el aumento de abortos espontáneos cuando los padres superan los 40 años.

Por su parte, los riesgos asociados con un embarazo en edad avanzada no se limitan solo a una reducción de la fertilidad. Según un extenso estudio realizado sobre 1,2 millones de embarazos, el riesgo de aborto espontáneo salta del 10% para mujeres entre 20 y 24 años, al 20% alrededor de los 35. Este porcentaje sigue creciendo excesivamente hasta superar el 55% a los 42 años. La doctora Anja Bisgaard Pinborg, jefa del departamento de fertilidad del Rigshospitalet de Copenhague y profesora en la Universidad de Copenhague, recalca que “los cromosomas en el (cromosoma) X se vuelven más inestables a finales de los 30, aumentando el riesgo de aberraciones cromosómicas como el síndrome de Down”.
El impacto reservado para los embarazos más allá de los 40 años, podría llevarnos a repensar la edad límite convencional afirmada en los 35 años. Estudios recientes reflejan que, aunque los problemas se intensifican desde los 40, en muchos casos las estadísticas permanecen estables hasta los 38 años. Así lo apunta el obstetra-ginecólogo Spencer McClelland en declaraciones al medio citado: “Si bien existe un cambio estadísticamente significativo en la tasa de disminución a los 38, ¿es clínicamente relevante? Quizás no”.
Otro aspecto fundamental a considerar tiene que ver con avances históricos que aún influyen en la visión médica. Como explica McClelland, durante la década de 1970, el riesgo de realizar una amniocentesis ―el único medio entonces disponible para detectar defectos congénitos― se calculó en relación con la edad materna de 35 años, pues los beneficios genéticos superaban el riesgo de aborto espontáneo causado por el procedimiento. Aunque dicha técnica hoy es mucho más segura, el estigma de los 35 años ha persistido en el campo de la salud reproductiva.
Por último, las opciones de preservación como la congelación de óvulos ofrecen nuevas alternativas para quienes desean posponer la maternidad. Según BBC, estudios recientes indican que la edad más eficiente para este procedimiento es alrededor de los 35 años, ya que garantiza una buena calidad de óvulos y reduce el riesgo de necesitar múltiples tratamientos de fertilidad en el futuro. La doctora Pinborg enfatiza que cada mujer debe evaluar su perspectiva de maternidad y posibles alternativas familiares antes de los 40. “Hoy en día hay muchas maneras de formar una familia”, reflexiona, dirigiéndose especialmente a aquellas que todavía esperan la pareja adecuada.
La fertilidad es un proceso amplio en el que la edad, si bien relevante, no constituye la única variable determinante. Los nuevos estudios y análisis permiten una perspectiva más equilibrada y basada en datos científicos que apuntan hacia una mejor información para quienes enfrentan decisiones reproductivas.
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