
La ganadería, pese a su reconocido valor sociocultural y ecológico, enfrenta importantes desafíos que amenazan su sostenibilidad, entre ellos, la incidencia de ataques al ganado por parte de depredadores, ya sean grandes carnívoros salvajes o perros domésticos, lo que genera daños directos e indirectos a los productores. Así lo advierte un artículo publicado en la revista de la Sociedad de Medicina Veterinaria del Uruguay, que destaca la urgencia de adoptar medidas efectivas para mitigar este problema.
En ese contexto, una investigación titulada “Los ocelos artificiales en el ganado reducen la depredación por parte de grandes carnívoros” (Artificial eyespots on cattle reduce predation by large carnivores), desarrollada por Cameron Radford, Juan Weldon McNutt, Tracey Rogers, Ben Maslen y Neil Jordan, y publicada en la revista Communications Biology, presentó hallazgos prometedores.
Durante el periodo de observación en el norte de Botsuana, África, ninguna de las vacas marcadas con ojos artificiales en sus cuartos traseros fue atacada por leones o leopardos, a diferencia del 1,8 % de los herbívoros sin marcas y el 0,75 % de aquellas que llevaban cruces.
Este experimento, realizado en una zona con frecuentes conflictos entre ganaderos y grandes depredadores, comprobó que una intervención visual sencilla puede reducir significativamente el riesgo de ataques, de modo que el estudio plantea el uso de marcas artificiales como una herramienta no letal y de bajo costo para favorecer la coexistencia entre humanos y fauna silvestre.
¿En qué consistió el estudio?

La investigación, llevada a cabo en el área cercana al delta del Okavango, se propuso evaluar si la pintura de ojos artificiales en los cuartos traseros del ganado podía disuadir a depredadores como los leones y los leopardos, responsables de la mayoría de las muertes de reses en la región.
Para ello, se trabajó con un total de dos mil 61 vacas distribuidas en 14 explotaciones ganaderas, divididas en tres grupos experimentales: uno con ojos pintados, otro con cruces negras de alto contraste y un tercero sin ningún tipo de marca. Los animales fueron asignados aleatoriamente a cada grupo y se repintaban aproximadamente cada cuatro semanas, ya que el pigmento permanecía visible únicamente 24 días.
Utilizando modelos de supervivencia y datos de collares GPS para controlar el nivel de exposición al riesgo, los investigadores observaron que ninguna de las 683 vacas con ojos artificiales fue atacada por leones o leopardos. En cambio, cuatro de las 543 vacas marcadas con cruces y quince de las 835 sin marcar sí fueron depredadas.
El análisis estadístico demostró que las diferencias entre los grupos eran altamente significativas, además, los datos del GPS confirmaron que todos los grupos de vacas se expusieron a riesgos similares, pues pasaron tiempos equivalentes fuera de los recintos nocturnos y recorrieron distancias comparables desde el corral, lo que descarta que la menor tasa de ataques se debiera a una reducción en la exposición de los animales pintados.
¿Por qué los ocelos artificiales tuvieron este efecto?

Aunque el mecanismo exacto por el cual los ojos pintados disuaden a los depredadores aún no es totalmente comprendido, el estudio publicado en Communications Biology analiza diversas hipótesis evolutivas que podrían explicarlo. En la naturaleza, especies como insectos, peces, aves y anfibios, presentan marcas que simulan ojos, utilizadas como defensa frente a sus depredadores, sin embargo, este tipo de marcas no se ha documentado en mamíferos actuales, lo que hace que su aplicación en ganado resulte novedosa.
Entre las principales explicaciones consideradas está la “hipótesis de la detección”, la cual plantea que los ojos pintados hacen creer al depredador que su presencia ha sido descubierta, reduciendo la probabilidad de un ataque. Otra posibilidad es la “hipótesis de la conspicuidad”, que sugiere que el efecto disuasorio proviene del alto contraste visual de la marca, sin importar que simule un ojo. Los resultados del experimento apoyan parcialmente ambas hipótesis, ya que las vacas con cruces también sufrieron menos ataques que las no marcadas, aunque los ojos fueron claramente más efectivos.
Otras teorías, sin embargo, no encontraron respaldo en los datos, por ejemplo, la “hipótesis de la desviación”, que plantea que las marcas podrían redirigir los ataques hacia zonas no vitales del cuerpo, fue descartada porque la reducción de ataques fue general, no localizada. Tampoco se apoyó la “hipótesis del mimetismo de depredador”, que sugiere que las marcas imitan los ojos de un enemigo natural del atacante, ya que los patrones utilizados no reproducían características propias de ningún depredador específico de leones o leopardos.
Para garantizar la validez del experimento, se utilizó pintura contrastante adecuada al color del pelaje de cada animal, aplicada con plantillas de espuma y renovada cada pocas semanas para mantener su visibilidad. Además, se registraron datos detallados de cada uno como edad, sexo y características físicas, y se documentaron todos los casos de depredación con la ayuda de los pastores locales, identificando a la especie responsable por huellas y marcas de mordedura.
Si bien los resultados son alentadores, se necesita más investigación para evaluar su efectividad frente a otros tipos de carnívoros, en distintos entornos y a largo plazo. No obstante, los investigadores destacan que reducir los ataques podría mejorar la tolerancia de los ganaderos hacia la fauna silvestre y disminuir la necesidad de medidas letales, favoreciendo así la sostenibilidad productiva y la conservación de la biodiversidad.
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