
Al referirse al movimiento portuario y al impacto que genera en toda la región, María comenta que “si Rosario recupera actividad y vuelven a entrar buques, la región entera gana”. En esta entrevista, aborda los desafíos actuales, la actualización de procesos, las nuevas herramientas que condicionan la labor aduanera y los factores que hoy definen una gestión eficiente en comercio exterior.
¿Cómo ves hoy la importancia de la hidrovía y del ecosistema logístico y de comercio exterior en Santa Fe?
Yo percibo un gran desarrollo. Todo el sector exportador y también los distintos niveles de Gobierno están dándole mucha utilidad al río Paraná. Para mí es una vía fundamental del comercio internacional, y estamos todos enfocados en eso. Ahora incluso se van a hacer mejoras en el puerto de Rosario. El cordón industrial se centra en San Lorenzo, pero Rosario necesita recuperar movimiento.
Hoy los muelles están deteriorados: el río penetró y tiró abajo estructuras que quedaron obsoletas. También quedaron antiguos los guinches y los elementos necesarios para cargar un buque. Por eso es clave que se empiece a mejorar la infraestructura para que el puerto vuelva a tener operaciones más amplias. Hoy se exporta algo de aceite y cítricos, pero hay mucho potencial para graneles y cargas varias.
Acá salen contenedores del interior de Santa Fe y de pueblos vecinos. Tenemos una playa de contenerización importante, y todo el interior canaliza por Rosario el movimiento de bultos y contenedores. Es necesario ampliar y avanzar en logística porque la región lo necesita y porque somos un punto de salida para un volumen enorme de productos.
¿Cómo ves el estado de los accesos y las rutas cercanas a los puertos?
Algunas rutas están en mal estado. Pero también es cierto que se está trabajando. La autopista Rosario–Santa Fe, que es la entrada principal hacia San Lorenzo, hace cuatro meses que no se puede circular libremente porque la están ampliando. También están reparando accesos al puerto y rutas interiores.
El tránsito de tantos camiones deteriora la calzada, y las obras llevan tiempo. En San Lorenzo hace más de cuatro o cinco meses que están trabajando para ampliar la autopista a cuatro manos. Todo eso demanda paciencia, pero son obras necesarias.
¿Sentís que tu trabajo implica también un gran componente logístico?
Sí, totalmente. Yo empecé de chica, con papel y máquina de escribir. Un despacho con veinte ítems era un trabajo enorme, y ni hablar de la comunicación: era por télex, después fax. Todo era manual y lento.
Hoy la logística cambió muchísimo. Hasta los buques se manejan con sistemas informáticos. Antes veías operadores manejando cintas o mecanismos; ahora el humano maneja la máquina, nada más. Los barcos se cargan apretando botones.
Lo mismo pasó con la documentación. Antes necesitábamos carpetas con veinte papeles, refrendaciones bancarias y autorizaciones varias. Hoy presentás dos o tres documentos digitalizados y listo. La aduana los interviene de forma automática. Para nosotros fue un cambio enorme.
¿Cómo viviste esa transición tecnológica? ¿Te costó adaptarte?
No, la verdad que lo tomé con entusiasmo. Pasé de escribir despachos con máquina a usar el sistema María, y después Malvina. Hoy podés precargar una operación, imprimirla, revisarla tranquila y recién después oficializarla. Eso es fundamental porque un error puede costar miles de dólares.
Para adaptarnos tuvimos que hacer cursos, aprender sistemas, instalar equipos. En una época había una o dos máquinas para todos los despachantes; ahora tenemos sistemas en la oficina y también en las casas, porque lo nuestro es 24/7. El buque no espera.
Hoy hacemos rectificaciones, permisos y trámites por internet. Prácticamente no vamos a la Aduana salvo que haya un problema puntual.

Con esa digitalización, ¿mejoró la forma de trabajar?
Muchísimo. Podemos hacer solicitudes desde el teléfono, incluso navegando por el río. Si un buque necesita horas extra un domingo, podés gestionar el servicio extraordinario desde el celular y enviarlo a la Aduana. Eso antes era impensado.
La tecnología nos permitió ganar tiempo, resolver más rápido, trabajar desde cualquier lugar y atender operaciones urgentes sin estar físicamente en una oficina.
¿Qué herramientas nuevas se usan hoy para gestionar operaciones más eficientes?
Se utilizan sistemas de automatización, programas de contabilidad, plataformas como la VUCE y herramientas digitales que permiten trabajar todo en línea. Incluso se recurre a inteligencia artificial como apoyo para clasificar mercaderías.
La IA no te da la posición arancelaria exacta, pero te orienta. Después está la experiencia del despachante: pedir características, revisar documentación técnica y evitar errores que pueden costar muchísimo.
¿Qué expectativas tenés hacia adelante para mejorar el comercio exterior?
Todos necesitamos previsibilidad normativa: estabilidad en derechos de exportación, tipo de cambio y reglas claras. También inversiones en logística e infraestructura portuaria.
Si Rosario recupera actividad y vuelven a entrar buques, la región entera gana. No solo por cereales o cítricos: también por maquinarias, elementos industriales y mercados nuevos.
Espero también más profesionalización y confianza en el capital humano del comercio exterior. No puede inscribirse cualquiera sin formación. Un error en esta profesión tiene consecuencias graves.
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