
Solo el 15% de los altos directivos en Latinoamérica son mujeres, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esta estadística es preocupante, pero no por las razones que algunos medios intentan imponer en la agenda. No se trata de una simple cuestión de equidad numérica entre hombres y mujeres en cargos de liderazgo, ni de corregir injusticias históricas con medidas compensatorias que podrían generar nuevos desequilibrios. El verdadero problema radica en que, en un mundo en constante cambio, se necesita con urgencia un mayor equilibrio en los estilos de liderazgo, y la energía femenina es una pieza clave en ese rompecabezas.
La energía masculina y la energía femenina en el liderazgo
Es innegable que existen distintos enfoques en el liderazgo, algunos más asociados con la masculinidad y otros con la feminidad. Mientras que el liderazgo tradicionalmente masculino tiende a ser agresivo y competitivo, priorizando la victoria y dejando en segundo plano las emociones individuales, el liderazgo femenino se caracteriza por la conciliación, la colaboración y el bienestar del equipo, aun cuando ello implique hacer concesiones.
Liu Cixin, en su famosa Trilogía de los Tres Cuerpos, ilustra esta dicotomía de manera brillante. Sin hacer spoilers, la obra muestra cómo el liderazgo masculino empuja a la humanidad hacia la guerra, mientras que el liderazgo femenino fomenta la cooperación. Y aunque se trate de una novela, el autor posee un profundo conocimiento de sociología y política, y plantea lo que los estudiosos del liderazgo han sabido desde hace siglos.

Por supuesto, siempre hay excepciones. Existen hombres con una fuerte energía femenina, como Justin Trudeau, y mujeres con un liderazgo eminentemente masculino, como Margaret Thatcher, quien infundía temor incluso entre los soldados más valientes. Sin embargo, si el objetivo es promover un tipo de liderazgo que aporte equilibrio a las organizaciones y la sociedad, es más sensato apostar por la generalidad en lugar de basarse en las excepciones.
Empresas lideradas por mujeres: un reflejo de su impacto
Algunas de las empresas más exitosas del mundo han prosperado bajo la dirección de mujeres, y en su cultura organizacional se reflejan las cualidades distintivas de este estilo de liderazgo. Un ejemplo claro es General Motors, liderada por Mary Barra, cuya gestión se ha centrado en la innovación y la creación de un entorno laboral más inclusivo y colaborativo. Otro caso destacado es la directora de YouTube, Susan Wojcicki, quien impulsó iniciativas clave para mejorar la experiencia de los creadores de contenido y fomentar un ecosistema digital más sostenible.
Estos ejemplos demuestran que el liderazgo femenino no solo es capaz de generar un entorno más equilibrado y humano dentro de las organizaciones, sino que además el mercado lo agradece y recompensa.
La necesidad de un equilibrio en tiempos de crisis

El mundo está atravesando cambios significativos, y los próximos años traerán consigo grandes desafíos económicos y laborales. Muchas personas perderán sus empleos, y el estrés en el ámbito profesional alcanzará niveles sin precedentes. En este contexto, se abrirán intensos debates sobre cómo afrontar la crisis y qué camino seguir: priorizar el bienestar de los trabajadores o proteger los intereses de los accionistas.
Históricamente, el liderazgo masculino ha favorecido la segunda opción, enfocándose en maximizar ganancias a cualquier costo. Esta visión será importante para que la economía salga a flote, pero sería catastrófico que no tuviera un contrapunto que también valore otras cosas. En momentos críticos, es fundamental encontrar un punto de equilibrio que considere tanto la rentabilidad como el bienestar de las personas. Para lograrlo, es imprescindible que haya más energía femenina en las mesas de decisión.
No se trata de imponer cuotas arbitrarias, sino de reconocer el valor de una perspectiva diferente, más empática y orientada a la colaboración. Las empresas y sociedades que logren integrar esta visión serán las que mejor enfrenten los retos del futuro y construyan un mundo más equitativo y sostenible.
El liderazgo femenino no es una cuestión de justicia social; es una necesidad estratégica para navegar los desafíos del siglo XXI.
* Jaime Lokier es experto en liderazgo. Fundador de la academia Liderty y autor de los libros “Nace un Líder” y “Los Líderes Mueren, Los Movimientos No”.
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