
El sindicalista Pablo Biró no sólo lidera la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) sino que ha logrado encolumnar detrás de su sindicato a casi todos los gremios que representan a trabajadores dentro de Aerolíneas Argentinas e incluso a la Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA), un sindicato que, paradójicamente, se formó en 1985 ante la necesidad de una representación independiente de APLA. Esta suerte de unicato gremial de facto sólo fue desafiado por los trabajadores de Flybondi que crearon un gremio propio y, hace unos días, un grupo importante de pilotos de Latam que no quieren ser representados por APLA y se preparan a establecer su propia organización. El resto sigue al combativo Biró y su tripulación sin percibir la realidad de la Argentina y la evolución de la aviación mundial.
Empezando por la realidad Argentina es posible pronosticar que cualquiera sea el resultado electoral, será imposible financiar el déficit de la denominada “línea aérea de bandera”, y continuando por la evolución de la aviación mundial, está perfectamente claro que la dinámica de las alianzas, fusiones, adquisiciones e innovación en modelos comerciales, sumados a los constantes avances tecnológicos, hacen que ninguna aerolínea pueda sobrevivir aferrada a estructuras inconmovibles y mucho menos a una historia romántica que tiene más relato que rigurosas verdades. Dicho de otro modo: las aerolíneas que no están atentas al mercado y la modernización constante de su equipamiento y su propia organización son o serán “historia”, pero no por la nostalgia de un pasado difuso sino porque ya han dejado de existir o transitan hacia el ocaso irreversible.
En los últimos días se ha hablado y escrito mucho sobre la venta del 20% de Latam a Delta Air Lines, pero esto no debería ser una sorpresa porque es lo que está sucediendo cada vez con mayor frecuencia en el negocio del transporte aéreo. En el resto de la industria es lo mismo, ya que sólo basta recordar la compra que Airbus hizo a Bombardier por su línea de aviones CSeries (hoy A220) y la adquisición de la División Aviación Comercial de Embraer por parte de Boeing. En resumen: todo está cambiando todo el tiempo. La dinámica afecta a la aviación y a todas las actividades.
Que el mundo avanza más rápido que nuestro país no es una novedad, pero que un grupo relativamente pequeño de argentinos, que para nada son los que mayores sacrificio hacen, tengan de rehenes a todos los demás porque no quiere adaptarse a los tiempos que se viven ya no es tolerable.
Biró es un piloto que está llevando a Aerolíneas Argentinas con un rumbo muy equivocado, no le está haciendo caso a lo que indican los instrumentos en su tablero, cada vez se acerca más al “punto de no retorno” (concepto aeronáutico que quiere decir que no se puede volver al punto de partida) y no se dio cuenta que el problema es el “combustible”. Los trabajadores deberían advertir que el comandante y la tripulación de su vuelo tienen desorientación espacial y que sus puestos de trabajo están en peligro. Dicho así, utilizando términos aeronáuticos, tal vez se recapacite a tiempo.
La administración del presidente Macri decidió en su esquema gradualista que Aerolíneas sobreviviera, la consigna era que su gente acompañara una transformación conforme a los tiempos que se viven. No fue comprendido por los propios trabajadores y hoy tampoco lo es por un grupo creciente de argentinos que están hartos con este tema. Ojalá que quienes verdaderamente se sienten parte de Aerolíneas Argentinas y Austral reaccionen a tiempo y la salven, si lo hacen todos les agradeceremos el esfuerzo.
El autor es piloto profesional, licenciado en Ciencias Políticas, investigador asociado de la Fundación Atlas 1853 y director de la revista y portal Aeromarket.
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