
La aparición de lluvias transforma radicalmente el entorno para quienes eligen la bicicleta como medio de transporte o recreación. Cuando el agua comienza a caer, la superficie asfaltada se vuelve mucho más difícil de transitar: la visibilidad disminuye, el pavimento se convierte en un riesgo de deslizarse y aparecen obstáculos inesperados como charcos, ramas o basura arrastrada por el viento.
Ante estas condiciones de lluvias e inundaciones extremas, la atención y preparación de los ciclistas se vuelven factores cruciales en la prevención de accidentes y en la conservación de la seguridad individual.
La seguridad al manejar en bicicleta en gran medida de la vigilancia constante del entorno y de la adopción de prácticas diseñadas para mitigar los múltiples peligros que emergen en escenarios lluviosos. Por eso aquí hay cinco claves que se posicionan como los principales pilares de la seguridad al andar en dos ruedas.

En primer lugar, el uso de ropa impermeable y de colores brillantes o el empleo de chalecos reflectantes no solo ayuda a mantener el cuerpo seco, sino que facilita el reconocimiento del ciclista por parte de conductores y peatones. Mantenerse visible cobra aún más relevancia cuando la visibilidad general está comprometida.
Revisar el estado de los frenos y las llantas es la segunda recomendación, ya que la efectividad del frenado disminuye en superficies mojadas y el dibujo de las llantas es determinante para evitar derrapes. En condiciones de lluvia, incluso se recomienda el uso de neumáticos específicos diseñados para un mejor desempeño bajo el agua, cuando sea posible contar con ellos.
El tercer consejo apunta a la reducción de la velocidad y la anticipación de frenadas. Circular más despacio permite que tanto el ciclista como quienes comparten la vía dispongan de una reacción oportuna ante cualquier imprevisto. Es importante recalcar que la distancia necesaria para detener la bicicleta se incrementa en pavimento mojado.

Evitar charcos, superficies pintadas, hojas caídas, tapas de alcantarilla y adoquines es la cuarta sugerencia para reducir el riesgo de caídas en las bicicletas. Estas zonas suelen tornarse sumamente resbaladizas bajo la lluvia y pueden ocultar peligros imprevistos, como baches o escombros.
La quinta recomendación consiste en señalizar maniobras con anticipación. Las señales, claras y con suficiente tiempo antes de cambiar de dirección o frenar, ayudan a que los demás usuarios de la vía comprendan las intenciones del ciclista. Esta práctica reduce significativamente el riesgo de accidentes derivados de movimientos sorpresivos.
Sumado a estos cinco ejes principales, existen otras acciones útiles que potencian la seguridad bajo la lluvia. Proteger pertenencias personales, usar guardabarros en ambas ruedas, aumentar al máximo la iluminación, secar el vehículo al terminar el trayecto, tomar precauciones con el viento así como la temperatura y planear rutas alternativas.
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