
La Enfermedad Renal Crónica (ERC) es una afección que puede desarrollarse de manera silenciosa, sin síntomas evidentes en sus primeras etapas, lo que la convierte en un problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Según un informe detallado, la National Kidney Foundation advierte que esta enfermedad puede progresar durante años antes de que los pacientes noten síntomas como fatiga, hinchazón o cambios en la micción. Este hecho subraya la importancia de realizar exámenes periódicos de función renal, incluso en ausencia de síntomas, para detectar problemas a tiempo y prevenir daños irreversibles.
De acuerdo con los especialistas, existen numerosos mitos en torno al cuidado de los riñones que pueden llevar a prácticas inadecuadas o a una falsa sensación de seguridad. A continuación, se desglosan cuatro de los mitos más comunes sobre la salud renal y las realidades científicas que los desmienten.

“Solo las personas mayores deben preocuparse por la salud de sus riñones”
Una creencia extendida es que los problemas renales afectan únicamente a las personas mayores. Sin embargo, según un estudio publicado en The Lancet, la enfermedad renal crónica puede desarrollarse en cualquier etapa de la vida, especialmente en personas con factores de riesgo como hipertensión, diabetes, obesidad o antecedentes familiares de enfermedades renales. Aunque la prevalencia de esta afección aumenta con la edad, no es exclusiva de los adultos mayores.
El informe destaca que la prevención debe comenzar desde edades tempranas mediante la adopción de hábitos saludables, como una dieta equilibrada, actividad física regular y el control de enfermedades subyacentes. Esto es crucial para reducir el riesgo de desarrollar complicaciones renales a largo plazo.
“Beber mucha agua siempre beneficia a los riñones”
Otro mito común es que el consumo excesivo de agua es siempre beneficioso para los riñones. Según un artículo de revisión publicado en American Family Physician, aunque la hidratación es esencial para el funcionamiento renal, beber agua en exceso puede ser perjudicial. Consumir grandes cantidades de agua puede sobrecargar los riñones y provocar hiponatremia, una condición caracterizada por niveles bajos de sodio en la sangre.
Por ello, la cantidad de agua necesaria varía según factores como el clima, la actividad física y las necesidades individuales. Por lo tanto, no se debe forzar un consumo excesivo de agua, ya que esto podría alterar el equilibrio de electrolitos y aumentar el riesgo de complicaciones, especialmente en personas con enfermedades renales preexistentes.

“Solo las personas con diabetes o hipertensión deben preocuparse por la salud renal”
Si bien es cierto que la diabetes y la hipertensión son factores de riesgo importantes para la enfermedad renal crónica, no son los únicos. Según un estudio publicado en Nephrology Dialysis Transplantation, existen otros factores que pueden afectar la función renal, como el uso excesivo de medicamentos, especialmente analgésicos y antiinflamatorios no esteroides, la deshidratación crónica y enfermedades hereditarias como el síndrome de poliquistosis renal.
El informe subraya la importancia de realizar chequeos periódicos de función renal, incluso en personas que no padecen diabetes o hipertensión. Esto es fundamental para detectar posibles problemas renales en etapas tempranas y evitar complicaciones graves.
“Los riñones no necesitan cuidados especiales si no hay síntomas”
Una idea errónea muy extendida es que los riñones no requieren atención especial en ausencia de síntomas. Sin embargo, la National Kidney Foundation advierte que la enfermedad renal crónica puede desarrollarse de manera silenciosa, sin señales evidentes en sus primeras etapas. Los síntomas suelen aparecer solo cuando la enfermedad ya está avanzada, lo que dificulta su tratamiento.
Por ello, los exámenes de función renal, como análisis de sangre y orina, son esenciales para detectar problemas en etapas iniciales. Esto es especialmente importante para personas con factores de riesgo, como antecedentes familiares de enfermedades renales o el uso prolongado de medicamentos que puedan dañar los riñones.

El cuidado de los riñones no debe limitarse a personas mayores o a quienes padecen enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión. Según los expertos, mantener un estilo de vida saludable, controlar la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre, y realizar exámenes médicos periódicos son medidas clave para preservar la salud renal.
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