
“La información es el recurso más valioso que tenemos para hacer bien nuestro trabajo”, afirma Lorena. En esta entrevista, reflexiona sobre las nuevas dinámicas que impactan en la cadena de suministro y la importancia de sostener una comunicación transparente con todos los actores.
¿Cómo ves hoy la situación de las cadenas de suministro transfronterizas?
A comienzos de este año vimos mejoras en términos burocráticos, certificaciones y trabas financieras. Parecía que la cadena de suministro iba a volver a una dinámica más fluida. Pero aparecieron otros factores a nivel global que no teníamos previstos: desde conflictos bélicos hasta sequías, pasando por congestión en puertos de China. Todo eso afecta la logística marítima internacional, que hoy está muy demorada.
Las demoras se van acumulando: horas que se suman en cada etapa de la cadena. Y eso genera desfasajes importantes, sobre todo cuando se trabaja con bajos stocks. Hoy llegamos a tener demoras de 15 a 30 días o más. Y eso nos obliga muchas veces a traer materia prima por vía aérea, con costos adicionales. Los problemas dejaron de ser solo financieros o burocráticos: hoy impactan directamente en la operativa.
Al trabajar con importación tanto de materia prima como de productos terminados, son dos niveles distintos de exigencia: el producto terminado se puede esperar un poco más, pero la materia prima no puede faltar. De ella depende una planta entera funcionando y cientos de personas trabajando.
Mi rol abarca el seguimiento de todas las etapas, desde antes del inicio formal de la operación hasta después de su recepción. Comercio exterior está en el centro del proceso: entre la necesidad de compra y la utilización del producto importado. Si algo falla en cualquier eslabón, todo el planeamiento se ve comprometido. Por eso no se trata solo de hacer trámites, sino de controlar y anticipar.
¿Con qué actores del comercio exterior trabajás habitualmente?
Los principales actores con los que me toca interactuar son los forwarders (operadores logísticos internacionales), los despachantes de aduana, y los transportistas locales. Es un trabajo en equipo muy estrecho, donde cada uno cumple un rol clave para que la operación se realice de forma eficiente.
¿Cuáles son los puntos críticos en esos vínculos?
La comunicación. Es lo más importante, tanto con los proveedores externos como con el cliente interno. Nosotros somos un área de servicio, y si el vendedor no está informado sobre una contingencia logística, puede llegar a prometer cosas que después pueden no cumplirse.
Por eso, es recomendable hacer capacitaciones internas, compartir información todo el tiempo y tratar de ser muy sinceros con los tiempos reales. Somos el nexo entre muchas áreas, y nuestra función pasa por ofrecer datos claros, accesibles y actualizados para que todos puedan tomar decisiones con base en la realidad.

¿Qué particularidades tiene la logística de productos de PVC?
No son productos perecederos, pero sí delicados: cualquier daño, rayón o mala manipulación afecta su presentación y los deja fuera del mercado.
Además, la forma de cargar esa mercadería varía según el país de origen. Por ejemplo, en China los perfiles se cargan uno por uno, manualmente, hasta llenar el contenedor. Es un proceso que requiere mucha mano de obra. En Europa, en cambio, se usan rieles y sistemas automatizados que permiten cargar pallets de seis metros de forma mucho más eficiente. Pero en destino, en países como Argentina o Chile, muchas veces no tenemos esa tecnología y se vuelve a descargar de manera manual, lo que suma complejidad.
¿Qué desafíos encontrás en el transporte terrestre internacional?
Cuesta mucho encontrar proveedores que mantengan un servicio confiable y tarifas estables. Al principio puede parecer que todo va bien, pero cuando crece el volumen, muchos empiezan a subcontratar y ahí se desdibujan los tiempos y la comunicación.
Con Brasil, por ejemplo, la situación es particularmente compleja. El contexto gremial allá es aún más difícil que en Argentina. Mantener una comunicación fluida con los transportistas y tener certezas sobre cuándo llegará el camión no siempre es posible, y eso genera incertidumbre operativa.
La comunicación es muy importante en los trayectos cortos porque cada día cuenta mucho. En un tránsito marítimo tenés más margen, más tiempo para reaccionar y herramientas para seguir la carga. Pero en una operación terrestre a Brasil o Chile, si un día no sabés dónde está el camión, no podés preparar el depósito, no sabés si vas a poder descargar a tiempo. Cuanto más corto es el tránsito, más vital es la comunicación.
¿Qué aprendizajes te dejó tu experiencia sobre el trabajo en equipo dentro del comercio exterior?
En comercio exterior se necesita tener procesos claros y cumplirlos. Pero también es clave compartir la información. Nunca fui de guardarme lo que sé: cuando tengo algo relevante, lo comparto con todo el equipo, y no solo con mi equipo directo, sino con quienes compran, venden o planifican.
Todos participamos del proceso, y la información es el recurso más valioso que tenemos para hacer bien nuestro trabajo.
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