El día que dos militares fueron colgados de las torres de la Catedral de Lima y el entretelón de un despiadado final

El escritor y periodista Dante Trujillo repasa la trágica muerte de los hermanos Gutiérrez en “Una historia breve, extraña y brutal”

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Tomás y Silvestre Gutiérrez en las torres de la Catedral de Lima.
Tomás y Silvestre Gutiérrez en las torres de la Catedral de Lima.

La imagen de los hermanos Tomás y Silvestre Gutiérrez colgados de una de las torres de la Catedral de Lima es el registro de uno de los momentos más violentos de la historia del Perú, pero, aún así, se mantuvo como un minúsculo apartado en los libros de historia. Ahora un libro de 404 páginas busca inmiscuirse en los entretelones de aquellos días de la joven República tan parecida a la que acaba de cumplir 200 años.

El resultado de la elección presidencial de 1872 que dio como ganador al primer presidente civil, Manuel Pardo y Lavalle, asustó a un sector de la población, sobre todo a los militares. Dante Trujillo, autor de “Una historia breve, extraña y brutal” cuenta que la clase castrense estaba a la espera de un autogolpe por parte José Balta, pero ante su negativa se desata el alzamiento de los cuatro hermanos Gutiérrez.

Trujillo asumió la complicada tarea de repasar los disturbios, asesinatos, traiciones y brutalidades de las que fue testigo Lima, pero debía encontrar una voz adecuada para captar al lector. “Barajé opciones novelísticas, pero me sentía incapaz porque hubiera tenido que optar por una versión de los hechos y si hay algo que llamó mi atención es lo divergente que son las opiniones desde el mismo momento de la rebelión. No quería casarme con una sola narración”, contó a Infobae.

Dante Trujillo es autor de "Una historia breve, extraña y brutal" publicado por Penguin.
Dante Trujillo es autor de "Una historia breve, extraña y brutal" publicado por Penguin.

Descartó a Ricardo Palma como posible narrador y lo mismo hizo con Marcelino Gutiérrez, el hermano sobreviviente, y Villeroy Richardson, el fotógrafo estadounidense a quien se le atribuye la imagen de dos cuerpos colgando desde la catedral. La intriga y obsesión de la que está nutrido este libro es gracias a que el autor cuenta la odisea que resultó escarbar entre los archivos para ir ampliando los horizontes de aquella violenta imagen que se ha quedado grabada en nuestra memoria.

Tan cerca y tan lejos

A medida que el libro iba tomando forma, Dante Trujillo empezó a sentir simpatía por los hermanos Gutiérrez. “Fue como volverte hincha del equipo que va perdiendo el partido porque todo les salió mal y el discurso oficial los machacó. Ellos murieron dos veces: una en la rebelión y otra para siempre en la historia peruana”, indicó para resaltar que no tolera el haber justificado el asesinato de Tomás y Silvestre como un “acto bárbaro, pero de justicia para recuperar la senda democrática”.

Si de golpes sin respaldo popular, ni económico ni militar hablamos, el ejemplo más reciente es el intento del expresidente Pedro Castillo de disolver el Congreso y reformar el sistema de justicia. El episodio brutal y violento lo estamos viviendo en estos días con decenas de ciudadanos fallecidos, así como sucedió en el 2020 tras la juramentación de Manuel Merino y la muerte de dos jóvenes. “Existen muchos vínculos que hacen parecer que la historia de los hermanos Gutiérrez sucedió ayer”, recalcó el autor.

Dante Trujillo encuentra vínculos en las manifestaciones contra Manuel Merino y el golpe de Estado de 1862.
Dante Trujillo encuentra vínculos en las manifestaciones contra Manuel Merino y el golpe de Estado de 1862.

Cinco años y cientos de hojas después todavía cuesta entender cómo se llegó a ese momento bárbaro. “El discurso oficial era que la población insatisfecha no iba permitir que Pardo no ascendiera al mando. Sin embargo, la verdad suele ser más compleja. Puedo opinar que hubo un manejo organizativo del civilismo para echar abajo la rebelión, ya sea sobornando al ejército para que salga de los cuarteles o azuzando a la población”, contó Trujillo para señalar que quienes cometieron los actos de violencia nunca fueron condenados.

Uno creería que momentos como este llevaría a la población a reflexionar sobre lo ocurrido y no repetirlo generación tras generación. El autor cree que de conocer a profundidad episodios como el 1862 inhibiría a los políticos a cometer algunos atropellos y ante la sobre qué funcionarios deberían leer con urgencia su publicación se impuso el triste hecho de que serían pocos miembros de nuestra clase política los que se dignaron siquiera a leer cualquier libro.

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