
En diálogo con Movant Connection, José señala las dificultades logísticas e impositivas que enfrenta el complejo agroindustrial argentino y las oportunidades que presenta para ocupar un lugar cada vez más relevante en el escenario mundial.
¿Qué importancia tiene el sector agrícola argentino?
La cadena agroindustrial en Argentina es fundamental ya que representa siete de cada diez dólares que ingresan al país. Sin embargo, este sector enfrenta un freno significativo debido a la elevada carga tributaria, que no sólo incluye los derechos de exportación, sino también ingresos brutos y tasas municipales en constante aumento.
Esta situación ha estancado la producción granaria en aproximadamente 150 millones de toneladas. Si se liberaran estas cargas, se podría alcanzar rápidamente una producción primaria de 200 millones de toneladas, lo que fomentaría la industrialización, generando más empleos e incrementando considerablemente las divisas que ingresan al país.
Para analizar esta situación, siempre es útil compararnos con países vecinos. Un buen ejemplo es Brasil, que hace 15 o 20 años tenía la mitad de la producción agrícola nuestra y hoy nos duplica y hasta casi triplica en algunos productos. Esto lo lograron porque mantienen una política agroindustrial estable, más allá del gobierno de turno. Lamentablemente, en Argentina, las constantes modificaciones según la orientación ideológica de los diferentes gobiernos han frenado nuestra producción.
¿Cuál es el impacto de las infraestructuras logísticas?
En Argentina, la falta de un sistema ferroviario eficiente implica que todo el transporte de mercancías se realice por camión, lo que genera costos significativamente más altos en comparación con países como Estados Unidos, donde el transporte se realiza principalmente por tren o barcaza.
Esa diferencia en la infraestructura de transporte reduce los costos para los productores estadounidenses, mientras que los productores argentinos enfrentan gastos mayores debido a la dependencia del transporte por carretera.
Otro problema es que en Argentina los costos operativos varían significativamente según la cercanía a los puertos. Quienes están cerca tienen un negocio razonable, pero aquellos que están a más de 300 kilómetros tienen hoy un mal negocio. Eso destaca la importancia de la infraestructura y la logística en el país.
Este es un tema crucial para nosotros, por eso propusimos un plan a 10 años en el que identificamos varias deficiencias: no contamos con rutas adecuadas, carecemos de un sistema ferroviario eficiente y, aunque los puertos son relativamente modernos, algunos necesitan actualizarse. Esto incluye, por ejemplo, la creación de playas de camiones y mejoras en los accesos portuarios.

¿Cómo impacta el hecho de ser un país alejado de los principales centros de comercio?
Me atrevo a decir que esto juega a nuestro favor. Aunque estemos en desventaja en términos de costos, Argentina está totalmente alejada de los conflictos que suceden en otras partes del mundo, como los de Medio Oriente o los problemas sociales de Europa.
Esto, que nos complica en algunos aspectos, nos beneficia en otros, ya que nuestro país, afortunadamente, no enfrenta disrupciones sociales, culturales ni religiosas. En ese sentido, tenemos una gran oportunidad para producir y alimentar al mundo.
Entonces, ¿qué es lo que nos falta para posicionarnos de mejor manera en el escenario del comercio mundial?
Tenemos la oportunidad al alcance de la mano. Sin embargo, los argentinos tenemos la particularidad de que siempre nos falta un poco para completar el objetivo y solemos lamentarnos por lo que ya pasó. Durante la pandemia, tuvimos una gran oportunidad de abastecer al mundo con nuestros productos. Luego, el lamentable conflicto entre Ucrania y Rusia nos ofreció otra oportunidad.
Hoy el mundo demanda alimentos. Argentina, junto con Brasil en el Mercosur, tiene el potencial para aprovechar estas oportunidades, pero para ello necesitamos reglas del juego claras y sostenibles en el tiempo, que ofrezcan un marco legal donde quien tenga capital para invertir pueda hacerlo con la certeza de que no habrá cambios inesperados.
En ese marco, soy optimista respecto del futuro. A menudo, en la Bolsa de Cereales recibimos visitas de Estados Unidos o Europa y ellos se sorprenden al ver cómo, a pesar de nuestra alta carga impositiva, seguimos desarrollándonos. Ya quedó demostrado en el pasado que cuando se alivian las cargas tributarias el crecimiento del sector es exponencial.
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